PAGINA 9 Ť Lourdes Galaz
De políticas a políticas
* Las alternativas históricas de Hillary * La figura femenina ahora es parte del marketing político * Teresa Uriarte no es la mejor compañera de fórmula de Labastida * En el 2000, las mujeres deciden
Fue en Yucatán donde su marido hizo el destape ante la prensa. "Es una candidata estupenda. Sería extraordinaria en el Senado", declaró Bill Clinton a los periodistas, luego de posar para una foto con Hillary, cuando la última entrevista de los presidentes de México y EU, en enero de 1999, 22 meses antes de las elecciones estadunidenses. Dos semanas después, los rotativos neoyorquinos publicaban resultados de encuestas en los que la primera dama llevaba la delantera: 52 por ciento para la señora Clinton y 42 por ciento para el curtido alcalde Rudolph Giuliani, la mejor carta del Partido Republicano para ganar el escaño que dejará vacante el senador Moyniham, del Partido Demócrata.
Recién cerrado el caso Lewinsky con la absolución del presidente por el Senado, Hillary ųcomo única vencedora del escándaloų se convirtió en la estrella de los medios informativos y nadie ųni los serbios en la guerra de Bosniaų lograba arrebatarle a la primera dama los principales titulares de los periódicos, semanarios y telediarios de mayor rating en todo el vecino país. Por aquellos días, en el mismo Salón Oval ųde tantos recuerdosų de la Casa Blanca, Bill Clinton habló con su mujer sobre el futuro inmediato de la familia: "šHázlo, Hillary!... La oficina de la primera dama es grande, pero sólo sirve para guardar antigüedades... Piénsalo. Llevas 30 años siendo la esposa fiel. šYa te toca a ti, mujer! Basta con los tecitos que tomas con las esposas de los poderosos del mundo: šal poder, honney!"
Hillary, la inteligente de la familia, la que desde hace años es el sostén económico del hogar, la que ųdicenų sentó a Bill en el sillón de Abraham Lincoln, y ya en la Casa Blanca se convirtió en el escudo personal y político del presidente, se tomó seis meses para reflexionar sobre su posible candidatura, hacer cuentas y algunos sondeos previos antes de iniciar la precampaña para ser senadora por Nueva York. Y es que las colosales deudas legales del matrimonio son una de sus principales preocupaciones: los Clinton ven difícil reducir los 8 millones de dólares en gastos legales de la pareja con un salario anual de 134 mil dólares que paga el Senado. Si Hillary fuera elegida senadora, las normas éticas (en cuanto a percepciones adicionales al salario senatorial) reducirían su capacidad de generar ingresos suficientes para cubrir los gastos y compromisos de la familia. (ƑQué pasa con Bill? Que se busque un empleo cuando deje la presidencia, Ƒno cree usted?) Vale decir que con el boom de Hillary, por primera vez en la historia estadunidense la primera dama no sólo puede ser candidata a un puesto de elección, también tiene posibilidades de llegar a una posición en la representación de Estados Unidos en la ONU y hasta a la vicepresidencia del país de la democracia y el libre mercado, pues Al Gore, virtual candidato a presidente por el Partido Demócrata, quisiera a la discreta, inteligente y muy fiel Hillary como compañera de fórmula para ganar las elecciones del 2000. šAh!, y si no aceptara las ofertas políticas, la señora Clinton tendría tiempo para escribir un lucrativo libro sobre los ocho años que trabajó como dueña de la Casa Blanca... Un negocio redondo para los Clinton, ya que el libro sería un best seller, traducido a varios idiomas, si la dama herida (como la llama Bob Woodward, el periodista del caso Watergate) se atreve a contar todas sus vivencias de las peores horas del matrimonio Clinton y hace pública la privadísima crisis familiar que puso en jaque a la presidencia del imperio.
Todo esto de Hillary Clinton porque en las últimas dos semanas los medios mexicanos han dado cuenta de la presencia en la escena política de las esposas de los presidenciables. La figura femenina, históricamente ausente de los procesos electorales, ahora es parte de las estrategias en el marketing político. Dicen los columnistas que el estilo de la propaganda estadunidense viene a imponer un nuevo sello en la creación de la imagen de los que quieren ser. Quizás sea la moda, porque en este país la presencia de las cónyuges en tiempos electorales no aparece en la historia, como advierte Sara Sefchovich en La suerte de la consorte, un estudio pionero que busca rasgar el silencio que envuelve a las esposas de los gobernantes mexicanos, mujeres que llegaron tan cerca del poder no por ellas mismas, sino por estar casadas con quien lo tiene en su momento. "A ellas nadie las elige ųacierta la sociólogaų, no ocupan ese lugar por mérito o deseo, no cobran salario, sus quehaceres no están señalados por una ley o reglamento, pero no pueden librarse de cumplirlos". Bien haría Teresa Uriarte en revisar no sólo La suerte... sino hasta leer otros textos sobre las compañeras de los hombres del poder de aquí, Francia, EU o China, y hasta podría platicar con algunas señoras con experiencia ųbuena o mala, allá ellas. Y es que el activismo de Teresa Uriarte transgrede el límite tolerable en este país. Si bien los medios no difunden ųy qué buenoų la campaña de la esposa de Francisco Labastida (con todo y los cotidianos boletines de prensa que llegan a las redacciones), en las pláticas de café, en las reuniones familiares y en las fiestas de cumpleaños de las amigas (šfelicidades a Nidia y a Martha!) la señora Uriarte ya es todo un tema de conversación, y no para bien, ciertamente.
La televisión puede hacer crecer la imagen de un político o desvanecerla hasta la desaparición. No ha sucedido tanto con el candidato virtual del priísmo, pero desde su aparición en el teleshow de Televisa, los comentarios no le favorecen, particularmente cuando la plática se desvía hacia su compañera Teresa Uriarte. Y lo menos que se comenta en esas conversaciones es: "...y se decía que su esposa era inteligente, que hasta tiene una carrera y es funcionaria en la UNAM". No resultó tan lista, o al menos no la mejor compañera de fórmula del priísta.
Lo escuché esta semana lo mismo en un coctel de mujeres reunidas para discutir asuntos "con enfoque de género" que en una fiesta de cumpleaños. La esposa de un alto ejecutivo platicaba: "ƑCómo le dice al marido 'déjame hablar... yo también tengo cerebro', y cuando Uriarte reveló a voz en cuello, en vivo y en directo y a nivel nacional, que su marido no se atrevió ni a proponerle matrimonio: 'Yo fui a pedir su mano a su mamá'...?" Pregunta un alto funcionario que entra en la plática: "ƑY que tiene esa señora Uriarte que andar haciendo comentarios de los precandidatos del PRI o de la oposición? ƑQué la señora no ha entendido que ella no está en la contienda?" La esposa de un senador interviene: "No vamos a votar por Uriarte ni por la señora Celeste Cárdenas (cuenta que le dicen la señora doble D, distinguida y discreta), ni por Isabel Madrazo o la guapa señora Bartlett... ellas no son candidatas". Y uno recuerda a las mujeres que han hecho de la política una profesión, que el sexo débil se ha ganado el derecho a votar en casi todo el mundo y cada vez lo ejercen con más fuerza. Aquí mismo, en las elecciones del 2000, el voto de la mujer será decisivo: somos 52 por ciento del padrón electoral. ƑPor quién votará usted, señora? ƑSu marido se lo ordena o vale platicar de política en familia? ƑSabe qué proponen los candidatos y sus partidos para ganar el voto de las mujeres, de su cónyuge y de sus hijos? Hasta ahora nada para las señoras con voz y voto. ƑSerá porque en México una de cada tres mujeres trabaja fuera del hogar, con una escolaridad inferior al primer año de secundaria?ƑPor qué enfrenta la discriminación laboral, la diferenciación salarial y hasta la práctica del examen de gravidez? ƑSerá tal vez porque en este país aceptamos que exista la violencia física, sexual y psicológica hacia las mujeres de todos los niveles educativos y en todos los grupos sociales? Será por lo que usted quiera, pero ahora y en el 2000 las mujeres deciden. Y a las pruebas...
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