n Mi hijo Mateo, destinatario de El resplandor de la madera: Aguilar Camín
La pérdida del padre y el exceso de su presencia constituye un juego de espejos que me alimentó
n La poesía de Eliseo Diego, llena de resonancias, sugirió el nombre de la novela, señala
n ''Nadie que piense desempeñarse en la literatura puede prescindir de la disciplina''
César Güemes n Vamos con calma. Despacito y buena letra. La más reciente novela de Héctor Aguilar Camín, El resplandor de la madera (Alfaguara), tiene mucho que ver con Mateo Aguilar Mastretta, pero también con Huxley y Faulkner, y aparte con el Kamasutra, Kant y Eliseo Diego. Aunque sobre todo con la palabra disciplina. Como el autor propone, la novela se puede leer de corrido o por una parte los capítulos pares y por otra los impares. Calma. Estamos adelantando demasiado. Que Aguilar Camín cuente, primero, por qué su más reciente libro está dedicado a Mateo:
''Viendo crecer a mi hijo aprendí muchas cosas de mí mismo como hijo y de mi padre como tal, porque más o menos en la misma época en que comencé a escribir la novela, cuando Mateo tenía 13 años, es aquella en la que mi papá se fue de la casa y no lo volví a ver, un poco como está reflejado en la novela. Entonces empecé a imaginar mediante mi hijo cómo era yo o cómo podía haber sido en el momento en que mi padre se fue. Y también cómo podía ser mi padre y qué tipo de actitud podía tener frente a sus hijos por la manera en que yo observaba a Mateo, que era probablemente una de las formas en que mi papá me veía, por las coincidencias de edad.
''Mi hijo fue involuntario conejillo de Indias, mi laboratorio para situarme con cierta precisión en la edad que tuve esa pérdida y a la vez con cierta precisión en la edad a la que mi padre decidió separarse de la casa. Fue un juego de espejos que me alimentó muchísimo. La obra en muchos sentidos es sobre el amor filial y paterno, sobre la ausencia del padre y sobre el exceso de la presencia paterna. Por eso me pareció lógico que el destinatario de ese libro fuera Mateo, mi hijo."
Compulsión por querer más
-Hay tres epígrafes en el libro, muy dispares entre sí aunque se relacionan desde luego al interior de la trama. Hable de estas tres posibilidades de acercamiento a la novela.
-El primero, el del Kamasutra, proviene de una edición en inglés, completa, que compré pensando que ahí estaban todas las partes lúbricas que no aparecían en las versiones de divulgación que siempre tuve. Y me encontré con que lo faltante en esas versiones expurgadas era la parte filosófica, que es muy poderosa: de dónde viene la relación entre el amor y la armonía con el cosmos. Descubrí consideraciones en cuanto a lo distintivo de la naturaleza humana, como la que cito y que dio en el centro de los personajes que estaba desarrollando. Mis personajes se encuentran marcados por una especie de compulsión de querer más, consiguen algo y buscan otra cosa, así que en el fondo nunca alcanzan lo deseado. Un poco el chiste de sus vidas es ir en busca de ese resplandor de la madera o del futuro o de una vida deseable. Entonces, el epígrafe del Kamasutra es perfecto para eso, dice exactamente lo que quería transmitir con estos personajes, cuya compulsión es comerse el mundo. Son hijos de la insatisfacción, de la prisa, de la voracidad por conseguir algo más de lo que tienen.
-El segundo epígrafe se refiere a la madera como metáfora, como materia moldeable y moldeada.
-Eso lo encontré en un libro de Isaiah Berlin, La madera torcida de la humanidad. Y me pareció muy adecuado porque resume todos los dilemas de la ética. Efectivamente, el hombre es una madera torcida y no hay modo de enderezarla. Nada de lo que sale de él puede ajustarse a los cánones de la ética porque es un animal complejo cuyas pasiones son parte de su naturaleza, lo mismo que las ''bajas pasiones". Me pareció, pues, que ese era un epígrafe bueno casi para cualquier obra literaria: esta madera de que está hecho el hombre es la madera de toda literatura. Pero además me gustó para mi novela porque se refiere a la madera y la novela aborda la saga de la explotación de madera real, de bosques de caoba específicos. Creo que el epígrafe le añadía a la lectura de la obra una dimensión simbólica que me sedujo.
Simetrías y armonías implícitas
-Y aparece Eliseo Diego, poeta.
-A medio camino de la novela leí, por instrucción de Luis Miguel Aguilar, unos pasajes de Eliseo en los que hay unas líneas donde él ronda exactamente el tema del libro, que es cómo alguien está atisbando y al mismo tiempo siendo atisbado por su padre. Y en esos momentos recuerda un pasado de pobreza en el sentido cristiano del término, pobreza espiritual. Es por eso que la cita se refiere a la jerarquía de la madera. Ese verso fue el que me empezó a encaminar hacia el título de la novela. Y lo pongo también como un reconocimiento a lo dicho por Hemingway, aquello de que leyendo poetas se encuentran grandes líneas para títulos de libros. No fue precisamente el caso, pero sin duda por medio de esa poesía hermética y llena de resonancias al modo en que escribía Eliseo, fue como encontré finalmente el nombre de la novela.
-Quizá la idea de proponer una lectura de capítulos pares e impares por separado provenga de Contrapunto, de Huxley.
-No lo había pensado, pero es perfectamente posible. Leí esa novela muy joven y me impresionó muchísimo, me pareció una obra deslumbrante. Es posible, pues, pero construí El resplandor de la madera en dos tiempos por una razón puramente estilística. Necesitaba contar la historia fundacional de Carrizales en un tiempo mítico, legendario, que poco a poco se va volviendo histórico hasta llegar al presente. Y ahí precisaba de un estilo como de recreación originaria de una historia familiar. Pero al mismo tiempo el inicio de la novela estaba situada en una ciudad que bien puede ser la de México en nuestros días. Y ahí necesitaba un estilo más periodístico, más rápido o eléctrico, de un realismo cercano más al thriller o a la novela de detectives que a los ritmos legendarios de la parte fundacional. Entonces, desde el principio para mí fue claro que la novela iba a correr en dos sentidos y tiempos diferentes.
''El problema arquitectónico era cómo ensamblarlas, cómo hacer que fueran de una a otra y que el lector no se perturbara demasiado con los cambios tanto estilísticos como de escenario y de trama. Al final advertí que no era un problema que estuviera resuelto del todo y que si bien no son infrecuentes las novelas en las que se pasa por capítulos alternados de una realidad a otra durante mucho tiempo, pienso en Las palmeras salvajes, de Faulkner, de cualquier manera permanecía esa diferencia entre una y otra partes. Aunque la novela tendía a confluir y después de algunas páginas no importa realmente en dónde estás, al principio hay una diferencia fuerte entre los dos mundos que se cuentan. Por eso y para advertir al lector puse una nota en la que señalo que hay dos narrativas que se refieren a la misma familia pero a dos momentos históricos y a personajes radicalmente distintos. Sobre advertencia no hay engaño. Claro, la propuesta de la novela es leerlos tal como están, alternadamente, para encontrar las simetrías y las armonías implícitas en el desarrollo de estos personajes. Rasgos y situaciones parecidas en el nieto en relación con el abuelo, por ejemplo."
Ensayar ''el tono Carrizales''
-Supongo que es necesario ser dos escritores diferentes, porque finalmente aquí hay dos novelas. ƑCómo soluciona esa dicotomía durante el proceso de trabajo?
-Bueno, el tono de la primera parte lo había ensayado ya en otros escritos, como Morir en el golfo o La guerra de Galio. Y lo que había ensayado menos es el ''tono Carrizales", que es la novedad aquí. Pero me pareció un reto adecuado porque además como que sí resume las dos realidades serias, digamos, de nuestra vida de fin de siglo en el ámbito de la lengua española y de América Latina, en particular.
''Por un lado tenemos todavía esa historia de los pueblos viejos, de la vida rural, de los sitios fundados hace cientos de años y, por otro, contamos con la existencia bullente de lo moderno, con todas sus contradicciones, desigualdades y carga dramática cotidiana que vemos reflejada en los periódicos. Lo que quise, acaso de una manera excesivamente ambiciosa, fue fundir esos dos rostros de nuestra realidad. Te puedes encontrar hoy en la Sierra Norte de Puebla o en las ciudades que habitamos, y verás que hay dos mundos separados por el tiempo más que por el espacio. Quería ofrecer, entonces, las dos vertientes, y en ese sentido este es el libro de mayor cantidad de registros que creo haber escrito.''
-A todo esto y finalmente, Ƒqué le dice la palabra disciplina?
-Me dice cada vez más y cada vez menos. Sin ella no puedes escribir una novela. Nadie que piense desempeñarse en la literatura puede prescindir de la disciplina. Como quiero continuar con esto, el término me dice cada vez más, es la piedra de toque. Y me dice cada vez menos porque entre más pasa el tiempo me cuesta menos trabajo sentarme a escribir. Cada día lo hago más como un impulso de placer que de esfuerzo o de sacrificio.
''De hecho lo que me está estorbando ahora es la disciplina de hacer todo lo que no está relacionado con escribir literatura. Esa es la parte de la que quiero empezarme a deshacer. Ya es tiempo.''