A partir de los primeros días del mes de febrero resultó de la mayor urgencia mostrar que la propuesta gubernamental de cambio estructural de la industria eléctrica era totalmente ajena e inviable para la realidad del sector eléctrico nacional, por ser una simple copia de un modelo ųel inglésų cuyos objetivos habían sido otros en el momento de su implantación. Asimismo, era fundamental mostrar que con un mercado libre de electricidad concebido para una realidad distinta, ni siquiera se lograría el objetivo planteado: solventar la aparente carencia de recursos para garantizar la expansión y modernización eléctricas en plantas, líneas de transmisión, subestaciones, líneas de distribución, servicios de medición y servicios de comercialización. Así, después de más de siete meses, al menos se ha mostrado que el modelo propuesto, a pesar de ciertos éxitos, tiene muchas fallas, insuficiencias y riesgos, y que debe ser modificado y restructurado cuanto antes. Por eso, precisamente, hoy en día el modelo inglés ya no sigue al modelo inglés, hecho que tiene muy preocupados a quienes, como los españoles, siguieron prácticamente hasta los últimos detalles la experiencia británica. En estos momentos el modelo inglés experimenta una radical transformación, en lo fundamental, porque las actividades sujetas a regulación no han podido ser reguladas eficientemente; y las actividades sujetas a competencia han tendido no sólo a reintegrarse vertical y horizontalmente, sino a mostrar una conducta monopólica, como lo muestra la amplia literatura existente sobre la ya famosa pero crecientemente cuestionada primera experiencia del mercado eléctrico competitivo, justamente el "Modelo Inglés" implantado en Inglaterra y Gales, pero también en Argentina . Ya se habla en el mundo de las experiencias y modelos del mercado eléctrico competitivo de segunda generación (Noruega, California, España), e incluso se esboza ya el modelo de tercera generación en el que ya se incluye, entre otros, a la mismísima revisión del modelo inglés original.
ƑCómo, entonces, atreverse a copiar algo que no sólo no se adapta a México sino que, ni siquiera ha resultado eficiente para la propia realidad que se diseñó, por más que en el mundo eléctrico, exceptuados los aspectos derivados del autoritarismo de Margaret Tatcher y su ánimo privatizador generalizado, se reconozca el valor de los ingleses para el cambio? La propuesta parece más una coartada para otros objetivos. Sólo desde la persepctiva que resulta del ánimo por realizar un negocio millonario a partir de la venta de los activos eléctricos nacionales, se explica y resulta coherente y lógico, la ilógica y compulsiva urgencia por privatizar, justamente al estilo del modelo de primera generación, nuestra industria eléctrica en México. De otra manera no se le ven ni pies ni cabeza. Lo menos que sugieren estos hechos es una pausa para reconsiderar las características de la reforma y revisar sus objetivos. Una pausa activa, reflexiva, creativa, de discusión técnica, social, política; fuera de las coyunturas electorales, aunque nunca de la discusión política de fondo. Una pausa que permita observar lo que está pasando en el mundo, no sólo en la lógica de quienes impulsan la operación libre de las violentas leyes del mercado y la globalización subordinante, sino también desde los crecientes cuestionamientos a esta lógica. Pero no hay que tirar al niño con el agua; es preciso hacer de la necesidad virtud; por ello, superada la urgencia por mostrar la inviabilidad de la propuesta gubernamental, surge lo importante: elaborar una alternativa que permita una reforma de fondo de la industria eléctrica mexicana; una alternativa que cuente con un incuestionable respaldo social y con un marco constitucional y legal que le dé sustento. El mejor homenaje que se puede hacer a los trabajadores electricistas que lucharon por la nacionalización de la industria eléctrica que mañana lunes celebraremos ųa pesar de la evidente frialdad oficialų, el mejor homenaje a quienes desde la sociedad o el gobierno respaldaron esta iniciativa de nacionalización dada a conocer por el presidente Adolfo López Mateos a la nación el 27 de septiembre de 1960, la mejor es, justamente, impulsar lo importante de una forma integrada e incluyente.