La Jornada viernes 29 de octubre de 1999

Astillero Ť Julio Hernández López

Es tal la incredulidad de los mexicanos respecto a los anuncios de las autoridades en general (y en particular por aquellas relacionadas con asuntos de narcotráfico) que resultan absolutamente explicables las graves y extendidas dudas generadas respecto a que sea cierta la muerte de Mario Ruiz Massieu, anunciada semanas atrás en territorio estadunidense.

A esa predisposición natural al escepticismo (y a la confección de leyendas y especulaciones) han contribuido en esta ocasión, de manera especial, los familiares y allegados de quien fue subprocurador federal de justicia en nuestro país.

La esposa del fallecido y sus hermanos y padres se han comportado de una manera tan distante, y tan oscura, que de inmediato se ha tejido un manto de sospecha que difícilmente podrá ser deshecho. En realidad nadie vio el cadáver de Ruiz Massieu, ni su esposa, quien dice haberlo encontrado desfallecido en su casa para luego trasladarlo a un hospital en el que más tarde le informaron que su cónyuge había muerto.

Luego del presunto fallecimiento, la esposa se mantuvo durante unos seis días ajena a cualquier contacto con otras personas, entre ellas los familiares de su esposo. Los propios familiares sufrieron diversos impedimentos logísticos y climatológicos pero, finalmente, tampoco vieron el cuerpo. La única postura firme respecto a que Mario habría fallecido ha sido la del embajador estadunidense en México, quien asegura que autoridades de su país vieron el cuerpo de Ruiz Massieu y confirmaron tanto que era él como que estaba muerto.

Una voz calificada en el asunto, el abogado Juan Collado, quien había defendido a Ruiz Massieu de manera inusualmente generosa (sin cobrar, cuando el cliente decía ya no tener dinero, haciendo infinidad de viajes a Estados Unidos para atender a quien supuestamente ya no podía pagarle), ha insistido en los puntos sospechosos de la argumentación oficial. Ha llegado tal jurista a asegurar que la famosa carta de Mario, responsabilizando al presidente Zedillo del presunto suicidio e involucrándolo en el conocimiento de los crímenes políticos de 1994, estaba redactada desde mucho tiempo atrás (acaso un año).

Las versiones generadas a partir de esos enredos hablan de que la supuesta muerte de Ruiz Massieu fue una maniobra ejecutada por oficinas antinarcóticos del gobierno estadunidense que, a cambio de información importantísima sobre cómo funciona la narcodemocracia mexicana (la implicación de altísimos personajes en los negocios de la droga, el financiamiento de campañas, los compromisos de protección, las guerras entre cárteles que en realidad serían pugnas entre distintos bandos de políticos protectores) le ``desaparecieron'' oficialmente para darle otra identidad y permitirle vivir ajeno a juicios y persecuciones.

De ser cierta esa versión, pronto presenciaremos, conforme se acerquen los momentos más reñidos de la elección constitucional del 2000, el surgimiento de bombas informativas, de filtraciones de máximo escándalo que buscarán obligar al sistema PRI-gobierno a negociar el futuro político de nuestro país con los fuertes intereses del vecino.

De la patada

Es imposible no asociar algunos pasajes de la vida futbolística profesional mexicana con lo que sucede en la política partidista.

Por ser propiedad de Televisa, por tener el control del sistema de competencia y una gran influencia sobre el arbitraje, por contar con tanto dinero que puede contratar a los jugadores y los entrenadores más caros, por su disposición natural a favorecer estrellas extranjeras por sobre las locales, el América es un equipo altamente polémico.

El más reciente de sus problemas ha sido provocado por la salida de Alejandro Burillo de las áreas de control de Televisa sobre el negocio del futbol. Con Burillo cayó Carlos Kiese, paraguayo, quien había sido apoyado por su hermano, Hugo Enrique, quien entre otras cosas es el responsable de las actividades de la selecciónÉmexicana de balompié.

Pero, al darse los desajustes en la cúpula directiva, al pelearse entre sí las piezas básicas de la cúpula Televisa-América, la maquinaria antaño aplastante ha continuado en una etapa de indefinición y ha arrojado penosos resultados (como el 6-3 que le recetó el Atlas el miércoles reciente en el estadio Jalisco). Emilio Azcárraga Jean, ya en pugna con su anterior aliado Burillo, abrió a consulta entre las bases la elección de mantener o no al entrenador Kiese, y en las tribunas del Azteca, la noche en que el Cruz Azul le ganó al América 3-1, se dio por enterado del reclamo a gritos de la porra azulcrema que pedía la destitución del paraguayo. El pulgar del dueño de Televisa apuntó hacia abajo, y fue destituido el personaje impugnado.

Si alguna moraleja posible hubiera, ésta sería: nunca los pleitos en las cúpulas dan buenos dividendos a quienes antes fueron aliados, y no siempre las apariencias de cambio democrático producen resultados agradables. Lo bueno es que el presidente Zedillo le va al Necaxa, y que Labastida debe irle a los Tomateros de Culiacán.

Astillas: Hoy sesionará la comisión organizadora de las elecciones internas del PRI. Un punto importante de la agenda será la propuesta de que esa instancia pague la movilización de votantes que se sepa estén alejados de las mesas receptoras de sufragios. Los madracistas temen que el 7 de noviembre se deje el traslado (no es políticamente correcto en esas reuniones usar el término acarreo) a las fuerzas libres del mercado, y que el dinero de los gobernadores y de oficinas federales financie con amplitud los operativos del equipo de Labastida. Desde luego, el dinero que está tras de Madrazo no es poco, y la estructura electoral madracista no se mueve con discursos, por lo cual es previsible que ese día 7 haya un duelo de recursos de origen oscuro. Por ello hoy, curándose en salud, se tratará de darle un marco de presunta regularidad a la próxima guerra de acarreosÉEsteban Moctezuma insiste en la tesis labastidista: hay un 20 por ciento de distancia entre Labastida y Madrazo (a favor del primero, desde luego, dice el coordinador de campaña del sinaloense). Así es que nadie se asombre cuando las predicciones oficialistas se conviertan en verdad oficialÉ Otro punto polémico serán los criterios aplicables para decidir en qué lugares no haya condiciones para establecer casillas priístas. Los madracistas temen que las consecuencias de las inundaciones sean aprovechadas para no dejar sufragar a simpatizantes del tabasqueñoÉ

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