En las últimas décadas, diversas organizaciones defensoras del ambiente y la salud pública han luchado por eliminar del planeta 12 productos químicos muy peligrosos utilizados especialmente en las labores agrícolas. Se les conoce como contaminantes orgánicos persistentes (COP) y los daños que causan están suficientemente documentados. Es el caso del aldrín, endrín, toxafeno, clordano, heptacloro, mirex, heclorobenceno, DDT y dieldrín, nombres que seguramente los lectores alguna ocasión han escuchado. Gracias especialmente a la presión ciudadana, los gobiernos han tenido que negociar la suerte final de esos compuestos como parte de una recomendación explícita hecha por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), en el sentido de realizar negociaciones a fin de reducirlos y, en su caso, eliminarlos, además de establecer criterios científicos y un proceso que permita identificar futuros contaminantes de ese tipo.
Precisamente concluyó hace días, en Ginebra, la tercera reunión enfocada a buscar los consensos necesarios en torno a tan peligrosas sustancias. Las dos anteriores fueron en Montreal y Nairobi. La idea es llegar al año 2001 con un acuerdo que resuelva el problema en forma satisfactoria. Pero antes, hay que vencer muchos obstáculos, en especial los que pone la poderosa industria química y sus aliados, destacadamente Estados Unidos. Esa industria ha buscado por todos los medios impedir acuerdos que den por fruto la eliminación definitiva de los COP que ahora se producen. No desea por motivo alguno consolidar un precedente que conduzca a desaparecer fórmulas que hacen daño, pero que deja utilidades a fabricantes y distribuidores. A lo más y único que aspira la influyente industria es a la reducción de emisiones en un enfoque de seguridad química y de manejo de riesgos. Por eso en cada reunión convocada sobre el tema es cerrada la oposición de los delegados, que les sirven de voceros, a cualquier acuerdo que conlleve a la eliminación de los nocivos productos, impidiendo así avanzar en la fijación de metas de cumplimiento internacional.
Pese a todo, en Ginebra se alcanzó consenso para eliminar sin excepción al clordano, dieldrín, heptacloro, mirex y heclorobenceno; y, además, para la eventual eliminación de otros tres plaguicidas organoclorados: aldrín, toxafeno y endrín. Esos ocho productos se han utilizado durante lustros en los campos mexicanos, pese a que son bioacumulables, sumamente tóxicos y pueden ser transportados por el aire, el hombre o el agua hasta distancias muy lejanas del sitio donde originalmente fueron aplicados.
En cuanto a otro compuesto de la lista sucia de plaguicidas, el DDT, como en reuniones anteriores, captó la atención de los asistentes. Por un lado, parece claro que este compuesto, utilizado en especial para combatir el paludismo, tarde que temprano se eliminará por los daños que causa a la salud y al medio. Prohibido por doquier, sigue produciéndose en México, China e India, no obstante que cada vez se demuestra más que hay alternativas para eliminarlo como estrategia única de combate al paludismo, mal que causa serios problemas en muchas partes. Nuevamente en Ginebra, varias organizaciones, como la Red de Acción en Plaguicidas de América Latina (RAPAL) con sede en México, y el Fondo Mundial para la Vida Silvestre (WWF), demostraron que es posible eliminar el DDT y lograr un control integral y efectivo del paludismo, siempre y cuando haya apoyos para alternativas no químicas, canales de participación ciudadana y no simple toma de decisiones en las cúpulas burocráticas.
Precisamente, México, Filipinas y Tailandia han tenido algunos éxitos que muestran la posibilidad de reducir y eliminar el uso de tan dañina sustancia. Mas para tener pleno éxito hace falta mayor inversión pública en el sector salud, obras de saneamiento básico y programas para el manejo integral de vectores que controlen en su origen al paludismo. El interés por resolver los problemas de los pobres, que son los más afectados por esa enfermedad, debe entonces descansar en una política social de amplio alcance, a la par que en apoyos suficientes a la investigación científica, precisamente campos que muestran carencias múltiples no solamente en México, sino en muchos otros países. n
Los interesados en obtener mayor información sobre la reunión de Ginebra, pueden hallarla en: rapam@mpsnet.com.mx