La Jornada sábado 9 de octubre de 1999

Jordi Soler
Tráfico en el carril derecho

Pieter Botha, ex mandamás de Sudáfrica y actual representante del apartheid tenía como aliado, en el papel de jefe de las máquinas de exterminio a Wouter Basson, mejor conocido como Doctor Muerte; este es el sobrenombre cariñoso que le pusieron sus colaboradores. Según la nota que apareció en la prensa internacional, este angelito es juzgado por ''crímenes que sólo son comparables a los de la Alemania nazi". Este ejemplo puede ilustrar muy bien la calaña de este doctor, que es de oficio cirujano del corazón: de un plumazo, sin ponerse la mano en esa víscera que tan bien conoce, envenenó a 200 personas. Esto sucede actualmente en Pretoria.

Asimismo esta semana Dinko Sakic, último comandante vivo de un campo de exterminio de la Segunda Guerra Mundial, fue condenado el pasado lunes a 20 años de prisión por un tribunal de Zagreb.

Dinko dirigió Jasenovac, un campo de exterminio considerado el Auschwitz de los Balcanes. Dinko tiene 78 años y, como las malas hierbas difícilmente mueren, se espera que salga libre y dispuesto a rehacer su vida cuando cumpla 98.

Un día antes, el domingo, Joerg Haider, líder del Partido Liberal Austriaco, de tendencia derechista radical, comenzó a desasosegar a esa parte del mundo que no es derechista radical y a la Unión Europea, con el éxito que obtuvo en las elecciones legislativas de su país, que hasta ahora contaba con la mayoría de los socialdemócratas y de los populares.

De acuerdo con las encuestas, entre los factores que impulsaron el voto en favor de este partido, están la política racista y la personalidad de Haider. La Unión Europea sospecha que este auge de la extrema derecha puede frenar su proceso de expansión hacia los países del Este.

Así como al primer angelito, ése que aparece al principio de estas líneas sus colaboradores le pusieron Doctor Muerte, a este tercero le atribuyen el muy cariñoso apodo del Nuevo Hitler.

Un día después, el lunes, fueron destruidas 103 lápidas de un cementerio judío que está en el barrio de Weinssens, en Berlín.

Porcia, la estrella guapa de El mercader de Venecia, de Shakespeare, se pasa la mitad de la historia ofreciendo tres cofrecitos a los galanes de la región, para ver quién le atina al bueno y se la lleva de esposa. En un acto, ya cerca del final, le dice a Nerissa, su no menos guapa mucama: ''Ninguna cosa, según veo, es buena fuera de las circunstancias". Desde aquí, además del eco del filósofo Ortega y Gasset, que tenía como primer lugar de su top ten de frases sabias, aquella de que uno no está completo sin su circunstancia, podemos observar los acontecimientos de línea fascista que funcionan de circunstancias alrededor del juicio del dictador Augusto Pinochet.

Es curioso que esta semana en que el concepto planetario de justicia está en tela de (nunca mejor dicho) juicio, se presente esta serie de manifestaciones. Hoy se sabe que la extradición de Pinochet se ha aplazado; de todas formas, suponiendo que estas noticias en serie sean una ambientación mediática alrededor de ese caso, cabría hacerse dos cuestionamientos: 1. ƑPreparan el ambiente para condenar al general? y 2. ƑEstán condenando ahora ciertas situaciones del mismo género para canjearlas después por la libertad del ex dictador?

ƑO será que efectivamente la justicia va a lograr imponerse a la economía y a las relaciones diplomáticas?