La Jornada Semanal, 26 de septiembre de 1999



Eduardo Hurtado

Lo demás son palabras

Ultimo y anómalo recuento

El siglo agoniza y, como es natural, todos anhelan levantar la suma concluyente de sus días. Proliferan los inventarios de la excelencia: ``Los diez supremos...'', ``Las quince más hermosas...'', ``Veinte notables...''. Nadie asume que concluyen cien años pródigos en infamias, tragedias, ligerezas y dislates -y entonces se posponen otras listas necesarias: ``Las diez pifias...'', ``Los quince más grotescos...'', ``Veinte bodrios...''.

Pero el mundo reclama catálogos de lo impecable. Los críticos de poesía, por ejemplo, se disputan el hallazgo de los más perfectos poemas (alguno incluso ha madurado un repertorio singular: Los versos más primorosos de la mexicana lírica). Esta manía, ¿no ignora que las mejores obras viven de sus pequeños ``fracasos''? Inútil insistir en los ejemplos consabidos: el Hiperión, las Hojas de hierba.... Es tiempo de repasar nuestro canon poético en busca de esos deslices disonantes que nos han otorgado, en medio del arrobo más excelso, el alivio de un titubeo.

1. Anacrónicamente, absurdamente,/ a tu nopal inclínase el rosal;/ al idioma del blanco, tú lo imantas/ y es surtidor de católica fuente/ que de responsos llena el victorial/ zócalo de cenizas de tus plantas.

Ramón López Velarde, ``La suave patria'' (Intermedio: Cuauhtémoc)

2. Zeus Tempestuoso hinca los ojos en Tántalo,/ que entra desbarrancado en lo Infiernos,/ donde con boca reseca jadea tras el agua que huye;/ donde, por hurtárselas, los árboles sus pomas degluten.

Alfonso Reyes, Ifigenia cruel

3. ¡Oh Saturno!,/ escafandra de siglos en mi siglo,/ descenderás conmigo entre los brazos/ a un mundo de sigilos./ Y detrás de la muerte -centinelas-/ ojos de dos en dos vivos, cautivos.

Bernardo Ortiz de Montellano, ``Segundo sueño''

4. En una barca de caoba,/ desnudo y negro,/ baja por el río Quetzalcóatl./ Lleva su cuaderno de épocas./ Viene de Palenque;/ sus ojos brillan; sus brazos son hermosos;/ le sigue un astro, y se pierde./ Es el Trópico.

Carlos Pellicer, ``Estudio''

5. Los ríos de blusas azules/ desbordan las esclusas de las fábricas/ y los árboles agitadores/ manotean sus discursos en la acera.Manuel Maples Arce, ``Urbe''.

6. -¡oh inteligencia, páramo de espejos!,/ helada emanación de rosas pétreas/ en la cumbre de un tiempo paralítico;/ pulso sellado;/ como una red de arterias temblorosas,/ hermético sistema de eslabones/ que apenas se apresura o se retarda/ según la intensidad de su deleite...

José Gorostiza, Muerte sin fin

7. cuando la vi, cuando la vid, cuando la vida/ quiere entregarse cobardemente y a oscuras/ sin decirnos siquiera el precio de su nombre...

Xavier Villaurrutia, ``Nocturno eterno''

8. Desde tu muerte, siento que te guardo/ en las oscuridades submarinas/ que cubro con mis olas musculares,/ disuelto como el azúcar en el orbe líquido/ y que muchas veces te denuncias asomando/ tu espiritual dulzor en mi saliva amarga.

Elías Nandino, ``Nocturno difunto''

9. Agamenón y su mugido inmenso/ y el repetido grito de Casandra/ más fuerte que los gritos de las olas,/ Sócrates en cadenas (el sol nace,/ morir es despertar: ``Critón, un gallo/ a Esculapio, ya sano de la vida''); el chacal que diserta entre las ruinas/ de Nínive, la sombra que vio Bruto/ antes de la batalla, Moctezuma/ en el lecho de espinas de su insomnio...

Octavio Paz, ``Piedra de sol''

10. Te declaramos nuestro odio, magnífica ciudad./ A ti, a tus tristes y vulgarísimos burgueses,/ a tus chicas de aire, caramelos y films americanos,/ a tus juventudes ice cream rellenas de basura,/ a tus desenfrenados maricones que devastan/ las escuelas, la plaza Garibaldi,/ la viva y venenosa calle de San Juan de Letrán.

Efraín Huerta, ``Declaración de odio''

11. (Me avergüenzo de mí hasta los pelos/ por tratar de escribir estas cosas./ ¡Maldito el que crea que esto es un poema!)

Jaime Sabines, Algo sobre la muerte del mayor Sabines

Por lo general, estos traspiés no son el resultado de un plan preconcebido -no son la mancha oscura colocada ex profeso en el rincón luminoso del tapiz- sino creaciones del azar. Sin embargo, no es imposible adivinar el origen de su comparecencia. Sugiero algunas posibilidades:

a) el poeta incurrió en la parodia de sus grandes éxitos;

b) el poeta exageró su intención de ser indiferente al contenido;

c) el poeta abordó un asunto que entendía admirablemente;

d) el poeta confundió su yo-poeta con sus otros yo;

e) el poeta se dejó influir por presencias ocultas, preceptos invisibles y campos de fuerza nunca explicitados;

f) el poeta sobrepasó las dosis recomendables de energía muscular;

g) el poeta se dispuso a cubrir de misterio lo que ya era de por sí muy misterioso;

h) el poeta aglutinó en unos cuantos versos todas las imágenes maravillosas que fue capaz de pergeñar;

i) el poeta lanzó una frase para excitar a la chusma;

j) el poeta se sintió muy sabihondo;

k) el poeta se disfrazó de exorcista y se puso a disparar palabras tabú;

l) el poeta recayó en una descarada imitación de los antiguos;

m) el poeta procedió como si fuera la única persona del universo.

Toca al lector conciliar el o los incisos convenientes con cada uno de los fragmentos citados.

*``adverso,-a: Se aplica a lo que va contra lo que se desea o se intenta''. María Moliner, Diccionario de uso del español.

**Un poema es un objeto extrañamente armónico. Para entender la función ``ecualizante'' que los trozos elegidos desempeñan en el cuerpo de los textos a los que pertenecen, aconsejamos revisar los poemas completos. (Esperamos así favorecer la lectura integral de Los once mejores poemas..., etcétera.)