n Una segunda vuelta electoral sería la única alternativa para el peronismo


Aseguran sondeos que De la Rúa será presidente

Stella Calloni, corresponsal, Buenos Aires, 22 de octubre n Cuando ya el país está bajo veda política, todos los indicadores cerraron con un pronóstico casi generalizado: Fernando de la Rúa, candidato de la Alianza opositora --Unión Cívica Radical (UCR) y Frente País Solidario--, podría ser el próximo presidente electo de Argentina a partir del lunes 25.

Este es hasta ahora el escenario más probable de acuerdo con las encuestas, aunque también sugieren la remota posibilidad de que no alcance la mayoría y deba ir a una segunda vuelta, compitiendo con Eduardo Duhalde, del gobernante Partido Justicialista, lo que alienta a este último, quien sin embargo ha manifestado la seguridad de ganar derrotando a las encuestas, que sería el escenario más sorpresivo.

De los otros ocho candidatos, el que más ligeramente se acerca es Domingo Cavallo, del derechista Acción por la República, con 10 por ciento, quien dijo que si hay balotage daría libertad de acción a sus seguidores, lo que muchos no le creen y piensan que terminaría inclinándose por Duhalde.

La historia de Cavallo más recordada es que fue funcionario de la última dictadura militar y su paso por el Banco Central en ese entonces fue clave para la estatización de la deuda privada, que se disparó e incrementó en forma constante.

Cavallo fue canciller de Carlos Menem, pero fue su paso por el Ministerio de Economía lo que le dio relevancia, después de aplicar el plan para combatir la inflación del final del gobierno de Raúl Alfonsín y los primeros años del actual presidente.

Se transformó en la mano dura del modelo, aunque debió renunciar en 1996 después de haber denunciado a las "mafias del poder" el año anterior.

Sin embargo, Cavallo es sólo popular en un sector de clase media alta argentina, especialmente la beneficiada por el modelo de los tecnócratas, y también entre quienes piensan que tiene un estilo "más prolijo" que los menemistas.

Pero el político que ha logrado ya vencer el gran desafío es sin duda De la Rúa, quien tiene la mejor imagen en estos momentos en todo el país, ya que como primer intendente electo de esta capital encontró un municipio agotado por la corrup- ción y puso énfasis en el tema de la cultura, así como en la recuperación ciudadana, además de que se jacta de su austeridad.

Enfrentó una fuerte campaña en contra, especialmente con la nueva legislatura porteña, donde los aliancistas intentaron introducir civilizados códigos de convivencia y leyes más justas que imposibilitaran la corrupción policial.

Sin embargo, una acción mediática típica de la "guerra sucia" gubernamental tradujo a los ciudadanos esta intención civilizada como "un debilitamiento de la justicia".

De la Rúa, quien nació en la provincia de Córdoba en 1937, vive hace más de 30 años en Buenos Aires y si llegara a la presidencia significaría la culminación de una larga carrera política en la UCR, que en 1963 lo llevó a convertirse en asesor del presidente Arturo Illia, ya fallecido.

En 1973 tuvo un exitoso regreso al ser elegido como senador en esta capital tras vencer al peronismo, en auge de nuevo.

Se le ubica en el sector más moderado y conservador de la UCR, el partido centenario al que le tocó comenzar la transición hacia la democracia de la mano del ex presidente Raúl Alfonsín en 1983, aliado ahora con el Frepaso.

Integró en 1973 la fórmula presidencial de la UCR junto a Ricardo Balbín, uno de los más polémicos dirigentes del radicalismo, y a lo largo de la dictadura militar trabajó como abogado y se lo ha señalado como un político que si bien ocupaba un lugar destacado no desafió al régimen, como no lo hicieron muchos en esa época.

Precisamente el ala más progresista del radicalismo que lideraba Alfonsín lo derrotó en las elecciones internas partidarias en 1983, y por esta razón se habla de la eterna rivalidad con el ex presidente, cuyo tono es muy distinto al discurso moderado del candidato actual.

De la Rúa fue senador en 1983 y diputado nacional en 1991, para ser elegido nuevamente senador en 1992. El 30 de junio de 1996 logró su gran triunfo imponiéndose con fuerza como el primer jefe de gobierno electo en la ciudad de Buenos Aires.

Al parecer otro periodo ha comenzado, porque su figura austera, seria y su discurso medido aparecieron como un "bálsamo tranquilizador" después del impetuoso paso del "huracán Menem".

El peronismo centró su campaña primero en una propaganda en la que se señalaba a De la Rúa como aburrido y no en pocas ocasiones como un hombre débil para tomar las riendas de un país que se encuentra en graves dificultades, pero evidentemente se equivocaron porque fue su estilo, como señalan muchos encuestadores, lo que dio confianza a la gente.

Diez años de menemismo han instalado una profunda necesidad de cambio en la sociedad, surcada por la grave crisis económico-social y la incredulidad y el escepticismo político.

Después de todo un caudillo del interior, que se decía nacionalista, con largas patillas y poncho, que había prometido el salariazo y la revolución productiva, terminó siendo el artífice de un modelo ultraneoliberal que trajo desempleo, desigualdad y exclusión social para millones de argentinos, y ahora se va en medio de una severa recesión, con altos índices de pobreza, atraso y rodeado de funcionarios denunciados por corrupción.

Por esta razón el estilo de Fernando de la Rúa, sobrio y sin estridencias, es el que mejor recibe la sociedad de hoy que busca un cambio político.