n El enfrentamiento, cuando los jóvenes habían decidido regresar a sus planteles
Bloqueo estudiantil en el Periférico degeneró en choque con granaderos
n Los heridos, golpeados y afectados con crisis nerviosas, recibieron la solidaridad de los vecinos
Roberto Garduño n El bloqueo del Periférico Sur tras la protesta estudiantil contra la política informativa de Televisión Azteca y Televisa degeneró ayer por la tarde en una violenta trifulca entre granaderos y un grupo de estudiantes que, concluida la manifestación frente a la última televisora, permanecieron en el lugar y comenzaron a lanzar piedras y palos contra los efectivos policacos. Estos respondieron golpeando, a falta de toletes, porque así se les había ordenado presentarse, a estudiantes y a varios ciudadanos que encontraron en el camino, con sus escudos y a patadas.
El hecho más violento se produjo en la lateral del Periférico, cuando varios granaderos la emprendieron a golpes contra Alejandra Pineda, estudiante de la Preparatoria Cinco, y su hermano Argel, de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM y dirigente del CGH.
Se inició de esta forma la refriega. Volaban trozos de tabique, piedras y cualquier objeto que pudiera ser lanzado. Pero los granaderos relanzaban esos proyectiles y además usaban sus escudos para golpear a quien se les cruzara enfrente. Ahí, varios estudiantes que no pudieron esquivar el embate resultaron golpeados. No hubo miramientos. En pocos minutos, la orden de contener a los manifestantes devino en brutalidad policiaca.
En la huida, los estudiantes buscaban dónde resguardarse. Sobre la calle Veracruz, decenas de muchachas y sus compañeros corrían cuesta arriba, y en un acto de solidaridad espontánea, los vecinos abrieron las puertas de sus casas para dejarlos entrar. Pero aún así algunos fueron alcanzados, entre ellos una jovencita de 16 años, quien en su desesperación tropezó y se convirtió así en blanco de las botas y los toletes de los granaderos. Con esfuerzo se pudo incorporar, auxiliada por un maestro de la Facultad de Economía.
Sobre la misma calle, varias vecinas se apostaron frente a sus zaguanes y comenzaron a reclamar: "Este es su 68, esto es lo que ustedes querían, Ƒquieren más sangre estudiantil?".
De cara a los agentes se armaban de valor unas a otras y una se atrevió a increparlos: "ƑPor qué, si ustedes son del pueblo, si estos jóvenes desean un México mejor, por qué?".
La refriega sobre la lateral del Periférico en la esquina con avenida Toluca continuaba. Los estudiantes se reagruparon, e impotentes preguntaban a este reportero: "ƑQué pasó con Alejandra y Argel?", y arremetieron en grupo contra los granaderos, quienes aún con sus escudos, rodilleras, espinilleras emprendieron la retirada ante la contraofensiva estudiantil. Los policías corrieron frenéticamente al lugar donde los esperaba otro escuadrón más numeroso de sus compañeros, y ya reagrupados en la cima de la lateral, reemprendieron su ataque contra los alumnos.
Se produjo una segunda embestida policiaca, y algunos estudiantes seguían preguntando por los hermanos Pineda "ƑY qué pasó con ellos?". Alejandra yacía sangrante sobre el asfalto; su hermano, malherido, le limpiaba la sangre del rostro: "cálmate, ya viene la ambulancia, no va a pasar nada, no te desesperes, por favor, ten calma".
Los granaderos que habían golpeado a los dos jóvenes se retiraron de ese sitio, pero los oficiales del Batallón de Granaderos seguían rondando la escena y escuchaban la queja de Alejandra, quien preguntaba por sus compañeros: "ƑCómo están? ƑNo les pegaron a más? A mí me duele mucho la cabeza, no queremos más represión, queremos educación gratuita".
Alrededor de las 19 horas, los integrantes del CGH, algunos desesperados, se ha- cían preguntas sobre el paradero de muchos de sus compañeros: "no sabemos dónde están, no tenemos información de sí se llevaron a algunos, no podemos dar explicación a esto".
Mientras tanto, la circulación de vehículos sobre Periférico se había restablecido. Algunos medios, sobre todo electrónicos, informaban del supuesto deceso de un niño, de nombre Manuel Arellano, mientras era trasladado en una ambulancia de la Cruz Roja para ser atendido en el Instituto Nacional de Pediatría, pero minutos después la especie fue desmentida. También se transmitieron testimonios de automovilistas que protestaban por el bloqueo a esa arteria. Aún no tenían noticia de lo que había ocurrido.
Gradualmente los alumnos de la ENEP- Acatlán, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, de la Preparatoria Cinco y el CCH-Sur empezaron a superar el desconcierto inicial. Se reagruparon y reorganizaron, y los llamados a no responder a la agresión de los granaderos se impusieron sobre el griterío, el pánico y la ira.
La ambulancia que habían llamado para socorrer a Alejandra Pineda no aparecía, probablemente atorada en el embotellamiento del Periférico, y entonces decidieron trasladarla en un vehículo particular al hospital Manuel Gea González. El resto de los estudiantes emprendió el camino hacia Ciudad Universitaria. Para entonces, el cuerpo de granaderos que intervino en la agresión ya se había retirado.
La marcha contra las
cadenas de televisión
El plan original era protestar por el manejo informativo de los medios electrónicos en contra del movimiento estudiantil. No era la primera vez que se escenificaba esta protesta. Las paredes del edificio de Televisión Azteca se convirtieron en una suerte de pizarrón que los alumnos utilizaron para manifestar su repudio a las políticas de esa empresa.
"šNazis! šDí no a las mentiras! šJavier Alatorre, vocero de Hitler!"
A las puertas de Televisión Azteca llegó el conductor Pablo Latapí, quien ofreció dos o tres minutos de tiempo en sus noticieros para difundir los motivos de la manifestación. Tal postura fue abucheada por el grueso de los estudiantes: "Eres un esbirro de Ricardo Salinas Pliego, nadie te cree, nadie quiere sus migajas".
Pero la respuesta quedó plasmada con spray en una de las paredes laterales de esa televisora.
"No queremos tiempo para responder a sus preguntas tendenciosas, queremos tiempo para decirle la verdad al pueblo".
Cuando se habían reunido unos cinco mil alumnos en huelga, se decidió emprender el camino a Televisa San Angel. Para entonces, cientos de granaderos ya se habían apostado en las cercanías de San Jerónimo y Luis Cabrera. La policía de Tránsito ya había despejado la lateral del Periférico en dirección norte-sur, y la Policía Judicial del Distrito Federal también vigilaba el trayecto que habrían de recorrer los manifestantes.
Sin embargo, la marcha cambió de ruta en dirección sur-norte, dio la vuelta en Bulevar de la Luz y de ahí avanzó cientos de metros sobre la lateral, y de nuevo frente a Televisión Azteca abordaron los carriles centrales de la avenida. Entre consignas y reclamos avanzaron hasta Picacho, y al descender del puente sobre Periférico se encontraron con un grueso con- tingente de granaderos. "Júntense, júntense, júntense", fue el llamado entre ellos.
Avanzaron hasta los policías, cuyos oficiales les pidieron que caminaran por la lateral. Después de un breve intercambio de palabras, los integrantes del CGH aceptaron la propuesta y siguieron avanzando. Pero a instancias de la descubierta de la columna estudiantil, y antes de llegar a Luis Cabrera, en una rápida acción retomaron los carriles centrales y dejaron atrás a los granaderos.
De nuevo la caminata prosiguió entre gritos de apoyo de mujeres y hombres que se apostaban en los puentes peatonales y a orillas del Periférico. En la dirección contraria de dicha arteria tampoco faltaron las mentadas de madre, e incluso algunos miembros de la Marina a bordo de dos camiones hicieron lo propio y, arma al hombro, también hicieron señas obscenas a los estudiantes.
Automovilistas varados escuchaban por sus radios a algunos locutores que iniciaron una campaña exigiendo "mano dura"a la jefa de Gobierno del Distrito Federal, Rosario Robles.
Sin contratiempos hasta ese momento, los estudiantes llegaron frente a los muros de Televisa, y los goyas y huelgas se multiplicaron. También los reclamos. El gran logotipo color naranja de la empresa --instalado sobre su estacionamiento de cinco niveles-- quedó manchado de pintura roja y negra, símbolo de la huelga. También se escuchó un grito unánime "Ya estamos llegando, Televisa está temblando".
En ese punto, los huelguistas salieron de los carriles centrales y pasaron nuevamente a la lateral, para dar vuelta sobre el puente de Altavista y ubicarse sobre la lateral norte-sur, frente a la puerta de la empresa televisiva, que permaneció cerrada y con sus vidrios cubiertos con plásticos negros para que no se pudiera observar el interior de las instalaciones. La manifestación duró ahí una hora, y los manifestantes no fueron atendidos por empleado alguno de Televisa.
"Venimos aquí a desmentir a la prensa vendida. No somos uno, no somos cien, prensa vendida, cuéntanos bien..." "Vamos a exigir que transmitan al aire una entrevista con delegados del CGH, para poder dar a conocer así los seis puntos de nuestro pliego petitorio".
El acuerdo del CGH se había cumplido: marchar sobre Periférico, de televisora a televisora. No obstante, algunos alumnos propusieron mediante un altavoz realizar un bloqueo momentáneo en las cuatro arterias del Periférico. Frente a Televisa, estudiantes se inconformaron ante dicha propuesta, porque no había sido un acuerdo del Consejo General de Huelga, pero otros más arguyeron que lo harían a título personal.
El mitin estaba por terminar, y Leticia Contreras, delegada en la Comisión de Prensa del CGH, explicaba que la marcha había sido un éxito; que el acuerdo del consejo estudiantil de manifestarse frente a las televisoras se había cumplido, pero que la asamblea no había decidido el cierre de Periférico.
A pesar de no ser punto de acuerdo el controversial tema de bloquear vías vehiculares, un nutrido grupo de ellos, alrededor de 600, cerró el tráfico para informar a los automovilistas sobre el movimiento. Transcurrieron 15 minutos y los estudiantes huelguistas decidieron retirarse.
Primero abandonaron su posición en el sentido sur-norte de la avenida, y después caminaron unos metros por los carriles centrales rumbo al sur, con la intención de salirse a la lateral. Pero detrás de ellos se apostó un grueso contingente de granaderos, quienes a una orden de sus oficiales se colocaron en formación, escudos al frente, hasta cercar al grupo de alumnos. Frente a frente, los policías comenzaron a empujar a los jóvenes, y en ese momento se inició el desalojo de Periférico.
Choque, golpes, heridos...
La primera reacción de los integrantes del CGH fue correr, porque los granaderos les seguían los pasos. Algunos cayeron al suelo y no pudieron evitar la agresión.
Comenzó a desarrollarse el enfrentamiento y sus consecuencias: decenas de heridos, de golpeados y de afectados por crisis nerviosas.
Para entonces, las autoridades policiacas de la ciudad de México anunciaban que en total habían participado en la marcha alrededor de mil 500 estudiantes, que no había detenidos y que se había respondido a una agresión.
Una vez difundida la noticia, Fernando Belaunzarán, miembro del CGH de la corriente histórica del CEU, reprobó los hechos: "Fue un toletazo al diálogo y a la negociación. Aunque fue incorrecto cerrar Periférico, la respuesta fue completamente desproporcionada, y la brutalidad policiaca debe ser castigada con toda severidad. Estos hechos son lo que no esperábamos ver de un gobierno democrático, lástima que hayan caído en la trampa. Barnés y Labastida han de estar muy contentos.. En estos momentos debe prevalecer la unidad".
En tanto, trabajadores telefonistas cuyos hijos participan en el CGH refirieron a este diario: "el Comité Nacional de Telefonistas por la Democracia condena la represión contra los estudiantes. Rechaza- mos totalmente la actitud de las autoridades del DF", expuso Miguel Nava. (Con información de Rolando Medrano).