Ť Mantienen un frágil sistema de seguidores: Bazdresch
"Por falta de interés", el empresario mexicano no gasta en investigación
Ť Inaugura el director de Conacyt congreso sobre la materia en el ITESM
Juan Antonio Zúñiga M. Ť La canalización de mayores recursos presupuestales a la investigación científica y tecnológica no garantiza en sí misma un mejoramiento de México en este campo, mientras las empresas que en conjunto aportan 0.06 por ciento del PIB para este fin, mantengan un "sistema de seguidores" extremadamente frágil para el largo plazo, advirtió Carlos Bazdresch, director general del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt).
Al inaugurar el primer congreso internacional de Tecnología y Política de Investigación Científica, organizado por el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM) y auspiciado por Motorola, el funcionario consideró que las empresas no gastan en este campo "porque no están convencidas", y optan por una estrategia frágil de rápida rentabilidad que desatiende el diseño de nuevos productos, lo que les convierte en plantas permanentemente a la zaga respecto de las innovaciones científicas y tecnológicas. Es totalmente cierto, planteó, que México gasta muy poco en investigación científica y desarrollo tecnológico --entre 0.3 y 0.4 por ciento del PIB, precisó-- "cifra extremadamente baja aun comparada con estándares de países latinoamericanos como Chile y Brasil".
Ante estudiantes y académicos del campus ciudad de México del ITESM, Bazdresch puntualizó que en México la actividad científica y tecnológica es muy reducida, y de las más bajas entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Sin embargo, explicó, es un problema de oferta y demanda en que el gobierno, aun con pocos recursos --que elevó 27 por ciento en términos reales de 1994 a 1999-- logró aumentar en 20 por ciento el número de científicos inscritos en el Sistema Nacional de Investigadores, que en su totalidad cuentan con grado académico de doctorado.
Precisó además que este año hay 52 por ciento más estudiantes de posgrado que a principios de sexenio, por lo que se puede afirmar que en México ya hay un sistema científico pequeño, efectivo, consolidado y en crecimiento, es decir, "ya existe una oferta de servicios científicos, que se traducirá en oferta de servicios tecnológicos". En este sentido, exhortó a empresas y empresarios a invertir en la investigación científica y tecnológica que efectúan las universidades, donde principalmente se realiza este trabajo.
Este sistema, agregó, enfrenta también obstáculos, que se traducen en una insuficiente conexión del mundo científico con el resto de la sociedad. "La estructura legal del sistema científico es poco propicia para que los conocimientos se conecten", señaló.
El director general del Conacyt explicó que se han realizado algunas modificaciones legales con el propósito de fortalecer el vínculo entre la investigación científica y la aplicación práctica de estos conocimientos, como la que permite al investigador trabajar para las empresas y mantener el subsidio oficial para su labor, siempre y cuando las propias empresas validen su trabajo.
También, dijo, se han creado fondos para que las empresas obtengan deducciones fiscales por su gasto en investigación científica y tecnológica. Pero, escéptico, comentó: "Temo que no habrá suficiente demanda para estos fondos de 500 millones de pesos, por lo complicado del formato y lo difícil que resulta llevar a cabo el trámite fiscal."
En cuanto al impulso dado por esta administración a la investigación, Bazdresch recordó que el pasado 29 de septiembre el presidente Ernesto Zedillo anunció la creación del gabinete de ciencia y tecnología, lo que permitirá un uso óptimo de los recursos presupuestales destinados a este campo.
Preguntó a su selecta audiencia juvenil: "ƑPor qué las empresas no gastan en ciencia y tecnología? Pero no fue necesario que alguien marcara su celular, utilizara su correo electrónico o levantara la mano, pues él mismo respondió: "Debo decir que no lo sé". Sin embargo, apuntó un indicio: si no lo hacen "es porque no están convencidas. No es por falta de dinamismo. No son los subsidios. Es falta de interés".
Se sabe, puntualizó Bazdresch, que las empresas establecidas en México contribuyen con 20 por ciento del 0.31 por ciento, como proporción del PIB, que anualmente se invierte en investigación y desarrollo experimental; es decir, con 0.06 por ciento del producto. En los países de la OCDE la pro- porción es de 51.9 por ciento en relación con las ventas empresariales, según informó Emmanuel Moya Anica, director de la División de Ingenieria y Arquitectura del ITESM.
De ese 0.06 por ciento, continuó, 83 por ciento corresponde a compañías grandes, pero "la mayor parte de este gasto va a procesos y calidad, no al diseño de nuevos productos", lo que les convierte en una clase empresarial "seguidora, que va detrás".