Sus 72 en Francfort
Ni aun en la celebración de su cumpleaños 72, el humor y el genio de Günter Grass dejan de ser cáusticos e irónicos, pues se define como "un pesimista con alegría de vivir", y no sólo eso, sino que alaba su persistencia o, quizá, testarudez: "La mía es la posición de Sísifo, de (Albert) Camus, ese hombre que sabe que la piedra no se va mover, pero que intenta moverla todo el tiempo". Congruente con ese posición, él es un personaje que no se cansa de repetir: "Las repeticiones, que son mortales en la literatura, son ineludibles en la política".
Como sea, ese es sólo uno de los ángulos en la existencia del escritor alemán, el flamante premio Nobel de Literatura 1999 y quien fue alcanzado ayer por sus 72 años en la Feria del Libro de Francfort, en Alemania.
Según un reporte de la agencia Dpa, la primera reacción que se suscitó en ese encuentro editorial, cuando el moderador de una charla en la que participaba Grass mencionó que era el cumpleaños de éste, fue un prolongado y sentido aplauso, gesto que fue agradecido por el autor con una leve inclinación de cabeza por detrás de sus lentes a mitad de la nariz.
Vestido con una chaqueta marrón y camisa azul intenso, el hacedor de El tambor de hojalata hizo honor a la posición de compromiso que defiende para los escritores y comenzó el día ųeste sábado de aniversarioų con un acto en defensa de la minoría gitana en Kosovo, que sufre la persecución de extremistas albaneses que la acusan de haber apoyado a los serbios.
Sólo después hubo tiempo para festejar, con champaña y música gitana tocada por tres músicos, en el stand de la editorial Steidl, donde el escritor fue recibido por amigos, parientes y curiosos que le cantaron el "Feliz cumpleaños".
Con todos sus actos, dice la agencia de noticias, Günter Grass confirma que no piensa "dejar de ser incómodo", tal como ha declarado. Como miembro de las juventudes hitlerianas, soldado en el frente, prisionero de los estadunidenses, minero, figura destacada del Grupo del 47, escultor, dibujante y escritor, es definido como la "consciencia de Alemania", y como tal ha sufrido numerosos ataques en su país, al que de forma persistente enfrenta con su pasado.
En tanto que los ejemplares de su más reciente libro, Mi siglo, tuvieron que duplicar su número ante el anuncio del Nobel, los lectores y los detractores de Grass pueden tener certeza de que serán testigos aún de muchas manifestaciones más del "incómodo" personaje de pipa y mirada penetrante, pues la concepción que éste tiene de un autor es la de aquel que "siente la necesidad, la obsesión de escribir los libros que escribe".
Los 72 años de Günter Grass en la feria de Francfort.