Ť 15 muestras en Guanajuato, oferta del Cervantino


Se busca transformar las obras en elementos vivos, dice Maillé

Ť ''El rubro de artes plásticas no cumple una función de relleno''

Angel Vargas, enviado, Guanajuato, Gto., 5 de octubre Ť Como ocurrió en 1998, la versión 27 del Festival Internacional Cervantino (FIC) en cuanto al área de artes plásticas se caracteriza por la propuesta de transformar las obras en elementos vivos y, con ello, romper la concepción tradicional sobre los museos para convertirlos en espacios de mayor experimentación.

En su segundo año como coordinador de artes plásticas del Cervantino, Mauricio Maillé refuta que este rubro sólo cumpla una función de relleno en el programa de actividades y, por el contrario, considera que desde hace varias versiones las muestras han cobrado un papel significativo dentro del festival. A manera de ejemplo, indica que desde hace tiempo se erradicó casi por completo la costumbre de traer exposiciones que ya habían sido presentadas en otras partes y se dio paso a las creadas ex profeso.

Ofrecer más lecturas

Inauguradas el pasado 1 de octubre y distribuidas en los seis museos de esta ciudad (del Pueblo, de la Alhóndiga de Granaditas, Casa Diego Rivera, de Arte Olga Costa-José Chávez Morado, Iconográfico del Quijote y Gene Byron), así como en el edificio central de la Universidad de Guanajuato, las 15 exposiciones de esta 27 versión están inscritas en el espíritu plural de discursos que maneja en su programación el FIC.

Así, se puede apreciar la convivencia de lo tradicional con la vanguardia y de lo clásico con lo popular, pero con el matiz de que en la mayoría de las muestras ''se trata de darle cuerpo a las obras, para ofrecer más lecturas al público", acota el también museógrafo y curador.

Y agrega: ''En la propuesta que hago está el hombre vivo. No es la obra de arte que por sí tiene su propia vida, sino que se acompaña de la presencia humana y un tiempo específico. Definitivamente eso es más poderoso, porque hay colores, ruido, movimiento, temperaturas y más acciones. Se le pide al espectador más iniciativa.

''Hay que tomar en cuenta que es un festival, entonces tenemos que crear espacios en donde haya sorpresa, emociones y sensaciones; en donde las personas se conmuevan. Es muy importante generar eso. šOjalá lo logremos!"

Para conseguir tal propósito, Maillé cuenta que se involucró de forma directa con el montaje y la curaduría de las 11 exposiciones que están a su cargo. De las restantes se ocuparon tanto el instituto de cultura estatal como algunos de los propios recintos huéspedes.

Luego de puntualizar que contó con un presupuesto de 850 mil pesos y que las exposiciones permanecerán abiertas un mes más después de la clausura del Cervantino, el 17 de octubre, el ex pintor detalla que en el proyecto de artes plásticas para la actual versión también se contemplaron efemérides y la realización de homenajes, al igual que en las demás áreas artísticas.

Del primer tópico, explica que se concibieron dos exposiciones para celebrar el centenario de Rufino Tamayo, así como una intitulada Efemérides 1999, la cual es una galería de retratos de personajes de la cultura cuyos aniversarios de natalicios y fallecimientos se cumplen este año. En cuanto a los homenajes, resalta el que se le brinda al pintor guanajuatense José Chávez Morado con motivo de sus nueve décadas de vida y que consta de la exposición Noventa años y la magia sigue, en el Museo Olga Costa, y una conferencia a cargo de Raquel Tibol.

El Apocalipsis de Tamayo y Tamayo Muralista son los nombres de las dos muestras que rinden tributo al pintor oaxaqueño. Albergadas ambas en el Museo Regional de Guanajuato, ubicado en la Alhóndiga de Granaditas, la primera se inscribe ''como un gran secreto sobre Tamayo que se tenía guardado", que es su interpretación en gobelinos de 15 litografías que él mismo había realizado sobre el Apocalipsis de San Juan; mientras que la segunda es de carácter didáctico, ya que en ella se ofrece una explicación de la obra en mural del artista, mediante fotos, textos y bocetos.

En la misma Alhóndiga se alberga El ser y la tierra, en la que participan artistas y artesanos de México, Haití, Guatemala y Estados Unidos y que se ubica entre las que más expectativas despiertan en Mauricio Maillé. Explica el porqué: ''Esta muestra pretende crear una reflexión acerca de actos ceremoniales desarrollados por diferentes comunidades del continente que son hechos a ras de tierra. Entre ellos están los tapetes florales de Huamantla; un tapiz de aserrín que elaborarán, por vez primera fuera de su país, artesanos de Guatemala; viene también un indio navajo, que hará un saint painting (pintura en arena) contemporáneo; y por último, un haitiano que realizará una pintura ceremonial relacionada con el vudú, que se llama Vevé".

El Museo del Pueblo se erige como el espacio en el que, quizá, convergen las tres exposiciones que más riesgo y apuesta requirieron por parte de Maillé. La vigilia en el reflejo: Jorge Luis Borges es un homenaje al autor argentino, en la que se ''procuró alejar su presencia como figura" para realizar el ejercicio ''más experimental" del área de artes plásticas: ''Es una aventura en la que recogemos sensaciones de la literatura borgiana para interpretarla e intentar que el espectador, mediante la visita de las tres salas que ocupa la muestra, pueda penetrar en el universo borgiano con diferentes sensaciones".

En el siguiente nivel del recinto se ubica parte de la obra gráfica de Yaacov Agam, bajo el título Espacio y tiempo. Esta podría ser definida como la exposición de la sorpresa y en la que lo imposible no existe, pues ''el pintor israelí es uno de los creadores del arte cinético, que comenzó en los años cincuenta. El insiste mucho en crear la cuarta dimensión en la pintura. Mediante una serie de investigaciones cromáticas y de formas ha intentado generar dentro de la pintura el concepto del espacio y del tiempo. Son obras que se transforman y tienen varias lecturas conforme se modifica el ángulo desde que se les observa", apunta el coordinador de artes plásticas.

Acercarse a Robert Wilson

La última exposición del Museo del Pueblo es la de Robert Wilson, la cual se gestó a raíz de su presencia, con Persephone, en el Cervantino. Se trata de un acercamiento al director estadunidense en su fase experimental, en sus inicios. Por ello sólo se incluyeron objetos, dibujos, videos y bandas sonoras de sus montajes de principios de los años setenta.

''Es una oportunidad de ver cómo un artista maneja múltiples lenguajes, y la investigación y el trabajo que implica la realización teatral."

Con dos muestras, el Museo Casa Diego Rivera da también de qué hablar. La primera es la de Christer Stromholm, 00:00:09 de mi vida (Nueve segundos de mi vida), que se presentó en el Centro de la Imagen y en Oaxaca, y que está integrada por 170 fotografías que ofrecen una visión dramática, fuerte y poética de la realidad.

La segunda es La divina comedia de Salvador Dalí, organizada por el instituto de cultura estatal, que incluye una selección de las ilustraciones que el pintor surrealista hizo a partir de la obra maestra de Dante Alighieri. En las piezas se encuentra plasmado todo el talento gráfico de Dalí, aunque el discurso museográfico se ve trastocado por cinco esculturas del propio artista español que no tienen relación alguna con el tema.

En los demás espacios museísticos se puede apreciar parte del quehacer de Gilberto Aceves Navarro, Paulina Lavista y Aldi de Oyarzábal, entre otros.

Si bien las muestras de la versión 27 del Cervantino apenas fueron inauguradas, Mauricio Maillé ya centra su pensamiento en el próximo festival:

''Para el año que entra traigo en mente un proyecto acerca de la relación del hombre con la naturaleza, un poco para reflexionar en el comienzo de milenio."