n Clinton los menciona por obligación: Anderson


Derechos laborales, "parte de la retórica oficial" estadunidense

n No hay pruebas de beneficio alguno a trabajadores en el TLC

n Los acuerdos paralelos son foros de denuncia, no resolutivos

Jim Cason y David Brooks, corresponsales /II y última, Washington, 27 de octubre n Con todo el supuesto renovado interés de la cúpula política estadunidense en los derechos laborales en el gran debate internacional sobre el libre comercio, surge una interrogante: Ƒexiste un solo caso en el mundo, o en uno de los tres países del TLC, que compruebe que esta preocupación por los derechos laborales ha beneficiado a un trabajador o a un sindicato?

No, responde Mark Anderson, secretario tesorero de FAST, un agrupamiento de sindicatos nacionales de la rama alimenticia y antes el principal estratega del AFL-CIO para asuntos de comercio internacional.

En entrevista con La Jornada, Anderson señala que el tema de los derechos laborales en el comercio ha formado parte de la retórica oficial estadunidense, por ley, desde 1974 hasta hoy día. O sea, dice Anderson, Clinton y su gobierno están obligados por ley a promover el asunto de los derechos laborales y mencionarlo es su obligación, pero no necesariamente significa más.

Hay, al parecer, un consenso universal de que el interés retórico sobre la incorporación de los derechos laborales en cualquier acuerdo de libre comercio no ha beneficiado en concreto a ningún trabajador. "Lo más que se consigue es una audiencia, pero nunca la aplicación de leyes laborales o de las normas internacionales", explica Kenneth Zinn, director estadunidense de la Federación Internacional de Trabajadores de la Energía y Mineros.

Cuando a Zinn le preguntamos si existe un solo caso de algún trabajador que se haya beneficiado con estos compromisos de los políticos de defender los derechos laborales, respondió: "ni uno solo que yo pueda encontrar".

En México Berta Luján, del Frente Auténtico del Trabajo, dice lo mismo: "no conocemos ningún caso" de un trabajador o una organización laboral que se haya beneficiado de la atención sobre los derechos laborales o los acuerdos paralelos.

Los paralelos, agrega Luján, "sólo han servido como foros de denuncia, pero no han resuelto ningún caso de justicia laboral".

México, contra la incorporación

de derechos laborales al comercio

 

Anderson señala que el problema no es simplemente la renuencia de las empresas estadunidenses a aceptar propuestas para incluir los derechos laborales en los tratados comerciales. Tampoco se ha podido avanzar en el ámbito internacional, ya que varios países no han aceptado esta premisa. "México encabeza esta oposición", junto con varios países asiáticos y africanos, contra la inclusión de los derechos laborales en de los acuerdos comerciales, agregó. Como resultado, no se ha logrado llegar a un acuerdo ni para establecer un grupo de discusión sobre el asunto.

Varios países del Tercer Mundo señalan que los estadunidenses y los europeos desean utilizar la bandera de los derechos laborales para violar la soberanía de otros, y utilizarlo como instrumento de presión para objetivos políticos y económicos, más que los motivados por una supuesta conciencia social.

Y hay un elemento de verdad en estas acusaciones. El sindicato de los Teamsters en este país, por ejemplo, ha utilizado el argumento de que los camiones mexicanos son conducidos por choferes que no cuentan con derechos laborales básicos, como una parte de su campaña para negar la apertura de la frontera a los camioneros mexicanos.

Una motivación inicial para que los sindicatos denunciaran las pésimas condiciones laborales de las maquiladoras, fue tratar de avergonzar a los empresarios estadunidenses que deseaban cerrar plantas en Estados Unidos y trasladarlas a México. Sin embargo, varios sindicatos han avanzado más allá de estas motivaciones puramente proteccionistas.

"En el mercado globalizado, el sector privado argumenta que las protecciones sociales, ambientales y del trabajo son fuente de una desventaja competitiva, y buscan retirarlas", declaró el secretario general del AFL-CIO, John Sweeney, en un discurso la semana pasada. "Esto es el fundamento de una carrera hacia abajo".

El líder sindical sostuvo que la única manera para detener esta tendencia es establecer y defender las normas laborales de cualquier trabajador en todos los países. "Una vez que se logre esto, los empresarios buscarán ganancias de otras maneras, como mejorar productividad y calidad. Esta es la carrera hacia arriba que necesitamos alentar".

Luján, del FAT, está de acuerdo con que el régimen económico internacional debe integrar los derechos laborales y señala que el gobierno mexicano ha utilizado el argumento de la soberanía para rechazar cualquier intento de incorporar la agenda social en los acuerdos comerciales. Sin embargo, dice, los críticos del comercio libre en México siguen preguntando por qué ese gobierno no expresa la misma preocupación ante cualquier tipo de injerencia estadunidese, tanto económica como política, en los asuntos nacionales en el contexto del TLC.

"México se ha opuesto a toda incorporación de los temas laborales a los asuntos comerciales, y no ha permitido que se abra un diálogo con la sociedad civil" en los foros sobre política comercial, señala Luján. Las autoridades mexicanas, agrega, sostienen que estos temas sociales no tienen lugar dentro de las negociaciones comerciales, y de hecho, se opuso al acuerdo paralelo laboral, que fue impuesto por Estados Unidos como condición de su aprobación.

 

Ni en su propia casa

 

Anderson, el líder de FAST, agregó que fue la presión política a Clinton la que llevo a que se negociara un acuerdo paralelo al TLC sobre asuntos laborales y éste, a pesar de sus debilidades, ha logrado abrir ciertos espacios para que los sindicatos obliguen a su propio país a criticar a Estados Unidos al tocar el punto de violaciones de los derechos laborales básicos y para criticar estos casos principalmente en México.

Sin embargo, para Anderson, un "fracaso del acuerdo paralelo es que no ha sido usado de forma suficientemente agresiva (por México y Canadá) para apoyar a los trabajadores estadunidenses a quienes se les niega los derechos de la libre asociación y la negociación de contratos colectivos". Agrega: "necesitamos que nuestras contrapartes en otros países critiquen más a este país en torno a eso".