Claudia Sheinbaum Pardo
Fuentes renovables y privatización

En esta nueva dinámica nacional de utilizar métodos de mercadotecnia para vender como productos a candidatos a la Presidencia, desprestigio de personas o movimientos, o programas de gobierno, también se nos quiere vender la iniciativa de ley para reformar el sector eléctrico.

Como si se tratara del mismo mecanismo que implica convencernos de que no usar un jabón quita manchas, más barato, biodegradable y que huele bien, podría impedirnos alcanzar el estilo de vida que tanto deseamos, así también pretenden seducirnos con las ``bondades'' de la apertura del mercado eléctrico porque permitirá, según el gobierno federal, mejor servicio, crecimiento económico, precios más bajos, desarrollo tecnológico, mejora en las condiciones de vida de la población, soberanía, eficiencia, competitividad y el atributo más reciententemente propagandizado: introducción de fuentes renovables de energía.

Ahora resulta que sólo mediante la apertura del sector eléctrico (panacea jamás vista), el país tiene la posibilidad de impulsar la energía solar, biomásica, eólica o hidráulica. Lo más curioso es el argumento en el que sustentan esta afirmación. Se dice que en la nueva normatividad del sector, una vez modificados los artículos constitucionales, habrá cuotas especiales para las fuentes renovables de energía. ¡Vaya contradicción!, entonces no es el mercado el que permitirá mayor participación de las fuentes renovables, sino una regulación externa que resolverá lo que el mercado por sí sólo no puede hacer.

El impulso a las fuentes renovables de energía es evidentemente necesario en el país. Además de las ventajas ambientales de éstas, la diversificación de las fuentes primarias de energía alarga el tiempo de agotamiento de los recursos fósiles, hace menos dependiente al sector y al país respecto a los cambios en el precio de los hidrocarburos, disminuye la dependencia creciente de las importaciones de gas natural y permite la generación descentralizada en comunidades alejadas de la red de transmisión.

Desafortunadamente, la generación de electricidad sustentada en estas fuentes significa en casi todos los casos un costo mayor que el de las plantas convencionales. Por esta razón, en aquellos países donde se ha decidido dar un impulso a las también llamadas fuentes alternas de energía, se han desarrollado mecanismos de subsidio que promueven tanto el desarrollo tecnológico como una mayor penetración en el mercado de este tipo de tecnologías. De esta forma, se financia con recursos públicos la modificación del mercado. Uno de los casos más reconocidos internacionalmente es el Dinamarca, que decidió subsidiar la generación eléctrica por viento. En un lapso menor a una década, ese país logró reducir el costo de generación eólica en más de la mitad, además de lograr colocar las turbinas eólicas danesas en el mercado doméstico e internacional.

Si México decidiera aplicar una política semejante a la danesa bajo los esquemas de financiamiento actuales del sector (como es la producción independiente), la inversión en centrales sustentadas en fuentes renovables no tendría ningún problema. Inclusive, la alta eficiencia y el alto factor de planta de la central eólica de La Ventosa, Oaxaca, que posee un potencial 15 veces mayor al actual, muestran que existen regiones del país donde el subsidio a la generación eléctrica por viento sería mínimo.

La decisión de impulsar las fuentes renovables tiene poco que ver con la apertura del sector eléctrico y, en cambio, responde más a una decisión gubernamental de diversificar las fuentes primarias de energía; lo cual, por cierto, no sólo no ha ocurrido en los últimos sexenios, sino, por el contrario, se ha apostado a una sola fuente (primero a la energía nuclear, después al carbón, y ahora al gas natural, que además, representan en todos los casos, importaciones de energía).

Si fuese real el compromiso de impulsar las fuentes renovables de energía, se estaría trabajando en ese sentido. Por ejemplo, ¿por qué no utilizar parte de los excedentes petroleros para subsidiar las fuentes alternas?

Este nuevo atributo que se ha dado a la reforma del sector, parece más un anzuelo para grupos ambientalistas y promotores de las energías renovables (igual que en mercadotecnia: en la compra de uno te llevas dos) para ganar el apoyo que la propuesta de reforma no ha podido generar por sí misma. Afortunadamente, pocos se convencen con tanta facilidad.