n Le entregó Zedillo la medalla Belisario Domínguez
Critica Fuentes la globalización que desprotege a los marginados
n Podríamos levantar en este recinto una pirámide de quejas, dijo
n Pide a los legisladores pensar en la lección que dejó el chiapaneco
Andrea Becerril n Ante el presidente Ernesto Zedillo, quien minutos antes le había impuesto la medalla de honor Belisario Domínguez, y desde la tribuna del Senado de la República, Carlos Fuentes advirtió: "No aceptamos una globalización que sólo mundialice la miseria", que beneficie a los más aptos y deje "a la vera del camino, desprotegida, a una masa creciente de marginados".
En vísperas de un nuevo siglo, "duele tanto" la separación "que aún percibimos entre el rápido avance democrático del país y los tremendos rezagos, y las intolerables injusticias que aún nos aquejan", agregó el escritor, en un discurso que le mereció un aplauso fuerte, por varios minutos, de los legisladores, los miembros del gabinete y demás invitados, todos puestos de pie.
El novelista, al que María de los Angeles Moreno definió como "uno de los mexicanos más universales", insistió en la necesidad de dar al fenómeno global una dimensión nacional y humana.
Al recibir lo que calificó como "inmenso honor del Senado de la República, y de manos del jefe de Estado" mexicano, Fuentes reclamó "dar soluciones locales a los problemas globales".
"No hay globalización sana que no parta de una gobernancia local sana", con un Estado fuerte, una cultura de la tolerancia y una educación "que elimine la injusticia y el abuso, la discriminación y, sobre todo, la corrupción, que es la forma más brutal de robar a los pobres".
Y se refirió luego a Chiapas. "No puedo pasar por alto, como mexicano de hoy, que Don Belisario Domínguez era chiapaneco. Sin duda, él no estaría hoy ausente de las dramáticas realidades de su estado natal, estado de la frontera, estado límite de las contradicciones, carencias y potencias de México".
Aclaró que no se atrevía a adjudicar a Belisario Domínguez palabras o ideas que el senador, asesinado en 1913, ya no podría alentar o desalentar. "Pero sí creo posible pedir a cada uno de ustedes, que imaginen en su fuero interno, qué lección, qué sabiduría, y acaso, qué angustia nos comunicaría el ilustre chiapaneco al que honramos este día".
Y mientras el gobernador interino de Chiapas, Roberto Albores Guillén, se removía en el escaño que le asignaron, el galardonado citó una frase de Belisario Domínguez: "vigilar de cerca, chiapanecos, todos los actos públicos de vuestros gobernantes; elogiarlos cuando hagan bien, criticarlos siempre que obren mal; ser imparciales en vuestras apreciaciones; decir siempre la verdad y sostenerla con vuestra firmeza entera y muy clara".
Esas palabras, "en nuestro México plural, combativo y reflexivo, como lo deseaba Belisario Domínguez", son una invitación "para que cada uno de nosotros piense, y sabedor de que no hay verdades absolutas, defienda la suya, pero respete la de los demás".
La sesión solemne, celebrada en ocasión del 86 aniversario luctuoso de Belisario Domínguez, cumplió las expectativas que se habían generado desde que se anunció que Carlos Fuentes recibiría este año la presea que anualmente otorga el Senado a mexicanos distinguidos.
A las 11:00 horas, cuando el presidente Ernesto Zedillo llegó al recinto senatorial, estaban ya en el mismo los dirigentes de PRI, PAN y PRD, los coordinadores de los diputados panistas y perredistas, la jefa de Gobierno del Distrito Federal, Rosario Robles, el gabinete en pleno y los escritores Carlos Monsiváis y María Luisa, La china Mendoza.
Después de la intervención de la presidenta de la Gran Comisión, María de los Angeles Moreno, el Ejecutivo impuso la medalla Belisario Domínguez a Fuentes y, sentado junto al perredista Cristóbal Arias y al panista Francisco José Paoli, presidentes durante este mes del Senado y de la Cámara de Diputados, respectivamente, escuchó el mensaje, con una clara critica a las políticas globalizadoras.
El terrible drama que sacudió al país en octubre de 1968 "puso de manifiesto que la ciudadanía había desbordado al poder, y que los mexicanos habíamos aprendido bien la más profunda lección de Belisario Domínguez, de Francisco I. Madero y de Emiliano Zapata. Desarrollo sí, pero con justicia; justicia y desarrollo sí, pero con democracia; y democracia sí, pero con desarrollo y justicia".
El impulso económico que la Revolución le dio a México tuvo lugar porque se liberaron las fuerzas dormidas de la nación: la fuerza de sus trabajadores, de sus empresarios y de un Estado nacional garante del equilibrio entre ambos.
Sin embargo, "no siempre supimos mantener el adecuado equilibrio de los tres factores", precisó, y resaltó que los problemas del año 2000 ya no son los de 1900, que dieron origen a la Revolución Mexicana. "Los de hoy son los problemas de las insuficiencias inadmisibles".
Párrafos más adelante remarcó: "Podríamos levantar aquí mismo, en este honorabilísimo recinto, una pirámide de quejas: queja del indígena, queja del campesino, queja del obrero, del emigrante, queja del ciudadano que respira aire contaminado, es asaltado, o secuestrado, o asesinado; queja del niño sin escuela, de la madre sin alimentos, del padre sin empleo".
Sin embargo, a la saludable crítica se le debe aunar la indispensable propuesta. "Y no hay proposición más urgente y más factible para nuestro siglo XXI que demostrar la viable coexistencia de la responsabilidad fiscal con la responsabilidad social".
Serio, el secretario de Hacienda, José Angel Gurría, escuchaba los planteamientos del escritor, las críticas implícitas a su modelo económico. "Sabemos quiénes somos, dónde estamos, vivimos en un mundo globalizado; no es un mundo justo, pero puede ser un mundo mejor".
Mencionó que tan sólo con rebajar el uno por ciento de los gastos militares en el mundo sería suficiente para sentar en un pupitre y frente a un pizarrón a todos los niños del planeta.
En el caso de México, agregó, "una gobernancia local sana" requiere de sectores públicos y privados fuertes y renovados, y de un Estado necesario. El Estado, remarco, no es superfluo, "no hay economía desarrollada que no cuente hoy con un Estado no grande, sino fuerte, no propietario, sino regulador".
También requiere, concluyó, de educación que se traduzca en tolerancia, "en una cultura de la legalidad que despida para siempre la incultura de la arbitrariedad".
Un gran aplauso rubricó durante varios minutos su intervención.
n Se manifestó por una nación unida en lo esencial
Se honró a uno de los mexicanos más universales: Moreno Uriegas
Andrea Becerril n Al hablar en nombre del Senado de la República durante la entrega de la medalla de honor Belisario Domínguez al escritor Carlos Fuentes, María de los Angeles Moreno se pronunció porque el nuevo milenio vea arribar a "una nación unida en lo esencial, integrada y vigente", donde confluyan, "por encima de filias o discrepancias", afinidades, contradicciones y disensos.
El siglo XXI debe encontrar, dijo, un Poder Legislativo democrático, plural y representativo, como el que concibiera Belisario Domínguez, "figura emblemática que representa el valor y la eficacia de la palabra concebida como instrumento de la libertad".
Oradora única en la sesión solemne a la que asistió el presidente Ernesto Zedillo, la legisladora resaltó "la línea intangible que se consolida en el tiempo e identifica a Belisario Domínguez y a Carlos Fuentes: la del valor y el compromiso", pues ambos optaron por "esgrimir la palabra como arma de la conciencia crítica".
Ambos, "dan cuenta de formas de sentir, de vivir y de luchar por la democracia, denunciando, en su momento y su circunstancia, la injusticia".
La senadora priísta resaltó, asimismo, que el galardonado "ejerce la crítica del poder, porque conoce con precisión técnica y escrúpulo académico el poder de la crítica democrática".
Belisario Domínguez, agregó, murió asesinado en defensa de la legalidad, y "encarna la respetabilidad y la independencia del Poder Legislativo de la nación".
La presea instituida en su honor, como uno de los más altos reconocimientos de la República, le fue conferida "con estusiasta unanimidad" a Carlos Fuentes, "uno de los mexicanos más universales", que ha sido capaz de alternar "su portentoso oficio de renovador de la novela mexicana con su también deslumbrante tarea como crítico, a veces irónico, a veces descarnado, siempre propositivo de nuestra vida política y social".
La senadora hizo un recuento de los "méritos eminentes que a nuestro país ha prestado un escritor que ha enriquecido la tradición de los más agudos conocedores de la compleja alma mexicana".
Crítico de nuestras realidades y contradicciones, "fuentes las conoce, las descubre y las describe, las denuncia y las novela, y hasta puede amarlas. Y porque las ama quiere transformarlas. Y para transformarlas, escribe de manera compulsiva, porque si no escribiera de este modo, no podría ni respirar".
Dijo luego que reconocer a Carlos Fuentes y exaltar la memoria de Belisario Domínguez son decisiones que comparten una misma valoración esencial.
Al final, expuso la esperanza de que el siglo XXI encuentre una nación unida en lo esencial, pluriétnica y pluricultural, pero integrada y vigente.
"Una sociedad, donde el concepto patriotismo no sea expresión vacíay retórica, o anacronismo y recurso demagógico, sino que corresponda a una acepción que nutra la cohesión nacional".
n Pifia del senador Lizama, secretario de acuerdos
Victoriano Huerta sí tenía un hermano incómodo: Monsiváis
n En dos ocasiones el priísta se refirió a "Venustiano Huerta"
Andrea Becerril n Un nuevo personaje histórico nació ayer en la sesión solemne del Senado de la República, en que se hizo entrega de la medalla Belisario Domínguez a Carlos Fuentes.
Menos solemne, más bien muy sonriente, Carlos Monsiváis comentó, al final de la ceremonia, que "con tal de no dejar en mal a un senador de la República, "se podría aceptar la existencia de otro hermano incómodo" en la historia mexicana.
Ello en referencia a la pifia del secretario de acuerdos de la mesa directiva del Senado, el priísta Lizandro Lizama, quien al leer la Proclama de Belisario Domínguez -por la que fuera asesinado en 1913- en dos ocasiones por lo menos se refirió a Victoriano Huerta como "Venustiano Huerta".
"Sí existió ese Venustiano Huerta, era el hermano menor de Victoriano", insistía jocoso Carlos Monsiváis, y le inventaba toda una trayectoria, entre las risas festivas de los senadores perredistas Carlos Payán y Enrique González Pedrero.
"Venustiano Huerta fue el hermano menor de Victoriano; fue quien, después de los asesinatos de Madero y Pino Suárez, le reprochó al usurpador: 'ƑQué dirían nuestros padres de esto?', le dijo, y esa frase hirió a Victoriano, de tal manera que se emborrachó durante varios días, y entonces se le conocía a Venustiano como el autor de esa borrachera de Victoriano. Así es; está en la historia", inventaba Monsiváis, entre carcajadas de los oyentes.
Pues sí, terció González Pedrero, "fuimos testigos del nacimiento de un nuevo personaje histórico". Y es que el error del priísta Lizama Garma motivó todo tipo de críticas y bromas.
Ni Irma Serrano habría leído tan mal, comentaban algunos legisladores, pero al parecer Lizama Garma ni se enteró, pese a que desde la primera ocasión en que dijo "Venustiano Huerta", se oyeron murmullos en el salón de sesiones del Senado.
El senador perredista Cristóbal Arias, presidente de la mesa directiva del Senado, desde la tribuna hizo un gesto de sorpresa cuando el secretario repitió el error y el presidente Zedillo evitó sonreír.
Carlos Fuentes no mostró reacción alguna. Escuchó respetuoso la mala lectura de ese discurso que en 1913 pronunció el senador chiapaneco Belisario Domínguez, en el que pidió a los integrantes del Congreso de la Unión restablecer la legalidad y deponer de la Presidencia al usurpador y asesino Victoriano Huerta.
El incidente se borró después, cuando hizo uso de la tribuna, y vio luego al Presidente develar su nombre, inscrito en letras doradas, en el Muro de Honor del Senado.
Acompañado siempre de su esposa, Silvia Lemus, y de su hija Cecilia, Carlos Fuentes asistió también al patio central de la vieja casona de Xicoténcatl, donde el Ejecutivo depositó una ofrenda floral y montó una guardia de honor al pie de la estatua de Belisario Domínguez.
Recibió después la felicitación de funcionarios y legisladores, y compartiría la emoción con sus amigos, entre ellos Carlos Payán, Carlos Monsiváis y María Luisa la China Mendoza.
"Al honrar a Carlos Fuentes se está honrando a la palabra comprometida con las mejores causas; se honra al propio Senado, y se honra también esa medalla Belisario Domínguez", comentó Payán.
"Para mí es como si recibiera también esa medalla", dijo a su vez la China Mendoza.