Luis Javier Garrido
El iceberg

El gobierno ``de Ernesto Zedillo'' aparece cada vez más como el directo responsable de que la UNAM esté cerrada, pues a casi medio año de estallada la huelga, sigue protegiendo al rector Francisco Barnés, que aún no acepta dialogar con el CGH ante el estupor de la comunidad universitaria, y sigue empeñado en una salida violenta al conflicto.

1. El rector Barnés le rehúye al diálogo público y no deja de invocar una estrategia de fuerza, como lo evidencia la nueva demanda al gobierno para que use ``la fuerza del Estado'' (4 de octubre), la posposición de la sesión del Consejo Universitario, el secuestro del estudiante Alejandro Echevarría, El Mosh (5 de octubre), o el intento de toma de la ENEP Acatlán por grupos de choque de la rectoría (6 de octubre), y sin embargo esto no genera una reacción vigorosa de los órganos de gobierno de la UNAM.

2. La ``estrategia'' de mantener cerrada a la universidad más importante de América Latina con tal de acelerar su privatización, no ha impedido sin embargo que siga aflorando todo el proyecto neoliberal para desmantelarla, del que las cuotas sólo constituían ``la punta del iceberg'', de la misma manera que acontece en Francia, en donde también los estudiantes franceses han salido a la calle a defender a la universidad pública por las amenazas que se ciernen sobre ella: recorte del presupuesto, disminución de la matrícula, subordinación de la investigación a los intereses de las trasnacionales, superación de las preparatorias y CCH, eliminación de su papel nacional.

3. La rectoría de la UNAM se ha negado hasta ahora a dialogar con los estudiantes por oscuras motivaciones de forma y de fondo, que después de más de cinco meses no han sido explicadas. Las autoridades han sido incapaces, por un lado, de dialogar de manera democrática y de igual a igual con el CGH, y de aceptar que en un congreso resolutivo la comunidad debata sobre lo que ellas han considerado que es su prerrogativa: decidir sobre los destinos de la UNAM. Y, por el otro, resulta evidente que esos burócratas tienen un verdadero pánico a que se discutan todas las medidas de desmantelamiento y de privatización que de manera soterrada han impuesto a la UNAM en los últimos años y, sobre todo, la forma discrecional en la que han dispuesto de los recursos económicos de la institución.

4. La lamentable iniciativa de 87 universitarios encabezados por el ex rector José Sarukhán, y a quienes los medios identifican como ``la derecha universitaria'', que reunidos en el local de la UDUAL declararon oponerse a un congreso resolutivo y exigieron del gobierno una intervención armada (4 de octubre), lejos de constituir un respaldo a las políticas de fuerza del rector Barnés, se ha revertido sin embargo contra él. La iniciativa de Sarukhán, señalado como asesor del precandidato oficial Francisco Labastida, y sobre quien pesan graves acusaciones de corrupción en sus dos periodos, ha terminado por evidenciar lo mismo a) la división existente en la alta burocracia de la UNAM, pues dos ex rectores y decenas de ``eméritos'' y académicos premiados se negaron a acompañarlo, como b) que este grupo está exigiendo la represión con el fin de ocultar sus responsabilidades y seguir haciendo de la UNAM un botín personal.

5. La reunión de un Congreso Universitario resolutivo, a pesar de lo señalado por este grupo de extremistas empeñados en sabotear la vía del diálogo, sí sería conforme a la legislación universitaria, como lo fue el de 1990, y constituiría el mejor ejemplo de diálogo y de civilidad que los universitarios podrían dar al país.

6. ¿Qué ya se le olvidó a José Sarukhán que al inaugurar el Congreso General Universitario de 1990 como rector de la UNAM lo elogió como un ejercicio democrático sin precedentes, como lo hicieron muchos de los miembros del grupo ``de los 87''? ¿Por qué extraño móvil Francisco Barnés de Castro pretende haber olvidado que fue miembro de la Comisión Organizadora del mismo (COCU) y que participó en la mesa 3 del congreso reconociéndolo siempre como legal y legítimo?

7. El principal logro del movimiento estudiantil está siendo el de detener las reformas neoliberales que el rector Barnés buscó imponerle a trasmano a la Universidad Nacional, a fin de que ésta pueda ser reformada por toda la comunidad en los próximos meses, pero para que esto sea realidad existe un escollo que no se había valorado de manera suficiente: el de los partidos. Los partidos políticos deben respetar la autonomía universitaria: lo mismo los cuadros del PRI y de Francisco Labastida que han estado dirigiendo la seudoestrategia del rector Francisco Barnés, que los cuadros del PRD, que han estado tratando de ayudarlo a levantar la huelga en estos más de cinco meses.

8. El PRD, en particular, que entendió la huelga como un riesgo para su campaña del 2000 y se opuso a ésta desde un principio, no ha dejado de verla como una excelente oportunidad para sustentar su imagen en el exterior, utilizándola para enviar señales al FMI y al Banco Mundial en el sentido de que, de obtener la mayoría en las próximas elecciones federales, el perredismo no se opondría a la privatización de la educación pública superior. Esto es lo que explica la oposición de ese partido a que estallara la huelga, su ambición por controlar al movimiento para levantarla, su campaña de calumnias contra los estudiantes no perredistas, su boicot a las movilizaciones que lo llevaron a no participar en la manifestación del 2 de octubre, y ahora una serie de nuevas decisiones equivocadas, que van desde participar en los planes para tomar las escuelas por la fuerza, hasta intentar crear con los colegios del personal académico de las facultades e institutos una nueva estructura corporativa que sustente su control sobre la UNAM, e incluso el descalificar como ``fascistas'' a quienes no sigan esa línea de partido.

9. Los partidos no constituyen ``el todo'' en una sociedad, y por eso resultan fuera de sitio las afirmaciones de Enrique Krauze en sus colaboraciones de Reforma, quien si el 27 de junio demandaba a los estudiantes canalizar ``su rebeldía dentro del PRD'', ahora el 3 de octubre, tras calificar como ``fascista'' al movimiento estudiantil, le exige al PRD que sea la fuerza que levante la huelga.

10. Los estudiantes del CGH han demandado un diálogo público y están ahí haciendo un gran sacrificio por mantener su movimiento, esperando el diálogo.