Emilio Pradilla Cobos
Metrópolis y globalización
La "globalización", entendida como la fase actual del largo proceso histórico de "mundialización" de las relaciones demográficas, económicas, políticas, informacionales y culturales entre los pueblos es un dato de la realidad contemporánea que tiene dos caras inseparables:
La de las posibilidades de ampliación, universalización y democratización de las relaciones entre países --la menos promovida por los gobiernos--, y la de dominio irrestricto de los grandes capitales hegemónicos, de privilegio de los intereses de las clases y los regímenes políticos dominantes, y de subordinación de los países menos desarrollados, a los que controlan la producción, el comercio y las finanzas mundiales. Para ellos, la "globalización", tal como ocurre, es un destino incuestionable e inmodificable, a pesar del enorme costo social de empobrecimiento y exclusión que pagan quienes no controlan el proceso.
Es evidente que las grandes ciudades como la Zona Metropolitana del Valle de México, de que es parte del DF, son los eslabones básicos en la relación con el mundo global, y al mismo tiempo los núcleos humanos que más resienten los impactos destructivos de sus efectos nocivos.
Pensar y construir el futuro de las metrópolis requiere por ello una postura sobre su papel en el proceso. Creemos que tenemos que modificar el curso de la inserción en el mundo global como país y ciudad para revertir las tendencias negativas actuales y potenciar las positivas.
El cambio de rumbo debe involucrar coordinadamente a la ciudad de México, zona metropolitana y megalópolis del centro de México. Entre otros aspectos nodales, parece importante señalar tres fundamentales:
En primer lugar, la necesidad de recuperar la viabilidad de la economía metropolitana en el ámbito nacional e internacional mediante políticas económicas y territoriales locales que desciendan de la abstracción de los equilibrios macroeconómicos hasta la economía concreta y sus actores; que reviertan la destrucción del sector agropecuario, reindustrialicen la metrópoli y la megalópolis mediante la atracción de empresas apropiadas en términos tecnológicos, ambientales y de bajo consumo de recursos escasos, de rearticulación de las cadenas productivas y cubrimiento de la brecha entre pequeña empresa atrasada y gran empresa moderna, de superación de la terciarización polarizada e informalizada, de absorción de la economía que abra oportunidades a muchos y refuerce la resistencia ante los ciclos económicos.
En segundo lugar, que la política se oriente hacia la recomposición de la base esencial de la economía urbana: la promoción de la micro, pequeña y mediana empresa; la creación de empleos estables; la recuperación del salario e ingreso de la mayoría de la población; la reconstrucción del mercado interno a partir de la demanda y la creación de formas territoriales que garanticen el adecuado despliegue de esta base económica. En tercer lugar, como resultado de estas políticas integradoras, la recuperación de las condiciones sociales de la productividad urbana, de la calidad de vida de sus trabajadores, para mejorar su situación actual y sustentar el esfuerzo de incremento de la producción urbana global y mejoramiento cualitativo de su capacidad tecnológica y cultural. Solo la elevación de esta productividad colectiva nos hará competitivos durablemente y como sociedad urbana; la competitividad focalizada en unas pocas empresas modernas integradas al mercado mundial, en la atracción de capital para megaproyectos inmobiliarios de corta duración, o en cambios tecnológicos elitistas y poco creadores de empleo es sólo un resplandor coyuntural.
Este camino, cada vez más compartido por los sectores progresistas de los países dominados, no es el de los gobernantes neoliberales y sus aliados conservadores. Su aplicación pasaría por una decisión democrática de la mayoría, que los deje fuera del control del Estado nacional y local. En la ciudad, el proceso electoral en curso enfrentará a las dos concepciones y políticas frente a la "globalización". Por eso parece importante que quienes compiten por las candidaturas al Ejecutivo y al Legislativo local hablen claro de estos temas y de sus propuestas para cambiar a fondo la realidad actual.