Un puñado de guerreros expertos se dispone a defender un pueblo indefenso del ataque de un temible grupo de agresores. Esa es, claro, la línea argumental de Los siete samurai, una de las obras capitales de Akira Kurosawa, misma que ha servido de inspiración a muchos refritos hollywoodenses, desde el western Siete hombres y un destino (John Sturges, 1960) hasta la reciente cinta animada Bichos (John Lasseter, 1998).
Ahora, otro director de nombre John pero apellidado McTiernan se ha hecho cargo de 13 guerreros, una nueva versión de ese argumento, basada en una novela poco conocida de Michael Crichton. La acción se sitúa en territorio vikingo, donde el árabe Ahmed Ibn Fahdlan (Antonio Banderas) se encuentra exiliado de su país por haber causado los celos de un noble; siendo un poeta refinado, Ahmed se alarma ante las costumbres bárbaras de los hombres nórdicos, pero aún más cuando es reclutado contra su voluntad, juntos con otros 12 guerreros, para combatir a una tribu tan salvaje que se come a sus víctimas.
No obstante, el árabe no está acostumbrado al combate armado, y es objeto de burla de los vikingos por la baja estatura de su caballo (sin mencionar la baja estatura de Banderas), pronto sabrá integrarse a una lucha brutal que culminará con el sacrificio de la mayoría de los guerreros. (Para recalcar aún más la referencia de Kurosawa, hay también una incursión en el campamento enemigo para minar sus fuerzas, y la batalla final se realizará bajo la lluvia).
Aunque terminada hace más de un año, la película estuvo enlatada por interferencia de los productores, (por ello, en la cartelera se han estrenado dos cintas de McTiernan, esta y El caso Thomas Crown, al mismo tiempo). De hecho, se rumora que el propio Crichton metió mano con secuencias filmadas por él mismo. Quienquiera que haya sido el responsable, el caso es que 13 guerreros se queda corta en sus ambiciones épicas. Los siete samurai es una obra maestra no sólo por el brío y la fuerza visual de sus acciones, sino por la forma en que depende de la construcción dramática de cada uno de sus personajes. En este caso, ni el director ni los guionistas se han preocupado por hacer una mínima diferenciación entre los héroes vikingos; entonces, sus proezas y violentas muertes no acarrean peso alguno.
McTiernan es un director de probada habilidad para las secuencias de acción y hay momentos -el primer ataque nocturno de la tribu salvaje, iluminado con antorchas- que evocan una tira cómica dibujada por Frank Frazetta. Pero carece de eso que podríamos llamar grandeza de visión. Sería mucho pedir que se pusiera a la altura de Kurosawa, digamos, pero nos conformaríamos con la eficiencia narrativa de un John Sturges, quien no necesitó más de dos horas para establecer la distinta personalidad de sus pistoleros. A lo largo de su aventura nórdica, Ahmed -un personaje histórico, por cierto- no progresa como personaje más allá de las consabidas demostraciones de hombría. Asimismo, hay un líder vikingo de nombre Bulwyf (Vladimir Kulich), que aunque suponemos tiene alguna relación con el poema épico de Beowulf, no pasa de la suposición. Da a pensar que el proyecto inició con ambiciones y, una vez iniciado el rodaje, a todos les dio hueva llevarlas a cabo.
Igual, el espectador de corazón adolescente y aficionado a la violencia cinematográfica, podrá pasársela salivando ante las repetidas secuencias de mutilaciones y muertes a golpes de espada, y caballos desplomados en el lodo.
13 GUERREROS
(The 13th Warrior)
D: John McTiernan/ G: William Wisher, Warren Lewis, basado en la novela Eaters of the Dead, de Michael Crichton/ F. en C: Peter Menzies/ M: Jerry Goldsmith/ Ed: John Wright/ I: Antonio Banderas, Diane Venora, Dennis Storhoi, Vladimir Kulich, Omar Sharif/ P: Michael Crichton, Ned Dowd para Touchstone Pictures. EU, 1998.