Ť Pide a los 224 consejeros electorales del país actuar al margen de presiones
La misión del IFE, por encima de intereses partidistas: Woldenberg
Ť Comicios creíbles y confiables asegurarán un horizonte político que nunca se había logrado, dice
Andrea Becerril Ť El presidente del IFE, José Woldenberg, instruyó a los 224 consejeros electorales locales del país a actuar con absoluta legalidad, objetividad e imparcialidad, sin prejuicios y al margen de visiones parciales o partidistas, de presiones o de intereses coyunturales en la organización de los comicios federales del 2000. El que éstos sean creíbles y confiables permitirá ''asegurar un horizonte político que nunca antes se había logrado'' en México, dijo.
Al inaugurar la tercera Reunión de Consejeros Electorales Estatales, Woldenberg recalcó que el Instituto Federal Electoral no es una institución militante. ''Nuestra tarea es distinta y ajena a cualquier estrategia partidista. Nuestra misión fundamental es superior y está por encima de cualquier interés y cualquier partido''.
Hay que ser enfáticos, insistió: ''El IFE no puede admitir negociación, posposición o vacilación al aplicar la ley. La prueba de fuego de la independencia e imparcialidad de cada uno de ustedes, y de los consejos en su conjunto, reside ahí más que en ninguna otra parte: aplicar la ley, dejar al margen filias o fobias particulares, no dejarse envolver por las presiones o los litigios en curso de los actores, por agudos que éstos sean''.
Se cuenta con todo para realizar un
proceso apegado plenamente a la ley
Antes, el presidente de la Comisión de Organización Electoral, el consejero Jesús Cantú, resaltó que el IFE cuenta con todos los instrumentos y herramientas necesarios para lograr el mejor proceso electoral de la historia del país: creíble, confiable, transparente, legítimo y apegado plenamente a la legalidad.
Es la primera ocasión, agregó el también integrante del Consejo General del IFE, en que este instituto llega a unas elecciones con el mismo marco legal y el mismo órgano de dirección, pero sobre todo,''arriba con tres años de trabajo, de transformación, de mejora constante, lo que posibilita el éxito de los comicios del 2000, en los que se habrá de elegir presidente de la República, 128 senadores y 500 diputados''.
Cantú hizo notar asimismo que aunque el padrón es de mucha mayor calidad que el de 1997, y la red de informática está instalada prácticamente en 90 por ciento de las juntas ųlas que faltan es por razón de las lluvias recientesų, y se cuenta en general con las herramientas para la toma de decisiones en todos y cada uno de los 332 consejos (300 distritales y 32 locales), ''los instrumentos no son nada sin el ser humano que les dé utilización''.
Por ello, dijo, ''en gran parte dependemos del trabajo que todos y cada uno de ustedes realicen en los consejos locales''.
Por su parte, Woldenberg resaltó que el país se enfrentará en el 2000 a un cambio radical: ''la decisión crucial de la política: la decisión de quién gobierna. Durante décadas había estado encapsulada, reservada al interior de una coalición, de un solo partido, pero hoy en México la decisión de quién gobierna la tienen los ciudadanos con su voto, eligiendo entre opciones fuertes y realmente competitivas''.
Ese cambio, insistió, es crucial y difícilmente reversible. ''México es una sociedad compleja, conectada con el mundo, denodadamente plural. Su transición a la democracia no era sólo el ideal de un grupo, de un líder o de un solo partido; por el contrario, la transición democrática era una necesidad de la nación''.
Los códigos de entendimiento han cambiado. ''Ninguna fuerza puede hoy abrogarse la representación de la nación entera''. La presencia y competencia de partidos ha cambiado casi todas las rel aciones y las prácticas políticas: ha erosionado el poder del Presidente, ha invertido la dinámica de trabajo en el Congreso de la Unión. Ante nuestros ojos emerge una reforma del poder del Estado nacional.
La dimensión de ese cambio no puede ser disimulada, agregó Woldenberg, y recalcó a los consejeros: ''Ustedes no vienen a ocupar un cargo o un puesto más, el suyo no es un trabajo como cualquier otro. Ustedes vienen a cumplir una misión esencial: que en el año 2000 tengamos unas elecciones incuestionadas''.
Les advirtió que su trabajo está sujeto a la mirada de los partidos y de los ciudadanos, y está también ''a la mitad de una disputa y una contienda democrática creciente. Enfrentar nuestras tareas en una circunstancia como ésta, exige de todos nosotros la mayor responsabilidad'', señaló.
A consejeros de todos los estados les expresó que la legalidad ''es la palabra maestra''. Tanto rigor legal, y ese respeto ''obsesivo'' del IFE por los procedimientos, es una condición de confianza.
Y algo más: ''La ley con la que trabajamos es el producto de años y años de discusión, análisis, crítica y negociación entre grandes fuerzas políticas. Es posible que en la década de los 90 no haya otra legislación que haya sufrido más y más profundos cambios que nuestro código electoral. Esa ley ha sido una de las claves de la transición democrática pacífica y civilizada''. De ahí que, les insistió, deberán actuar con legalidad y objetividad. Necesitamos consejeros que actúen sin prejuicios, al margen de visiones parciales o de intereses coyunturales. ''El regulador de nuestro trabajo no son las buenas intenciones, sino aquellos mandatos conferidos en la ley. No somos promotores de nuestras propias preferencias, sino garantes de la legalidad'', dijo.
En igual tono, el consejero presidente del IFE añadió: ''Si nos sujetamos a la ley, no habrá equivocación posible y no habrá garantía mayor de un trabajo imparcial e incuestionado... Ante las ocurrencias y las presiones, la ley. Ante las parcialidades, las visiones subjetivas, las vacilaciones y la parcialidad, nosotros seremos imparciales. Ante un escenario competido, intenso, ante debates agudos y energías políticas desatadas, tenemos el instrumento de la objetividad. Si superamos esa prueba, habremos colocado a nuestro país en una ruta promisoria, plenamente moderna de una vida política''.
El consejero presidente del Instituto Federal Electoral concluyó: ''Hace falta un último examen normalizador, una última prueba, la que se verificará el próximo año. Que eso ocurra depende de su trabajo, legal, objetivo, imparcial, discreto, comprometido, fuera de cualquier estrategia partidista''.