Astillero Ť Julio Hernández López
Malas noticias para los panistas tradicionales, para aquellos que todavía creían posible defender los principios ideológicos originales de su partido: la asociación denominada Amigos de Fox pasó como aplanadora por encima de la estructura directiva formal del partido blanquiazul al momento de integrar el equipo de campaña de Vicente Fox. Para efectos formales, de apariencia, se respetaron ciertos espacios protocolarios, pero en realidad la cargada foxista será la que controle los trabajos venideros, relegando a tareas menores, de escaparate, a los verdaderos panistas.
Entre los nuevos jefes reales del panismo destaca Pedro Cerisola, a quien se colocó en el organigrama como segundo hombre en importancia en la campaña, cuando en realidad será el verdadero coordinador general, por encima de José González Morfín, el secretario general adjunto del CEN del PAN, quien ha sido enviado a una tarea diplomática en la que su emblemático apellido sirva para aparentar que se respetan los principios panistas que ahora quedan a merced de las botas guanajuatenses.
Cerisola, conviene apuntarlo desde ahora, ha estado relacionado con ámbitos altamente sensibles para cualesquier observador de la manera como la riqueza nacional ha pasado a manos particulares o a gastos de campañas priístas. El citado Cerisola ha sido ejecutivo de alto nivel en Aeroméxico (el de los donativos de millones de dólares a las campañas presidenciales con la directiva de Gerardo de Prevoisin) y en Teléfonos de México, de Carlos Slim. Según la versión de Fox, Cerisola fue escogido de un conjunto de ejecutivos por recomendación de una firma de asesores empresariales a los que se dio el perfil deseado de quién sería el coordinador general de la campaña presidencialÉ y el seleccionado fue el susodicho ejecutivo de la principal empresa telefónica del país, quien presuntamente sólo cumplirá con la tarea que le han encomendado y regresará a trabajar con Slim.
Del avasallamiento al panismo por los Amigos de Fox dio buena cuenta la rueda de prensa de ayer, en la que Luis Felipe Bravo Mena se esmeró en negar que el foxismo se hubiera encaramado en el control de la campaña. Bravo Mena ni siquiera citó a la hegemónica organización Amigos de Fox, mientras que el guanajuatense, a la menor provocación, pronunciaba el nombre incómodo. Uno y otro, el desplazado presidente nacional panista y el expansionista candidato presidencial, insistieron de manera claramente inculpadora en que no hay divisiones ni separación ni encimamiento de grupos personales sobre estructuras institucionales.
Prometer sí empobrece
No tiene mucho margen Cuauhtémoc Cárdenas para hacer promesas de campaña. Ya antes, cuando buscó el Gobierno del Distrito Federal, ofreció tantas cosas, de tales tamaños, que el contraste con lo hecho fue plenamente desfavorable para el perredista.
Hoy, de nuevo en campaña, el michoacano deberá frenar sus palabras y no dejarse llevar por el expediente de las promesas fáciles: reducir el IVA de 10 a 15 por ciento suena bien, muy bien, para un electorado ávido de toparse con anzuelos simplistas. Pero, dígalo o no Zedillo (es decir, a pesar de que él lo diga), no debe caerse en la irresponsabilidad electorera, pues los problemas económicos estructurales requieren de un rigor en su tratamiento que no se lleva con el ofrecimiento de paraísos de ocasión.
El chirriar de las tuercas cuando se aprietan
Luego de platicar con el presidente Ernesto Zedillo, han desaparecido de manera mágica todas las graves impugnaciones que Roberto Campa Cifrián difundía días atrás a toda voz. El experto en convertir las derrotas priístas en cargos con buen presupuesto ya no considera que la contienda tricolor en la capital del país se ha prostituido ni le afecta terriblemente la compra de operadores electorales en favor de Jesús Silva Herzog, ni es éste el candidato oficialista apoyado por el sistema en pleno. No. Ahora, súbitamente convertido en un virtual monje budista, Campa Cifrián ya no busca pleitos ni denuncia irregularidades ni censura procesos pervertidos. No, ahora ha declarado que sus anteriores denuncias eran detalles menores, meros incidentes procesales, y que la contienda electoral priísta tiene todos los elementos para ser respetada desde ahora. ¿Cuál será el cargo al que arribará el comprensivo Roberto zen: la candidatura al Senado por el Distrito Federal o una diputación federal?
Astillas: Francisco Labastida está apretándole a los partidos de oposición donde sabe que les duele. Ciertamente es deplorable el espectáculo de panistas y perredistas peleándose de manera desesperada los restos del naufragio que, a su entender, se producirá el próximo 7 de noviembre en el Pritánic. Las piezas que motivan las disputas eran, hasta antes de que se previera la presunta fractura interna, elementos nefastos, defraudadores electorales, despilfarradores criminales de los recursos públicos, delincuentes enriquecidos al amparo del erario. Hoy, si rompen con el PRI y deciden dar el paso adelante con alguno de esos partidos adversos al tricolor, podrían pasar como héroes cívicos, mártires de la democracia, próceres visionarios. El planteamiento de Labastida es válido como discurso interno, pero faltará ver si, de verdad, no se producen los rompimientos que alimenten las ``transfusiones'' de priístas resentidos a los partidos opositoresÉ Algunos senadores y algunos consejeros de la Comisión Nacional de Derechos Humanos siguen enredándose en las madejas de lo jurídico y, por tanto, ofrecen al país la continuidad de Mireille Roccatti como fórmula salvadora de la legalidad. De poco ha servido el análisis de los magros resultados obtenidos durante la presidencia de la mexiquense, y de poco ha ayudado el observar el panorama desastroso de la diaria violación impune de los derechos de los mexicanos. Por fortuna, avanza el entendimiento de que la ratificación de la señora Roccatti sería un acto desastroso. Por ello se analizan ya los perfiles de prospectos a dirigir la citada comisión. De entre los nombres mencionados destaca la propuesta hecha por 73 organizaciones civiles y de derechos humanos (independientes) en favor de Guadalupe Morfín Otero, Luis de la Barrera, Miguel Sarre Iguíniz y José Luis Pérez CancholaÉ El reducto de Víctor García Lizama, que es la directiva del Nacional Monte de Piedad, se ha reunido con Jesús Silva Herzog, quien como secretario de Hacienda impulsó la carrera de aquél, quien llegó a ser director de aduanas. A pesar de la caída que viven por haber usado el dinero del banco de los pobres para negocios personales y familiares, y para proyectos políticos diversos (o tal vez debido a ello), los sobrevivientes de García Lizama siguen apostando a la política priísta, esperanzados en un cambio de timón que les devuelva el control de los fondos de la asistencia privada que usaron como patrimonio personalÉ
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