n Habla Leo Brouwer, guitarrista y director


Explorar el sonido como efecto sería la ''muerte de la música''

n En Cuba la falta de información y recursos exacerba la imaginación

Juan Arturo Brennan/ II y última, especial para La Jornada n Leo Brouwer, compositor y director cubano, afirma que utilizar la exploración del sonido como efecto es algo que le aterra y considera lamentable que guitarristas y compositores sigan por ese sendero, pues ello implica la ''muerte de la música''.

-Usted ha contribuido a la amplitud, variedad y profundidad del repertorio de la guitarra en el siglo XX. ƑConsidera que ese instrumento ya está explorado por entero en lo que se refiere a sus posibilidades y modos de producción sonora?

-Todavía hay algunas cosas que tratar. No son muchas, pero el peligro que tiene la exploración del sonido es utilizarlo de manera superficial. Eso me aterra, recurrir a la exploración del sonido como efecto. De hecho, muchos guitarristas y compositores lamentablemente siguen ese camino, el de los efectos, a partir de tal o cual transformación sonora. Y eso es la muerte de la música. Yo intento que esos llamados ''efectos", que no son otra cosa que transformación sonora, se integren en el discurso de manera orgánica y no superficial, que no sean ropa sino cuerpo y eso es lo más difícil.

''Y quiero hacer una confesión: qué miedo me dan los guitarristas con talento e imaginación, pero sin equipo y sin disciplina compositiva, haciendo música para guitarra. ƑPor qué digo esto? Porque la guitarra es un instrumento eufónico, en el sentido de que si se ponen las manos mecánicamente de cualquier forma sobre aquélla, en un homenaje dadaísta si se quiere, suena bien. Entonces, lo mediocre se puede transformar en una obra y así nacen composiciones cuyo sustrato no es estructural y su resultado no es una maduración de estilo. Y esas son cosas que me quitan el sueño.

 

Volver al reposo de la tonalidad

 

''He tenido el privilegio, por ejemplo, de conversar en la Academia de Berlín durante noches enteras con Morton Feldman, con mi queridísimo Toru Takemitsu, comenzando a hablar de comida y de mujeres pero finalmente abordando estos temas como la exploración del kitsch en lo contemporáneo. Este es un tópico maravilloso al que personas como Umberto Eco han dedicado obras enteras, como Apocalípticos e integrados, por ejemplo. Y que eso se tome de una manera tan inmediata o superficial, me aterra, y así ocurre mucho en el repertorio guitarrístico y ello va en contra de los compositores que no han profundizado en sus disciplinas técnicas y formativas.

''Espero que el tema de las transformaciones sonoras, del sonido y su temporalidad (en cuanto que la guitarra no tiene ese sonido infinito que añoro) sea susceptible de ser tratado por esos compositores de una manera más orgánica, como se tiene necesidad de tomar agua cuando hay sed, y no simplemente irse una noche de juerga con la guitarra y la composición, y suponer que se creó la obra maestra.''

-En tiempos en que las etiquetas de lo posmoderno y lo ecléctico parecieran abarcar prácticamente toda la música que se crea, Ƒqué rumbos estilísticos y expresivos transita la sonoridad cubana de concierto?

-De los años sesenta a los ochenta nuestra música estuvo permeada, a veces de manera tardía, de las experimentaciones de la vanguardia que más bien son modelos compositivos: aleatorismo, serialismo integral o no, y toda una serie de cosas a veces teñidas con algunos elementos de células y colores propios, pero usados de manera muy orgánica por algunos de mis colegas más admirados, y no simplemente traerlos y pegarlos encima. Ahora, muchos de los jóvenes vuelven al reposo de la tonalidad, a ese modelo sustentado en una lógica física irrebatible del fenómeno acústico armónico, de larga historia. Pero hay también una vuelta a ciertas formas y expresiones, una especie de neonacionalismo.

 

El posmodernismo, ausente en la isla

 

''Algunos de mis colegas siguen componiendo en un lenguaje específicamente aleatorio. Sin embargo, preferiría que hubiera una transformación en cualquier sentido. También hay que ver que Cuba está bastante aislada de la información. Las partituras, los discos, los materiales que pueden hallarse fácilmente en cualquier parte, no se encuentran en la isla, porque el bloqueo estadunidense impone que todo artículo de consumo del siglo XX sea proscrito de mi país. Eso es un crimen, y ya no hablo de situación política sino contexto social y cultural. Al mismo tiempo esa carencia, que me ocurrió en mi juventud no por cuestiones políticas sino económicas, esa falta de información y recursos, lo que hace es exacerbar la imaginación.

''Recuerdo por ejemplo que en una conversación con Luigi Nono, siendo yo adolescente, le decía: 'Boulez, después de haber hecho Le marteau sans maitre, debe estar haciendo tal y tal cosa'. Y Luigi me decía: 'Pero, Ƒcómo es posible que tú sepas eso? ƑDónde lo has visto?' Yo le decía que como no tenía nada, debía imaginarme cómo era el mundo. Y eso todavía ocurre en Cuba, incluso en la escuela de guitarra. No hay libros, no hay partituras, no hay grabaciones: no hay música. Así, cada uno crea esa música que falta. Por ello es que casi todos los guitarristas cubanos también componen. He ahí, también, parte del peligro al que me he referido. El posmodernismo, entendido como la convivencia simultánea e integrada de elementos real o aparentemente contradictorios, todavía no ha llegado a Cuba, a pesar de la existencia de obras tejidas, por ejemplo, alrededor de citas de los clásicos. Es el caso de mi pieza La tradición se rompe... pero cuesta trabajo, en la que las citas están tejidas con mis propios materiales para darme un tercer resultado que es mayor que la suma de las partes.

''Hay, sin embargo, una revisión interesante en la que algunos jóvenes manejan, por ejemplo, elementos seriales al interior de un regodeo casi salsero, especie de intento de comunicación con el espíritu de las culturas populares, que me parece muy auténtico, si bien no es el único camino.''