Daniel Cazés
Torre II de Humanidades
En la Torre de Humanidades II se investiga la problemática del mundo actual. El género, el colonialismo, la economía, la política, la sociedad, la cultura, son los campos en que trabajamos ahí decenas de universitarias y universitarios. No pocas de nuestras investigaciones revelan los intereses y poderes dominantes en México y en el mundo, y se ocupan de las alternativas que nuestras sociedades latinoamericanas construyen para transformar sus condiciones. Las organizaciones civiles y democráticas hallan en los encuentros académicos que tienen lugar en este sitio, espacios críticos de reflexión y aprendizaje conjuntos con grupos interdisciplinarios. Ahí se han producido ideas y participación para las observaciones de Alianza Cívica y las consultas ciudadanas de la Fundación Rosenblueth. Ahí está el espacio en que se elabora la conjunción entre las llamadas ciencias duras, las sociales y las humanidades, y ahí se desarrolla el programa en el que la teoría de género se proyecta al universo de la vida académica y, como sucede con todas las humanidades, hacia la ética, la cultura y la política, para contribuir a la democratización de México. Ahí se publican, entre muchos otros textos, los folletos de las colecciones Aprende a aprender, destinada especialmente a quienes estudian en las universidades públicas, y Conceptos, que revisa la historia de las categorías científicas y la discusión sobre ellas.
Ahí trabajamos decenas de personas de diversas tendencias filosóficas y políticas, que desde mayo contribuimos a analizar y difundir la importancia de las demandas estudiantiles frente a los proyectos oficiales de transformación de nuestra universidad civilizadora en universidades empresariales; sin investigación ni bachillerato, donde los alumnos serán clientes y los maestros empleados, sin autonomía ni libertad de cátedra. De nuestros cubículos hemos salido a crear condiciones para que nuestros colegas, la administración institucional y los paristas reconozcan que la dimensión social de la universidad concierne a todos los universitarios, y por ello, contra la indiferencia dominante, las opiniones influyentes y la publicidad televisiva, hemos organizado nuestros Colegios. Desde este inmueble se han emitido declaraciones acerca de nuestro apoyo a las reivindicaciones estudiantiles, y propuestas para hallar salidas y soluciones al conflicto que también es nuestro. Un buen número de nosotros trabaja por la transformación democrática de la UNAM y del país desde hace 20, 30, 40 años y más. Hay que agregar que ninguna de las instancias académicas alojadas en la Torre ofrece estudios de posgrado, ni cursos de cualquier tipo.
Hace unos meses la Torre fue clausurada, según se informó, "por instrucciones de las autoridades" que no consideraron necesario auscultar al personal que afectarían en su labor académica. Así permaneció la Torre casi un mes. Finalmente se consiguió la reapertura (por acuerdos en los que tampoco participamos), sin que esas autoridades respondieran a nuestros escritos.
La semana pasada, a la Torre llegaron en actitud intimidatoria unas 50 personas con la orden de desalojar. Media docena de personas reunidas con el doctor González Casanova invitamos a esos estudiantes a dialogar, pero ellos se negaron y procedieron a catear a quienes iban expulsando del edificio, a revisarles los portafolios y expropiarles disquetes, y otros materiales de trabajo, a veces con jaloneos. Ningún desalojador aceptó intercambiar ideas ni escuchar argumentos. En lugar de ello, a jaloneos y en tono de insulto aseguraron que escribimos libros para los ricos, investigamos para la burguesía y cumplimos órdenes del PRD (en otros tiempos en la UNAM se criticaban las políticas del PRI que ese día sólo evocamos las víctimas del tumulto). Nos informaron que iban en camino de cerrar la DGSCA, y advirtieron que una Comisión decidirá cuáles de nuestras investigaciones sirven al pueblo y por ello podrán continuar.
La mayoría de las personas expulsadas salieron sin chistar. Algunas confesaron después su disgusto con un dejo de culpabilidad en la voz por censurar a "los chavos". Otros exiliados comentamos que esos "chavos" son ciudadanos y ciudadanas que asumen su responsabilidad política como han decidido hacerlo, y que con su presencia amedrentadora y rehusando el diálogo estaban haciendo lo mismo que con su verticalismo habían hecho las autoridades anteriormente.