EL 4 DE OCTUBRE SE REUNIERON, en el auditorio de la Unión de Universidades de América Latina (UDUAL), algunos universitarios distinguidos con premios de diversa índole y redactaron un comunicado dirigido al Consejo Universitario, a la Junta de Gobierno de la UNAM y a la comunidad universitaria. Además de la pésima redacción de tan ilustres universitarios, cometieron un error (¿de soberbia?) al decir que este grupo ``incluye a los profesores e investigadores eméritos y/o distinguidos con diversos premios, entre ellos el Premio UNAM (que en realidad se llama Premio Universidad Nacional), el Premio Nacional de Ciencias, el de la Academia Mexicana de Ciencias''.
Decir que el ``llamado grupo de la UDUAL... incluye a los...'' significa, por el artículo determinado, que todos los profesores e investigadores eméritos y demás premiados pertenecen a él. Esto es falso. Yo me deslindo, pese a haber sido invitado en mi calidad de Premio Universidad Nacional en Docencia en Ciencias Sociales (1992). Y otros premiados por la UNAM o por el gobierno de la República también se deslindan, según me han dicho, del (auto) llamado grupo de la UDUAL por sus posiciones en contra de una solución negociada al conflicto de nuestra casa de estudios.
Dos son las recomendaciones al CU que hacen los ilustres universitarios en su documento: 1) ``no aceptar bajo ninguna circunstancia la posibilidad de un `congreso democrático y resolutivo', y mucho menos el que su organización sea en los términos que pide el CGH'', y 2) que el Consejo Universitario ``debe reiterar'' que los espacios de discusión se organicen con base en el marco jurídico analizado (y supongo que propuesto) por la Comisión de Legislación Universitaria del CU y, en consecuencia, ``exigir al CGH que ésta sea la base de la negociación para solucionar el conflicto''.
Lo que están diciendo los ilustres universitarios es que la UNAM debe realizar un análisis de sí misma, pero no en un congreso, y menos si éste es democrático y resolutivo. En otras palabras, una discusión sobre la universidad y, aunque no está dicho, quizá una memoria que contenga las ponencias que se presenten. Se añade que esta discusión se lleve a cabo dentro del marco jurídico de la UNAM que, como sólo ellos saben, debe tener un reglamento para discusiones entre universitarios. ¿Será?
Estos ``defensores'' de la UNAM son los mismos que acordaron, según nota de Roberto Garduño en La Jornada, pedirle por escrito al presidente Zedillo que ``aplique en forma inteligente la ley''. Es decir, que la solución al conflicto no deberá buscarse con el CGH, mediante una negociación, ni entre universitarios, sino con la aplicación de la ley por el Poder Ejecutivo.
El mensaje es claro: que la UNAM permanezca cerrada, pues parece obvio que Zedillo, antes de las elecciones del próximo julio, no intervendría directamente y con la fuerza legal del Estado en la solución del conflicto, dado el costo político que esto significaría para su partido.
Rectoría, los duros del CU y los ilustres ``defensores'' de la UNAM no quieren solución negociada. El CGH, si atendemos a sus voceros, tampoco. Un funcionario universitario declaró en Cuernavaca que era su convicción que la casa de estudios seguiría cerrada hasta enero o hasta después de las elecciones federales. Y todo indica que así será. De otra manera no se entiende por qué los ultras de izquierda y de derecha no quieren acercarse a ninguna medida de solución negociada. La hipótesis más socorrida es que se quiere cerrar la UNAM y reabrirla con un nuevo esquema. Y he escuchado opiniones en el sentido de que las autoridades de Rectoría así lo previeron y que deliberadamente, a pesar de las advertencias de lo que podría ocurrir, lanzaron el petardo de las cuotas para provocar un movimiento y la paralización de la universidad y poder así ``reconstruirla'' sobre nuevas bases. ¿Maquiavelo o un audaz e irresponsable gambito?
Si la hipótesis anterior tiene fundamento, la posición del CGH (a menos que demuestre que la intransigencia está del otro lado) estaría en un callejón sin salida, pues la derecha mayoritaria en el CU, Rectoría, y ahora los ilustres de la UDUAL, no aceptan validez alguna en las demandas estudiantiles y de muchos académicos independientes ni la posibilidad de un congreso democrático que defina el futuro de la UNAM. La derecha universitaria, ya lo hemos visto, prefiere que la UNAM permanezca cerrada por largo tiempo, siempre y cuando su viejo proyecto (desde Soberón) pueda llevarse a cabo.