Alberto Aziz Nassif
El PRI: discursos contra realidades
CUANDO SE HABLA DE DEMOCRACIA y de cambio hay una pregunta que se discute de forma amplia: Ƒpara un cambio democrático es necesario contar primero con expresiones de una nueva cultura política y luego crear instituciones o el proceso empieza al revés? Si nos atenemos a los cambios democráticos que se han dado recientemente en México vemos que primero surgen voluntades y movimientos de la sociedad, que a su vez son conducidos por actores y liderazgos creíbles y luego, después de largos conflictos, empiezan a darse cambios institucionales. Así fue en el espacio electoral; no se entiende lo que hoy existe, una competencia partidista con reglas y organismos electorales autónomos, si no se mira antes hacia las luchas por la transparencia y las múltiples reformas electorales. Hoy el PRI se encuentra en la fase final de una elección interna, pero todo indica que son más fuertes e imponentes las resistencias, inercias y una cultura política autoritaria, que los buenos deseos y los discursos del Presidente de la República.
El domingo pasado el presidente Zedillo se reunió con su partido para establecer algunos buenos deseos. Cuando se abrió el proceso interno del tricolor se sabía que podía haber riesgos, los cuales en ese momento no tenían nombre, ni dimensión. A medida que transcurrió el proceso, esos riesgos fueron adquiriendo rostro y espesor. Lo que estaba calculado como una rutina, una competencia suave entre precandidatos para legitimar a uno, se convirtió en una competencia interna dura y desagradable para las costumbres de ese partido; la propaganda a través de los medios masivos se hizo estridente y llegó a una guerra sucia; las campañas se convirtieron en una denuncia permanente de tres precandidatos en contra del llamado candidato "oficial". El PRI había creado una competencia real, pero al parecer, no estaba preparado para ello. La cuerda se empezó a tensar y los cálculos de una ruptura y de un proceso sucio en el que la elección saliera mal pasaron de ser un escenario lejano a uno muy próximo.
ƑQué pasa cuando se les dice a los priístas que, después de décadas, ahora son libres para elegir a su candidato? ƑCómo se comportan las estructuras de ese partido que no están organizadas para hacer elecciones limpias? ƑCómo se controla la compra del voto, la manipulación, la línea? ƑQué parte del aparato tiene cada precandidato? ƑCómo se da la relación entre operadores antagónicos cuando son del mismo partido? ƑDónde queda la cultura del tapado y de la cargada? Resulta un dato curioso para cualquier observador externo ver cómo los precandidatos, todos priístas y operadores de elecciones, ahora cambian de discurso y se rebelan en contra de la línea y de la manipulación. ƑA qué suena escuchar a Madrazo y a Bartlett hablar de democracia, de transparencia y de equidad? ƑQué credibilidad tienen las propuestas de cambio de Roque? ƑCómo considerar a Labastida un candidato que compite en condiciones de equidad cuando el aparato partidista y gubernamental lo soportan? ƑA quién le habla el presidente Zedillo cuando afirma que no tiene ni tendrá candidato? Son muchas las dudas sobre la democratización del PRI. Todos estos días de campaña se han llenado de impugnaciones sobre las condiciones de equidad y transparencia. En la parte técnica de la elección también hay dudas: sin padrón y sin ley, Ƒcómo se puede garantizar que no haya mano negra en la elección? Después de ver lo que sucedió con las elecciones internas del PRD en marzo pasado, la pregunta es, qué hace diferente al PRI para que sí pueda sacar adelante su proceso de forma limpia.
Entre los posibles escenarios se pueden plantear dos situaciones polares: un proceso más o menos limpio, pero legitimado por los perdedores que aceptan su derrota; uno contrario, con una elección sucia y una disputa entre los precandidatos, en la que los perdedores no aceptan el resultado y piden la anulación. Entre ambos puede haber variaciones que van del conflicto a la negociación. Otro factor que puede influir es la diferencia que se vaya a dar entre el primero y el segundo lugar es; si es grande y contundente, la posibilidad del conflicto se puede aminorar significativamente, pero si es muy cerrada, entonces existen todas las piezas para un gran litigio. En dos semanas veremos de qué se trató, si hubo democracia y consenso interno o un litigio y una división. *