n Aléxandros, novela del antropólogo italiano
El privilegio del escritor es la imaginación, dice Massimo
n El Alejandro Magno que interpretó Burton, una barbaridad
n ''La historia puede y debe ser crítica con su objeto de estudio''
César Güemes n Antropólogo especializado en topografía antigua, en su momento profesor de la Universidad Católica de Milán, de la de Venecia, de la Sorbona y de varias instituciones extranjeras en Italia, como la Loyola University of Chicago, el escritor italiano Valerio Massimo se define como ''arqueólogo freelance". Su nueva obra, Aléxandros (Grijalbo), está ya en 30 países y fue traducida a 19 idiomas. La vida y muerte de Alejandro Magno es el tema de la novela que si bien se apega con rigor histórico a los documentos y sitios que la ciencia registra, no puede ser un libro académico ni lo precisa.
-Usted reside en la campiña italiana y sin embargo sus escritos versan siempre sobre aventuras, viajes, correrías.
-Son dos aspectos de la misma persona. Desde niño me interesaban los viajes por las lecturas de Verne, Salgari o Cooper. Y de adulto mediante mi profesión me he visto en todo tipo de ambientes, como los de Africa o Medio Oriente.
Adoptar un código de honor
-ƑQué tan indispensable se le ha vuelto el visitar los sitios que son escenario de sus novelas?
-Puede ser necesario, pero no es indispensable. Pensemos en Salgari, que nunca salió de Turín, y describe situaciones exóticas y fantásticas sin que precisara poner un pie fuera de su ciudad. En ocasiones ayuda mucho el viaje. Por ejemplo, antes de esta novela apareció en castellano El faraón del desierto, que es producto en buena medida de las labores de un colega y yo en un campo de excavación que mantenemos en el desierto. La descripción del sitio fue, entonces, muy similar a lo que observé, pero en cuanto al realismo tendría que hacer un apunte. En ocasiones éste parece más fuerte, cuando personalmente tomas los datos físicos de los sitios, sin embargo el privilegio del escritor es la imaginación. La verosimilitud se ayuda del mundo real, pero no depende de él.
-ƑA qué se debe que entre una novela y otra dé a conocer ensayos propios de la investigación? Podría ser escritor de tiempo completo.
-Podría, pero trato de seguir un código de honor que me requiere también dar a conocer los avances que voy realizando en mi materia. No es un descanso, es otra vida, conformada más o menos a partes iguales por la academia y por la investigación sobre el lugar de los hechos.
-ƑDe dónde viene su interés por Alejandro Magno y de dónde la necesidad de hacer una novela sobre su vida?
-Nunca hice una obra académica sobre él, sólo artículos, investigaciones sectoriales, por ejemplo sobre el intinerario de su conquista. Pero Thomas Schülly, el productor cinematográfico de El nombre de la rosa y de El barón de Munchausen, concibió el proyecto de una película grandiosa sobre Alejandro Magno, con un rigor histórico y sentido europeo. Me pidió ser el asesor histórico y arqueológico del proyecto. Oliver Stone iba a ser el director. Bien, a lo largo de dos años Stone nos envió al productor y a mí grandes listas de preguntas al respecto. Mi trabajo consistía en hacerle ''ver" al cineasta el mundo del cual hablábamos.
''Posteriormente mi editor italiano pogramó la publicación, dentro de una serie de clásicos, de un volumen sobre los poemas medievales en torno de Alejandro Magno. Para ello organizó una conferencia de prensa en Persépolis. Y me pidió ser guía histórico de los periodistas. Lo que hice fue reconstruir, con palabras, la noche en que el palacio de Persépolis fue quemado. Al final del día, el editor de Mondadori me dijo: al escucharte sentí que toda esa historia estaba sucediendo en el presente; sería muy bueno que narraras eso en una novela. Bien, así comenzó el interés literario. Hablamos al respecto. Me di cuenta del material que tenía y le pedí diez días para valorar si contaba con una posible novela o no. Transcurrió el lapso. La novela tomó impulso y a lo largo de trece meses, trabajando incluso los domingos, sin tomar vacaciones, me dediqué casi solo a la escritura. Este desempeño literario provocó que ya para los capítulos finales mi presión arterial disminuyera 30 unidades."
Tratamiento tridimensional
-La cinta no se realizó, finalmente.
-No, porque el proyecto era tan enorme como sus problemas. El máximo de ellos es que en Europa no disponíamos del dinero para la producción, que requería tantos dólares como Titanic. Además, la gente del dinero en Estados Unidos no tiene la sensibilidad para asuntos de este tipo. El Alejandro Magno que hicieron en los años sesenta con Richard Burton fue una barbaridad y una estupidez absoluta. Lo que deseaba realizar el productor Schülly era una aproximación realista, histórica, fuerte y cultural. Eso detuvo la cinta. Los estadunidenses querían a buenos y malos nada más, no aceptaban hombres y mujeres desnudos a cuadro, deseaban a un actor americano vestido de griego. Algo sin sentido. Ahora el interés está creciendo otra vez porque la novela sobre Alejandro Magno va bien.
-ƑAléxandros es tan apegada a la realidad que podría ser un libro de historia?
-La reconstrucción histórica es rigurosa, la documentación es muy rica. El tratamiento podría decir que es tridimensional, realista. Pero como antropólogo no la co nsidero una obra histórica. La diferencia en este caso no está en los datos que he manejado, sino en el enfoque. La historia puede y debe ser crítica con su objeto de estudio; la novela, no. Los problemas que busca resolver el historiador no son pertinentes en la literatura porque ésta requiere ser unidireccional. Pero acepto que una lectura en clave de pasiones y de atmósferas que puede hacerse sobre Aléxandros, tal vez podría alcanzar un tinte más cerca de una posible verdad que algunas novelas históricas. Aunque advierto que esto sería de manera indirecta y casual.
Despertar una curiosidad cultural
-Hay excelentes libros que se convierten en best-sellers. Pero sabemos que son cuando mucho 10 por ciento de ese ''género". Aléxandros aparece en 19 idiomas y 30 países. ƑQué sensación le da conocer este alcance?
-Pensar que la vida novelada de Alejandro Magno puede llegar a la Patagonia no me deja más que entusiasmo. El punto, cierto, es que cuando hablamos de best-sellers nos referimos a obras que no tienen valor literario, que son libros de evasión.
"Sin embargo la satisfacción que me da la obra aparece en otro sentido que está muy alejado de la difusión o de las traducciones. Hay lectores serios quienes me comentan que cuando se aproximaron al cierre de la obra, comenzaron a sentir inquietud. Todos sabemos que Alejandro debe morir al final del libro, incluso sin leerlo, pero si alguien se acerca a él y llega a apreciar al personaje, eso es ya un logro para mí. Lo mismo ha sucedido entre académicos de prestigio de varias universidades que entre lectores de todo tipo. La novela despertó una curiosidad cultural y la satisfizo. No hay truco. Si hablamos de literatura de género, lo más sencillo habría sido representar la antigüedad de una manera actualizada para hacerla agradable y comprensible al público moderno. Yo hice la operación contraria: tomé la forma de ser del hombre moderno y lo ubiqué en la antigüedad tal como era. Fue un riesgo porque así como ha gustado, podría no funcionar en lo más mínimo. Pero se da la empatía entre los lectores y la propuesta de lectura sobre la vida de Alejandro Magno que propongo. Ese sí es el éxito: la complicidad. El resto es un trabajo de la editorial que respeto y que debe cumplirse. Estoy tranquilo y satisfecho. Soy un arqueólogo freelance muy afortunado.