Ť Primera mesa del simposio sobre esa civilización en los albores del tercer milenio
Se fortalece la evidencia de que las esculturas y las pinturas mayas no son obras anónimas
Ť Artistas plásticos, con reconocimiento social, fueron sus autores, sostiene Tomás Pérez Suárez
Arturo Jiménez Ť Cada vez es más contundente la evidencia de que las esculturas y pinturas hechas por los mayas no fueron obras anónimas, sino de grandes artistas plásticos reconocidos socialmente ųlos ah kuhum, entre otras denominacionesų, los que incluso firmaban esas creaciones que hablan de la vida y la visión del mundo de esa cultura.
A los nombres de los maestros Miguel Cabrera, José María Velasco, Diego Rivera, Rufino Tamayo o Juan Soriano, ahora deben agregarse los de Ah Maxam, Ak Nikte, Yiban, Chak Kaan, Mut, Tu Xok Pat, Kin Chak, Mab Chaak o el de Och ųautor de los famosos murales de Bonampakų, además de mujeres como Na Tzib Chaan.
''Hablar en la primera mitad de este siglo de los nombres de los artistas que esculpieron estelas, altares y dinteles, o de los que pintaron complejas escenas en muros o vasijas, hubiese parecido una utopía, pues se pensaba que las obras de los artistas mayas eran anónimas", dice Tomás Pérez Suárez.
Para el arqueólogo de la ENAH e investigador del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM ųponente ayer en la primera mesa del simposio Presencia Maya en los Albores del Tercer Milenioų, ya es posible hablar de este tema gracias al avance en el desciframiento de la escritura jeroglífica maya, lo que ha permitido identificar firmas y nombres de pintores y escultores.
Cada nombre ųaparte de los citados, Pérez Suárez mencionó otrosų es una historia. ''Uno de los más connotados pintores fue Ah Maxam, su nombre lo podemos observar en una espléndida vasija tipo códice, donde además menciona a sus padres, un gobernante de Naranjo y una noble mujer de Yaxhá".
Dice el especialista que la versatilidad de Ah Maxam se aprecia en dos vasijas pintadas de manera diferente: una, en el llamado estilo Holmul, presenta danzantes de color naranja sobre un fondo crema, y otra , el llamado vaso de los siete dioses, muestra una escena del inframundo en color crema sobre fondo negro.
Escribanos y pintores
Och fue identificado en el reciente libro de Alfonso Arellano sobre los murales de Bonampak, en los que aparece su autorretrato. El artista se encuentra en el tercer cuarto y su firma, que incluye el posesivo u tz'ib y el nombre Och (Zarigüeya), se observa en el cinturón que porta.
Había gobernantes-pintores, como K'ak' Naab, quien ejerció el poder entre 628 y 695 de esta era en Copán. En su tumba, junto a la rica ofrenda se encontró una pequeña vasija con pigmento rojo y un plato decorado con la cabeza del dios mono, patrono de los artistas plásticos, de cuya boca salen dos pinceles.
Cuatro generaciones después, también en Copán, la llamada Casa de los Bacabs no sólo fue residencia de un importante artista sino, según evidencias decorativas en la fachada y otras partes del edificio, de otros creadores en tiempos pasados.
Ak Nikte pintó un estupendo plato en la región de Tikal, mientras Yiban esculpió una vasija de alabastro que ahora se encuentra en una colección en Washington.
Chak Kaan y Mut aparecen con sus rostros y nombres en la lápida del Templo de las Inscripciones, en Palenque.
Como un caso poco común, al escultor Tu Xok Pat se le puede ver en un monumento de piedra caliza en el momento mismo de realizar su obra. Este objeto, resguardado en el museo de Emiliano Zapata, Tabasco, registra las fechas de nacimiento y muerte de Kan Balam, divino señor de Palenque y primogénito de Hanab Pakal. En esta imagen singular Tu Xok Pat trabaja con un instrumento de doble punta.
Así, apoyado en diapositivas ųen el auditorio Jaime Torres Bodet del Museo de Antropologíaų, Pérez Suárez recurrió a muchos ejemplos. Uno de los últimos, Na Balam Ahau (Señora Gobernante Jaguar), quien aparece en una vasija decorada con una banda de glifos.
Respecto a una figurilla de cerámica, también femenina, concluye:
''Con estas referencias, es difícil negar que esta bella figurilla de estilo Jaina, que porta un códice plegado sobre su pierna, sea la imagen de una gran dama amante de las letras". Sólo habría que recordar que entre los mayas los escribanos eran, por lo mismo, pintores.