PARABOLA Ť Emilio Lomas M.

Ť La ayuda está aquí, pero no se dará a los damnificados

A los mexicanos nos ha llovido a cántaros. Puebla, Veracruz, Tabasco y Oaxaca son los ejemplos más crueles donde se ha desbordado, junto con las presas, la ineficacia de las instituciones, de las cuales pende, en frágiles hilos, la integridad de los mexicanos. Durante décadas se han destinado millones de pesos a las dependencias para que realicen su trabajo, y hoy sabemos, por desgracias naturales, que ni la Comisión Federal de Electricidad, ni la del Agua, ni los gobiernos estatales se molestaron en tomar alguna medida preventiva para evitar este tipo de desastres. Nuestro Honorable Congreso no ha dado una respuesta mejor. Eso sí, los legisladores sí se han puesto de acuerdo --lo que muy pocas veces logran--, pero para incrementar su presupuesto para el año entrante. Pero mire usted, apreciable lector: actualmente hay un excedente de ingresos obtenido como resultado del incremento en el precio diario de petróleo que se estima aproximadamente en 2 mil 500 millones de dólares. Las áreas a las que se podrían destinar estos recursos son numerosas: el combate a la pobreza, la educación, el campo... Pero en este momento apremia el enfrentamiento de los desastres que ha dejado el diluvio en las zonas más pobres (para variar) del territorio mexicano. Si bien es cierto que atinadamente se echará mano del Fondo de Contingencia previsto para hacer frente a este y otro tipo de desastres, el cual asciende a 3 mil millones de pesos, también lo es el hecho de que tal monto podría resultar insuficiente para recuperar las propiedades que cientos de personas perdieron, y cuyo costo significa toda una vida de trabajo. En pocas palabras, perdieron todo su patrimonio. El caso es que ni los sectores más necesitados ni los damnificados de las torrenciales lluvias serán el destino del monto adicional que ha dejado el principal recurso natural económico del país, pues instaladas en el mismo asiento, las autoridades sólo parecen mirar hacia lo que ya es la jaqueca de todos los mexicanos: el rescate bancario y la deuda externa. Sí, señor, los recursos excedentes por las ventas de petróleo servirán única y exclusivamente para seguir amortizando el pago de la deuda externa y, por supuesto, para rescatar banqueros. Esta fue la conclusión a que llegó el gabinete económico al término de una reunión a puerta cerrada que se llevo a cabo este fin de semana en la residencia oficial de Los Pinos. Con legislar no se soluciona nada, y la creación del Instituto para la Protección del Ahorro Bancario (IPAB) no será suficiente para consolidar al sistema financiero, para ello, las autoridades prevén inyectar todavía miles de millones de pesos generados por nuestros recursos naturales y por todos los que trabajamos diariamente, a fin de cubrir el costo fiscal del rescate bancario que asciende a 872 mil millones de pesos; y no menos, se destinará a la amortización de la cuantiosa deuda externa que alcanza una cifra de 146 mil 423 millones de dólares.

Melée

La estructura de las instituciones bancarias es aún endeble, por mucho que las autoridades se empeñen en argumentar una situación más favorable a la del periodo 94-95, cuando la cartera vencida de los bancos se infló de manera extraordinaria, tras la devaluación del peso. Y es que a pese al anuncio del titular de las finanzas sobre las nuevas normas de capitalización bancaria, que obligarán a los bancos a conseguir fondos adicionales a partir del primero de enero del 2000, actualmente ésta es inferior al requerimiento que la ley internacional marca... La capitalización de los bancos garantiza los depósitos de los ahorradores, e implica que las instituciones bancarias cuentan con capacidad para otorgar créditos al sector productivo. De no ser así, el gobierno tendría que intervenir ante cualquier eventualidad de quiebra o incumplimiento, como ahora lo hace a través del IPAB... Bancomer y Bital son dos de los bancos cuya capitalización está inflada, debido a la inclusión de impuestos diferidos dentro del monto de su capital. Bancomer, que es el segundo banco más grande del país después de Banamex, requiere una inversión de 596 millones de dólares para lograr su capitalización real, de los cuales es preciso que obtenga 417 millones antes de que inicie el 2001. Bital, por su parte, requiere 248 millones de dólares para conseguir el mínimo requerido de capitalización por las normas internacionales (8 por ciento), y debe obtener, al cierre del próximo año, un mínimo de mil cien millones. Según la correduría neoyorquina Bear Stearns, sólo el grupo Financiero Banamex Accival (Banacci) y Banorte están adecuadamente capitalizados.

elomas@jornada.com.mx