Ť El acto de morir era lo de menos para el escritor beat


Siempre es mejor tener compañía, diría Kerouac

Ť La novela que dejó en el tintero sería The spotlight print

Justamente por estas fechas Jack Kerouac esperaba inquieto el último de sus días. Lo de menos era el acto de morir, lo que le preocupaba seriamente era el trato que le darían a su cuerpo en la funeraria donde cayese. Los días finales de su vida asediaba a su amigo Richard Hill con preguntas como ''ƑDespués de muerto quién te asegura que te van a cuidar?" o ''ƑSeguro que estarán todos a mi lado cuando llegue el momento? Siempre es mejor estar acompañado." No lo estaba del todo. Vivía con Stella, su compañera ante la ley, y era visitado con frecuencia por el propio Hill además de Al Ellis, quienes hacían posible el proyecto de una entrevista para The Miami Herald que efectuaría el periodista Jack McClintock.

El 17 de octubre de hace 30 años, Kerouac hizo una de sus locuras finales: ante la inminencia del derribo de su árbol favorito, el que ''le hablaba" mediante el viento en sus ramas, salió a la calle a pelear verbal pero violentamente con la vecina que había iniciado la diligencia. Tuvo un acceso de ira que se fue convirtiendo velozmente en crisis nerviosa y que para su fortuna desapareció sin necesidad de fármaco alguno. Era viernes. El sábado se repuso de la violencia que desataba su cuerpo ya enfermo y el domingo 19, ante la imposibilidad de conciliar el sueño, salió al jardín de su casa para mirar las estrellas. Las últimas que vería. El lunes 20 su único alimento fue atún de lata y dosis masivas de programas televisivos. Hacia la noche puso por escrito el proyecto de un libro más, de título The spotlight print. Una novela en honor de su madre, poseedora de una imprenta.

Poco después inició la hemorragia. Decilitros de sangre comenzaron a brotar por la boca de Jack Kerouac, pasándole la factura por los años de vino y rosas. La ruptura de las várices esofágicas que padecía, herencia del alcohol, provocó que lo llevasen de emergencia a un hospital. Su cuerpo soportó 17 transfusiones. La mañana del 21 de octubre de 1969 fue la última vez que Jack Kerouac vio, entre la bruma de los medicamentos, la luz del sol.

Si lo de menos era el acto de morir para el siempre joven beat, lo de más es leerlo un poco. Al menos un poco.

''Conocí a Dean poco después de que mi mujer y yo nos separásemos. Acababa de pasar una grave enfermedad de la que no me molestaré en hablar, exceptuando que tenía algo que ver con la casi insoportable separación y con mi sensación de que todo había muerto. Con la aparición de Dean Moriarty empezó la parte de mi existencia que podría llamarse mi vida en la carretera. Antes de eso había fantaseado con cierta frecuencia en ir al oeste para ver el país, siempre planeándolo vagamente y sin llevarlo a cabo nunca. Dean es el tipo perfecto para la carretera porque de hecho había nacido en la carretera, cuando sus padres pasaban por Salt Lake City, en un viejo trasto, camino a Los Angeles.''

En el camino

''En otros tiempo yo era joven y me orientaba más fácilmente y podía hablar con nerviosa inteligencia sobre cualquier cosa, con claridad y sin preámbulos tan literarios como éste; en otras palabras, ésta es la historia de un hombre que no tiene mucha fe, y al mismo tiempo la historia de un inútil egomaníaco y bufón de nacimiento... Empezar por el principio y dejar que la verdad vaya surgiendo, eso es lo que voy a hacer. Todo empezó una cálida noche de verano, šay!, ella estaba sentada sobre un guardabarros con Julien Alexander que es... Será mejor que empiece con la historia de los jóvenes subterráneos de San Francisco.

''Julien Alexander es el ángel de los subterráneos; 'subterráneo' es un nombre inventado por Adam Moorad, poeta y amigo mío, que dijo: 'Son Hipsters sin ser insoportables, son inteligentes sin ser convencionales, son intelectuales como el demonio y saben lo que se puede saber sobre Pound sin ser pretensiosos ni hablar demasiado de lo que saben, son muy tranquilos, son unos Cristos'. Julien sí que es un Cristo.''

Los subterráneos

''Estoy con Tristessa en un taxi, borracho, con una enorme botella de whisky Juárez que guardo en una de las bolsas de mi mochila ferrocarrilera que me acusa de sacar de un tren en 1952... Héme aquí en la ciudad de México, lluviosa noche de sábado, misterios, viejos sueños de pequeñas calles inombrables por las que he caminado entre una multitud de sombríos Indios vagadundos envueltos en patéticas cobijas que te hacen llorar. Al verlos me imagino brillosos cuchillos debajo de los pliegues de sus ropas... Lúgubres sueños trágicos como el de aquella noche en el viejo tren cuando mi padre colocó sus grandes muslos en el asiento de un carro nocturno para fumadores, mientras afuera el guardafrenos con luz roja y blanca se desplazaba pesadamente por la vasta y triste niebla de las vías de la vida (...) Voy a escribir largas historias tristes acerca de la gente que tenga que ver con la leyenda de mi vida... Esta es mi parte de la película, es el momento de escuchar la tuya.''

Tristessa

 

(Nota y selección de textos:

César Güemes)