Cada año, operaciones por 57 mil mdd; surgen variantes
Lavado de dinero: los cánones
El avión proveniente de Florida aterriza en una pista desierta de una isla del Caribe. Los pasajeros van a un centro comercial cercano lleno de bancos y depositan millones de dólares en la cuenta de una empresa ficticia. En las boletas de depósito, en lugar de sus firmas habituales, estampan sellos de goma del ratón Mickey o de Tribilín.
Lavar tanto dinero despierta el apetito. Por eso, la siguiente parada es un restaurante de la isla de Anguila para comer langosta y cangrejo que el cocinero extrae al instante de las aguas del Caribe.
Dinero en el banco. La panza llena. De vuelta al avión, cargando la maleta vacía. Y de vuelta a Estados Unidos... hasta el viaje siguiente. Con la misma rapidez, el banco de Anguila ha enviado el dinero a Nueva York, a Londres, y el origen criminal de los fondos queda disimulado.
No hay que ser un licenciado en economía para aprovecharse del sistema, dice Kenneth Rijock, quien cumplió una condena de dos años por lavado de dinero y trabaja en la actualidad como asesor para las fuerzas estadunidenses de seguridad.
"Un adolescente podría ir allá, abrir una cuenta anónima e instalar una empresa", comentó en una entrevista telefónica. "El problema con el Caribe es que permitimos que opere como un paraíso del secreto criminal".
Cada año se blanquean 57 mil millones de dólares, según las autoridades de Estados Unidos. Por estos días, la prensa informa sobre una de las operaciones más grandes jamás descubiertas en el país: los investigadores creen que la mafia rusa ha canalizado hasta 10 mil millones de dólares a través del Bank of New York, el decimoquinto en importancia de Estados Unidos. No hay acusados.
El lavado de dinero ha evolucionado mucho desde que Rijock viajaba al Caribe y los federales montaron la primera fuerza destinada a combatir ese delito, la llamada operación Billete Verde de 1980, en Miami.
"En aquel tiempo todo valía", considera Albert Tellechea, abogado de Orlando, estado de Florida, que entonces era fiscal. "La gente entraba a los bancos con bolsas de papel llenas de billetes".
En una operación típica, relata Rijock, volaba de Florida al Caribe en un avión alquilado que pertenecía a un piloto de combate de la Segunda Guerra Mundial. Sus compañeros de vuelo eran narcotraficantes que cargaban bolsas llenas de billetes.
Al arribar, los recibía un empleado de un banco "cooperador" local que facilitaba el paso por la aduana. El banco estaba cerca. Se contaba el dinero rápidamente, se verificaba que no hubiera billetes falsos y se depositaba todo en una cuenta a nombre de una empresa ficticia creada por abogados locales.
Los depositantes recibían tarjetas de certificación de firma, pero no escribían sus verdaderos nombres. Rijock recordó un caso en que usaron sellos de goma con dibujos del ratón Mickey y Tribilín. Les entregaron certificados de depósito.
El banco envió los fondos a su institución corresponsal en Nueva York o en Londres. Con el tiempo, Rijock lo llevaría a bancos grandes de Europa, Asia o América Latina, habiendo ocultado así su origen criminal.
A continuación, a almorzar. The Barrel Stay, el restaurante de langostas y cangrejos de Anguila, era uno de los lugares preferidos.
"Un lugar encantador", dice Rijock, en que puede almorzarse con cerveza belga y deliciosos pasteles franceses que el taxi acuático trae de la vecina St. Martin.
Aunque tiene muchas variantes, el lavado de dinero se realiza en tres pasos, dicen los expertos: trasladar el dinero ilícito, por ejemplo las ganancias del narcotráfico, para alejarlo del lugar donde se cometió el crimen; disimular la ruta y, finalmente, ponerlo de nuevo a disposición de los criminales, tras haber ocultado su origen ilegal.
Las grandes operaciones de los últimos años incluyen:
ųEl desaparecido Banco de Crédito y Comercio Internacional, una institución del Tercer Mundo que servía presuntamente a contrabandistas de armas y drogas y a terroristas.
ųLa operación más grande de su tipo en la historia policial estadunidense, la llamada operación Casablanca, sacó a la luz a los banqueros mexicanos que blanqueaban millones para los cárteles colombianos y mexicanos. Más de 100 personas fueron detenidas y millones de dólares incautados en mayo de 1998.
Ahora que se han adoptado leyes más rígidas, por ejemplo la que obliga a los bancos a informar a las autoridades sobre toda transacción superior a 10 mil dólares, los lavanderos de dólares se han vuelto más sutiles.
"Cada grupo criminal tiene distintas necesidades y métodos para mover sus activos financieros", expresa Michael McDonald, ex agente superior en la división de investigaciones criminales del IRS, la agencia impositiva de Estados Unidos.
Por ejemplo, ahora se dividen las transacciones en montos menores, que el banco no tiene obligación de reportar. En lugar de trasladar dinero en efectivo, los lavanderos usan giros y transferencias y mueven las ganancias ilícitas a través de muchas cuentas, para que parezcan ganancias comerciales legítimas.
Se crean empresas ficticias y, para evitar los bancos, se usan firmas transportadoras de dinero como Western Union y negocios que cobran cheques, venden giros y cheques de viajero y cambian moneda extranjera.
Una novedosa y compleja operación llamada "sistema de cambio de pesos del mercado negro" consiste en comprar productos estadunidenses, sobre todo cigarrillos y electrodomésticos, y exportarlos a Colombia.
Los cambistas colombianos que actúan como intermediarios dan a los importadores pagarés a cambio de pesos. Con éstos compran dólares a los cárteles de droga y proveen a éstos de moneda limpia. Luego usan los dólares para comprar bienes y llevarlos de contrabando a Colombia, evitando tarifas e impuestos sobre el cambio de moneda. Así se lavan unos 5 mil millones de dólares al año.
"Es una operación muy difícil de detectar", dice el ex fiscal Tellechea. "Formalmente, es una transacción válida". (Ap, Washington)