n Menem, su principal adversario, no la Alianza
Duhalde, tras la tarea de ganar la madre de todas las batallas
n Durante su carrera política ha vencido siempre los obstáculos
n La política neoliberal, la gran barrera contra sus pretenciones
Stella Calloni, corresponsal, Buenos Aires, 22 de octubre n Si el candidato del gobernante Partido Justicialista, Eduardo Du-halde, lograra una victoria el próximo domingo, no sólo derrotaría a las encuestas, que en su mayoría no lo favorecen, sino que también habría ganado la madre de todas las batallas ya que su principal enemigo fue, sin duda, el propio presidente Carlos Menem y su equipo, empeñados en obstaculizar su llegada a la presidencia.
De hecho, el candidato presidencial de la Alianza opositora, Fernando del Rúa, sigue encabezando las preferencias para los comicios del 24 de octubre, de acuerdo con los sondeos publicados hoy por la prensa local y que le otorgan una ventaja que oscila entre 14 y 17 puntos sobre Duhalde.
En el ámbito del realismo mágico derrotaría también el viejo maleficio de la política: ningún gobernador de la provincia de Buenos Aires pudo llegar a presidente.
El hecho extraño es que Duhalde, un abogado nacido el 5 de octubre de 1941 en el municipio de Lomas de Zamora, al sur de esta capital, debió luchar denodadamente contra el menemismo dentro de su propio partido, pero todos le reconocen ahora una gran voluntad para permanecer y disputarle el poder a Menem, cuyos hombres más cercanos han ganado fama por sus métodos de acción política nada convencionales.
Duhalde ha mostrado una enorme voluntad de lucha, ya que incluso las trampas menemistas lo obligaron a comenzar su campaña muy tarde. Sin embargo, como diputado nacional en 1987 fue uno de los pocos dirigentes peronistas que se alineó con Menem cuando éste decidió competir en la lucha interna por la presidencia, allanándole el camino para lograr respaldo en la provincia de Buenos Aires.
La fórmula justicialista que triunfó en 1989 fue la que integraron ambos.
Durante dos años Duhalde se desempeñó en tareas en general protocolares como vicepresidente, hasta que Menem le propuso postularse como candidato para gobernador en la provincia de Buenos Aires, donde habitan 14 millones de los 36 millones de argentinos, elección que ganó en 1991.
En 1994 Duhalde da un paso fuerte al lograr el apoyo del ex coronel carapintada Aldo Rico, ahora intendente de un barrio humilde del gran Buenos Aires, para una reforma de la Constitución provincial que finalmente le permitió relegirse.
La difícil ruta hacia la nominación
Desde que en 1994 en la nueva Constitución se aprobó la relección presidencial por una sola vez, Duhalde entendió que Menem había logrado su objetivo y que iría como candidato en 1995. Entonces comenzó la madre de todas las batallas.
El triunfo menemista de 1995 se produjo cuando se esperaba el supuesto derrame de las riquezas y la euforia de la convertibilidad endeudaba a millones de argentinos, que se vieron así bajo el chantaje de perderlo todo si el justicialismo perdía.
Nuevos miedos remplazaban a los de las dictaduras, mientras Menem iba tejiendo una red de poder que fue desde lo económico a los "favoritismos" a empresas extranjeras, mediante privatizaciones sospechadas de irregularidades, y su alineación con Estados Unidos para lograr la protección y la "vista gorda" de los organismos financieros que nunca le reclamaron por la corrupción reinante. También favoreció a verdaderos monopolios de medios de comunicación. Otra forma de poder.
En 1997 con el auge de la corrupción en el Estado y la falta de credibilidad en la justicia, con una Corte Suprema dependiente, fue creciendo en la sociedad una demanda de cambios que llevaría al triunfo a la Alianza en la provincia de Buenos Aires.
Fue un año muy duro para Duhalde porque su esposa Hilda, quien se lanzó como candidata a diputada por su provincia, fue derrotada por Graciela Fernández Meijide.
Duhalde no se dio por vencido, considerándose el candidato natural para suceder a Menem en 1999, pese a que fue arrinconado una y otra vez por el poder menemista. En 1998, la posibilidad de una segunda relección de Menem, a todas luces anticonstitucional, fue mantenida a través de diversas estrategias que rozaron la ilegalidad.
Otro de los recursos de Menem fue sacar de la manga posibles candidatos, como Carlos Reutemann, ex corredor de autos, quien como gobernador de Santa Fe ganó fama de honesto. Luego le tocó a Ramón Palito Ortega, un advenedizo al peronismo, hasta que éste percibió que se le estaba utilizando y se unió a Duhalde. A finales de mayo de este año estaba en la palestra Adolfo Rodríguez Saa, gobernador de la provincia de San Luis, el precandidato más fugaz.
Pero venciendo a todos, incluso a Menem, finalmente Duhalde logró la nominación peronista. Pero ahora viene lo más difícil