Arnaldo Córdova
UNAM. La solución
He escuchado últimamente muchos comentarios (más de los que desearía) en el sentido de que el conflicto de la UNAM no tiene ya más salida que el uso de la fuerza y la liquidación del problema con una "aplicación de la ley", que todo mundo parece decir que no debe significar una solución violenta, pero que, stricto sensu, no quiere decir otra cosa más que eso. Los universitarios, la sociedad, los partidos políticos, y no veo quiénes no, están hartos de este conflicto que en todo momento pudo haberse solucionado sin ninguna dificultad, pero que mantienen desde las posiciones más extremistas los grupillos hegemónicos del Consejo General de Huelga y el rector y sus directores y funcionarios.
No estoy de acuerdo con quienes postulan que la idea de una comunidad universitaria es una mera utopía, si no es que una estupidez. Quienes dicen eso, por lo general, no son universitarios. Esa comunidad existe, siempre ha existido y se funda en una división del trabajo de la que nadie puede excluirse o exceptuarse. Ser maestro, alumno o trabajador administrativo (desde hace unos 30 años) encierra sentidos prácticos que son insoslayables y que tienen siempre que ver con las funciones que cada uno desempeña en la vida de la universidad. Nuestra comunidad no es un ateneo de iluminados, por si hiciera falta precisarlo. Es una empresa educativa y cultural a la cual todos los universitarios sentimos debernos.
Es ese sentimiento comunitario, que se centra en el deber del trabajo, lo que a un buen grupo de académicos y estudiantes nos hizo pensar, desde hace varios meses, en la necesidad de realizar una consulta en la que los universitarios pudieran expresar su opinión sobre el conflicto que nos envuelve desde hace ya seis meses cumplidos. Es un hecho que muy pocos pueden negar el que la inmensa mayoría de los universitarios simplemente no tenemos vela en el entierro y que un par de minorías incapaces de ponerse de acuerdo nos tienen a todos entre la espada y la pared, sin que se hayan nunca tomado el trabajo de preguntarnos qué pensamos acerca de todo ello y cuáles creemos que sean las soluciones.
Ni el rector y sus compinches ni los energúmenos que se han adueñado del CGH son la universidad y no representan más que intereses mezquinos y muy particulares, por encima del interés general de todos los universitarios. Me he preocupado por constatar, junto con un grupo de alumnos, la entidad de las llamadas asambleas estudiantiles. Pudimos comprobar que ninguna de las que aprobaron el paro tuvo más de unos cuantos cientos de participantes. En la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales se pudo ver que quienes decidieron ir al paro no eran más de unos 150 individuos. Las asambleas a las que "se bajan" las discusiones para tomar acuerdos no son, en el mejor de los casos, más que de unos cuantos cientos de individuos, muchos de los cuales ni siquiera son estudiantes.
Cuando decidimos realizar nuestra consulta a los universitarios, pensamos, muy realistamente, que apenas nos atenderían unos cuantos miles de ellos. Aun así, decidimos que ellos serían muchos más de los que ahora están decidiendo nuestros destinos, desde el CGH y desde la rectoría. En un principio, todo mundo se nos echó encima y, en primer lugar, los contendientes directos. Aun así, decidimos llevar a cabo nuestra consulta, que muchos han llamado impropiamente referéndum o plebiscito; nosotros siempre dijimos consulta. El objetivo era dar voz a quienes en el conflicto han sido siempre ignorados, los universitarios.
Hasta el último día tuvimos a todos en contra. El pasado 21 de octubre llevamos a cabo nuestra consulta. Nuestro propósito inicial fue realizarla en los campus universitarios. Después de la toma de los institutos, más violenta y atrabiliaria de lo que muchos se imaginan, decidimos llevarla a cabo afuera, en las plazas de la ciudad. Y los universitarios respondieron. Cabe señalar que fijamos requisitos muy estrictos para participar en la consulta. Debía ser sólo entre nosotros los universitarios. Fue de verdad hermoso constatar que miles y miles de ciudadanos quisieron votar y dar su opinión, pero no pudieron por el solo hecho de que no demostraron ser universitarios. Más de 27 mil universitarios se volcaron sobre nuestras pobres 140 urnas en todo el país (donde la UNAM está presente) y lo hicieron con la mayor convicción.
Todavía nuestro Comité Técnico no acaba de revisar los votos sobre las seis preguntas que hicimos, pero se puede decir que nuestra consulta fue todo un éxito: 86 por ciento de los universitarios se manifestó por levantar el paro y 99 por ciento por el diálogo y la negociación entre los rijosos que nos han cerrado nuestra casa de estudios. Le pusimos un "monte" a los del CGH para las consultas que quiere realizar: nosotros controlamos estrictamente que no votaran más que universitarios; vamos a ver si ellos son capaces de obtener esa votación sin sus apoyos externos, que acostumbran engrosar sus manifestaciones (y hasta sus "guardias"). Al rector le demostramos que la inmensa mayoría de los universitarios no estamos con su insensata política de confrontación. Y al resto de los universitarios le hicimos ver que nosotros podemos decir lo que pensamos y que se nos debe tener en cuenta. Si hay una solución al conflicto, ésta es que se nos deje decidir a todos. *