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México, D.F. lunes 11 de octubre de 1999
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LOS RIESGOS EN CHECHENIA

SOL La presidencia de Boris Yeltsin llega a su último tramo rodeada de peligrosos conflictos internos y externos. El más riesgoso de ellos es, sin duda, la ofensiva militar contra Chechenia.

Moscú asegura que esa guerra es un asunto de política interior, ya que no reconoce la independencia de esa nación de mayoría islámica. Pero el hecho es que en Grozny hay poderes formales ųel régimen encabezado por Aslán Masjádovų e informales ųdiversos cacicazgos militaresų que gobiernan o desgobiernan a la república caucásica.

La ambigüedad de la situación es tal que Rusia, en acatamiento del tratado de desarme convencional europeo, firmado en 1990, hubo de notificar a los países firmantes de su actual incursión sobre territorio checheno.

Esta indefinición constituye un primer factor de riesgo en la confrontación bélica que tiene lugar ahí; de hecho, la movilización militar del ejército ruso ha generado reacciones de preocupación en los gobiernos de Alemania y Estados Unidos.

Pero los factores de desestabilización del conflicto ruso-checheno no se proyectan únicamente hacia Occidente, sino también hacia el ámbito de los países islámicos de Medio Oriente y Asia menor y central, especialmente las ex repúblicas soviéticas, Pakistán y Afganistán, país, este último, en el que la extinta Unión Soviética experimentó la más grave derrota militar, política y moral de su historia. Adicionalmente, las discretas tensiones entre Ankara y Moscú que se manifestaron durante los conflictos de Bosnia y Kosovo, por el apoyo de la primera a las poblaciones musulmanas y de la segunda a los serbios, podrían recrudecerse en el caso de Chechenia.

Desde otra perspectiva, la guerra en la república caucásica podría generar un vasto movimiento de inconformidad entre los mandos castrenses y la tropa, habida cuenta de las deplorables condiciones en que el aparato militar ruso es enviado al frente: con carencias de armamento, equipo y suministros, pagas insuficientes y atrasadas y, sobre todo, objetivos nebulosos e imprecisos. Tales condiciones adversas fueron determinantes en el descalabro que, hace dos años, las tropas de Moscú sufrieron en Grozny, y que ahora podría repetirse.

Finalmente, en el conflicto checheno es latente la posibilidad de que ocurran matanzas de civiles, similares a las realizadas por la Alianza Atlántica en su guerra contra Serbia en meses pasados. Según datos del gobierno de Grozny, los bombardeos aéreos y terrestres de las fuerzas rusas causaron la muerte de 32 civiles entre el sábado y el domingo, y esa cifra aumentará, por desgracia, conforme crezca la sensación de impotencia de los mandos militares de Moscú, al verse empantanados en una guerra irregular no muy distinta a la que enfrentaron en Afganistán hace dos décadas.


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