Ť En varios museos del mundo se resguardan 40 de esos documentos
Los códices indígenas mexicanos, obras de arte y minas de datos
Ť Luego de 27 años de la primera edición, María Sten redita un libro de divulgación sobre el tema
Ť En el país hay un registro de 500 pictogramas; probablemente algunos aún permanecen ocultos
Arturo Jiménez Ť Auténticas "minas de información" sobre la vida y la cultura del México antiguo, así como verdaderas obras de arte, los códices indígenas resguardan, además, diversas historias: las que cuentan sus pictogramas y las que experimentaron esos ''libros pintados'' y sus ''descubridores'' en su transitar por diversos países.
En 1972 el libro Los códices de México. Historias extraordinarias acaparó la atención de algunos sectores por su intención divulgadora. Su autora: María Sten, una especialista en letras que brincó a la antropología y que llegó de Polonia para radicar en México, "fascinada" con la cultura prehispánica.
Hoy, después de 27 años y varias reimpresiones, el libro se vuelve a editar por Joaquín Mortiz, tras una revisión de la autora, quien comenta que en la actualidad varios museos del mundo resguardan 40 códices mexicanos, mientras que aquí se tienen registrados alrededor de 500. Sten los divide en "prehispánicos" y "poshispánicos", estos últimos pintados con la supervisión de los religiosos españoles.
''Cuando llegué a México, hace más de 25 años, comencé a familiarizarme con el país a través del Museo de Antropología, de su biblioteca. Y ahí me topé con los códices, que me fascinaron, y empecé a leer las historias narradas por los libros pintados y de los hombres que los descubrieron. Entonces me di cuenta que los códices son poco conocidos tanto en Europa como en México".
ųPor el tono ameno de Los códices de México se nota su cercanía con la literatura, pero a la vez está muy documentado.
ųEsa fue la idea, darlo a conocer a un mayor número de personas. Cuando lo escribí me pareció demasiado fácil y accesible para un libro científico, y pensé no editarlo. Pero en ese tiempo hacía mi doctorado con el profesor Alberto Ruz Luhllier, el antropólogo de Palenque. Le di a leer mi libro y me envió una carta diciéndome que tenía que editarlo de inmediato. Pero no me confié totalmente y fui con el profesor Alfonso Caso, quien también me mandó una carta en ese tono. Entonces lo publiqué y me olvidé de él, hasta ahora.
ųƑCómo dio ese paso a la antropología?
ųDe manera autodidacta, pues estaba encantada por la cultura prehispánica. En Polonia me dedicaba a la traducción de literatura mexicana al polaco, pero me pasé después a los libros de antropología.
Sten ha escrito en México Vida y muerte del teatro náhuatl y Ponte a bailar, tú que reinas, un estudio antropológico sobre la danza prehispánica. Desde su país ya se ocupaba de la cultura prehispánica y publicó, en polaco, Diálogos con Coatlicue y Tres matices de México. Ahora acaba de entregar a los editores un libro sobre el teatro evangelizador del siglo XVI, escrito por 27 especialistas mexicanos y extranjeros.
Cosas de Satanás
ųEn su libro, de alguna manera, el francés Joseph Marius Alexis Aubin es visto como un héroe por sacar códices del país de manera ilegal en 1840, aunque por eso mismo se salvaron.
ųDecir héroe es mucho. La destrucción de códices aquí era muy grave. Los españoles consideraban que eran libros inspirados por Satanás y con la entrada del catolicismo se destruyeron muchos códices. El obispo Diego de Landa quemó públicamente manuscritos mayas en la ciudad de Maní, al sur de Mérida, en 1562.
"Allá, aparte de un buen restaurante, hay un monumento en una plaza. Es el busto de un hombre, sin inscripción alguna. No se sabe quién es, pero en el restaurante cuentan que se trata de Diego de Landa. Probablemente hubo una gran pugna entre los curas, quienes no permitieron destruir ese monumento, y el pueblo, que no permitió poner su nombre".
Sten comenta que los códices registraban todos los aspectos (social, económico, religioso, astronómico, militar) y el respeto por ellos era enorme. ''Pero los que sabían descifrarlos eran sólo los sacerdotes y la nobleza educada en el Calmecac, no el pueblo. Es posible que también los que pintaban los códices, los tlacuilos, quienes tenían que saber el sentido del color y del simbolismo. Algo muy interesante es que también hubo mujeres pintoras. Lo que no se sabe es dónde pintaban, si en los templos o en recintos especiales".
ųƑEs posible que haya códices aún desconocidos en México o el resto del mundo?
ųEl aliado de toda investigación científica es el azar.
Luego de señalar que sólo se conocen tres códices mayas, cuenta que hace 30 años Josué Sáenz, un empresario azucarero, compró un lote de objetos de la cultura prehispánica. "Entre ellas venía un códice maya, denominado Grolier, expuesto por primera vez en Nueva York en 1971. Hay opiniones divididas: algunos consideran que se trata de una copia y otros dicen que es original. Grolier es el nombre de un club de anticuarios, no del descubridor. En general, los nombres de los códices son de los descubridores o del lugar donde son hallados".
Otra historia: ''Hace algunos años, en una de las visitas del Papa aquí, obsequió a México el códice medicinal Badianus, que estaba en El Vaticano. Fue un gran gesto esa devolución. Badianus es el nombre del traductor, pero el descubridor fue Martín de la Cruz".
Tesoros ocultos
Se le comenta a Sten que grupos mexicanistas mencionan comunidades que atesoran libros pintados, pero no los dan a conocer para preservarlos. Incluso, que Miguel Angel Mendoza, biógrafo de Cuauhtémoc, asegura que durante cuatro meses le confiaron y estudió un códice conservado en un pueblo ubicado en el camino de Taxco a Ixcateopan, Guerrero.
''Es muy posible que algunos pueblos tengan códices ocultos'', responde la investigadora, y recuerda la historia del último códice descubierto, en 1969, por una estudiante francesa. ''Esa muchacha visitó Guerrero para estudiar aspectos de economía, pero se le rompió un zapato.
''Fue con un zapatero y éste le contó que en su pueblo había unos lienzos pintados. Ella no pudo ir, pero envió al fotógrafo que la acompañaba. Sin embargo, las autoridades del lugar no le querían enseñar los lienzos e hicieron todo lo posible para distraerlo, incluso lo emborracharon. Pese a ello, tomó las fotos.
''Después alguien robó los lienzos y las autoridades locales pensaron que había sido el fotógrafo francés. Luego acusaron al maestro de la escuela y decidieron lincharlo. Ya estaba preparado el poste para ahorcarlo cuando salió de entre la muchedumbre el verdadero ladrón: un lugareño que no había podido vender el códice".
Los códices, señala Sten, se pintaron con base en las informaciones de los sacerdotes. ''Hay diferencias entre unos y otros, por ejemplo, los libros mayas son blancos y negros, tienen muy poco color, mientras que los mixtecos tienen muchísimo color y son quizá los más pintorescos y bellos: el Vindobonense, el Nuttall. También el Borgia, que era de la región de Puebla y que probablemente sea nahua".
ųƑHabía un lenguaje o sistema de signos acordado?
ųDesde luego, los sacerdotes sí podían descifrarlos. Los números, por ejemplo, estaban codificados. Aunque en el presente no se han podido descifrar totalmente. Los códices mayas no relatan historias, sino que hablan de dioses, acontecimientos de la naturaleza y algunos de costumbres. Los mixtecos sí cuentan historias más concretas, que se pueden reunir y formar una historieta, una crónica de príncipes, de princesas.
ųƑY los códices nahuas?
ųEl Boturini, por ejemplo, habla de la peregrinación de los aztecas. Es una mezcla de leyenda e historia, desde Aztlán hasta la fundación de Tenochtitlan. Los códices son una mina de información acerca de costumbres, de economía, de guerras, de vestimenta, de religión, de educación, de todo.
ųƑLos códices se pueden ver actualmente como arte?
ųSon obras de arte. Hace 50 años, un europeo que venía y veía a Coatlicue decía: šQué horror! Pero nuestro concepto de belleza ha cambiado. No todo lo que es feo, no puede ser bello. La fealdad se convierte en la belleza como, en cierto modo, algunas veces, la belleza se puede convertir en la fealdad.