La Jornada domingo 24 de octubre de 1999

Antonio Gershenson
La polarización

hemos estado viendo ejemplos claros de cómo las posiciones extremas, aparentemente opuestas, se refuerzan mutuamente. ƑQue los sectores del movimiento estudiantil que en realidad quieren ante todo resolver el conflicto alcanzaron la mayoría y se dan pasos hacia una solución? Basta con que un pequeño grupo se desprenda de una manifestación para bloquear el Periférico, que haya hechos de violencia y que haya una reacción excesiva de los granaderos. Con eso, se vuelven a polarizar las cosas. Y, claro, el rector recibe todo esto con beneplácito, dado que había sido relegado a un segundo plano por una instancia negociadora, y se lanza de nuevo a buscar cómo provocar una represión.

En unos días, lo que iba por un camino hacia la solución vuelve a otro periodo de polarización. Esto no es una cuestión que tenga que ver exclusivamente con las personas involucradas, ni siquiera sucede sólo en nuestro país. Es más, en otros países se ha llegado más lejos por este camino. Por ejemplo, en Israel un fanático de la ultraderecha asesinó al primer ministro por el crimen de haber dado pasos hacia la paz en el Medio Oriente, y en par-ticular con los palestinos. Y los líderes palestinos que impulsaron ese mismo proceso son atacados por sectores ultrarradicales de su propio pueblo.

Esta dinámica y sus riesgos deben ser tenidos muy en cuenta por todos, y en especial por los protagonistas directos. Puede, en determinados momentos, haber diferencias importantes entre personas, países, pueblos o entidades políticas. Debe tenerse presente, sin embargo, que llega el momento del diálogo, de la búsqueda de soluciones que no impliquen necesariamente la aniquilación de la contraparte, entre otras razones porque a menudo eso no es posible.

Por ejemplo, estamos en un proceso electoral. Es un proceso complejo y bastante más largo que ninguno anterior. La polarización se hace presente incluso entre precandidatos del mismo partido. Es habitual, por lo menos en México, que en este periodo sea muy difícil que haya acuerdos consensados entre las fuerzas políticas, especialmente a medida que se acerca la fecha de la elección. Pero no debe perderse de vista que después de esa confrontación política y electoral será necesario llegar a acuerdos mínimos, especialmente en el muy probable caso en el que no haya ningún triunfador absoluto; es muy posible que ningún partido tenga, como no la tiene hoy, mayoría absoluta en el Congreso. Debe tenerse en cuenta, entre otras razones, para que la campaña electoral no se lleve en términos tales que dificulte en extremo esos futuros acuerdos. Valiente triunfo el que no permite gobernar al ganador.

La confrontación de propuestas políticas, que sólo serán creíbles si vienen respaldadas con los hechos de gobierno de quien las impulsa, y las principales fuerzas políticas del país gobiernan por lo menos algunos estados, debe ser el centro de las campañas, no la descalificación y el insulto. El ambiente de polarización excesiva es el caldo de cultivo para hechos más graves. No debemos olvidar que en el anterior fin de sexenio hubo incluso asesinatos de políticos de alto nivel. *