Arnoldo Kraus
Pinochet
PARA QUIENES NO SOMOS CHILENOS, el Augusto Pinochet de hoy re-presenta un ensayo sobre la condición humana contemporánea. No ser chileno, independientemente ųaunque "no tanto", Ƒpor qué mentir?ų, de la filiación política o credo ųhumano, religioso, socialų permite leer el affaire Pinochet con "cierta" objetividad, si bien no total, al menos, sin muertos o desaparecidos por sus órdenes y las de sus compinches.
Este ilustrado siglo cuenta con muchas historias pasadas y presentes sobre genocidio, terrorismo y tortura como las sembradas por el augusto general, pero, no se ha (casi) contado, con la oportunidad de enjuiciar públicamente a los responsables de tantas desventuras. Sentar al general en el banquillo de los acusados es tan sólo una parte de la trama, pero quizá, no la más importante. Si confiamos en la transparencia de la justicia española, y en la opinión de los observadores internacionales, en caso que el proceso se dé, el resultado, sea en su contra, sea en su favor, representará un gran ejercicio en el menoscabado escenario de la naturaleza humana. Repito: importa poco el fruto pero importa todo el juicio. No se determinará sobre un militar o sus tropas, se hablaría acerca de los tiempos y ritmos de "lo humano". Sobre todo acerca de quienes han sufrido pérdidas en las últimas décadas por ser ajeno a los intereses del poder.
Pinochet reúne demasiadas historias no sólo no resueltas sino vivas; detener su juicio implicaría esquivar la posibilidad de resarcir, al menos un poco, las deudas que por el silencio y la complicidad con los poderosos han permitido enterrar incontables "otros". ƑEs la desmemoria y la amnesia colectiva una forma de perdón contra los asesinatos? ƑEs el olvido de la colectividad lo que sostiene que los Milosevic, los Pinochet, los Habibie y tantos otros sigan vivos?
El crucigrama por el cual los no chilenos consideramos espléndida la iniciativa del juez Baltasar Garzón incluiría enunciados que reconstruyesen el pasado-presente: desaparecidos, Kissinger, Allende, tortura, violaciones, Letelier, "caravana de la muerte". Incorporaría, a la vez, otras nociones que reflejan el presente-pasado ųo la desmemoria como normaų; el horror que viven algunos por no existir límites ni contrapesos, llámese Timor, Kosovo o Guatemala.
El próximo 8 de octubre será un día histórico. Los argumentos de Amnistía Internacional, Human Rights Watch y los familiares de los desaparecidos se confrontarán con los seguidores y admiradores de Pinochet. Al ex mandatario chileno, se le respeta, entre otras cosas, por haber finalizado con el socialismo y haber encausado al país hacia la bonanza económica. Quizá también por haber asesinado a unos cuantos miles. Y se le odia por lo mismo: quienes sobrevivieron o se exiliaron, saben que tener desaparecidos es peor que enterrar muertos.
Los argumentos de unos y otros no ofrecen ninguna posibilidad de encuentro: mientras que a los deudos les interesa el castigo y recuperar al menos los cuerpos de sus seres, ni para los militares, ni para la inmensa mayoría de su clan, el arrepentimiento parece tener significado. La contradicción es insalvable y el escenario imposible. Ha de agregarse que la religión ųel Vaticano ha abogado por élų al protegerlo, lo disculpa. Reconocer "algún" yerro en el pasado implica aceptar.
Y no sólo eso. Los defensores, sus seguidores y familiares aducen razones huma-nitarias para liberarlo. Pinochet está enfermo y viejo...
Es muy difícil hablar de consenso de la opinión mundial, pero, la mayoría de quienes escriben fuera de Chile se inclina por el juicio. Al menos al general se le ofrece la oportunidad de esgrimir sus argumentos e incluso, puede defenderse. ƑPor qué temer tanto? Podría también atacar y aseverar que El libro negro de la justicia chilena miente. No fue, por cierto, el mismo panorama para los que la milicia sureña sepultó de dos en dos, o para quienes desaparecieron en las aguas de los mares.
Escritores mexicanos y de otras latitudes se han solidarizado con Alejandra Mutus, chilena ahora exiliada en Estados Unidos tras la publicación de El libro negro de la justicia chilena, en donde critica al Poder Judicial y su sometimiento a la antigua dictadura. Evidentemente nunca cerrarán los daños pinochetistas y el dolor de quienes murieron y de sus supervivientes no tiene cura. La orden de detención contra Matus es un testimonio vivo de toda la basura que aún sigue escondida tras las puertas. Enjuiciar a Pinochet sería un tributo de la humanidad a la humanidad, un festín de la razón navegando en medio de tanta desolación y una mínima forma de incomodar al poder. Es, a la vez, una obligación de ejercer la responsabilidad de quienes podemos opinar. *