Jordi Soler
Dedazo por etapas

En su ensayo Homo videns (La sociedad teledirigida), Giovanni Sartori propone la existencia de una nueva figura en la política de cualquier país que cuente con cadena poderosa de televisión y con un auditorio dispuesto a creer en lo que ve en la pantalla. En la tv, sería útil recordarlo, importa más lo que se ve que lo que se oye. No vamos a caer aquí en aquella simplificación monumental: ``Una imagen dice más que mil palabras''; depende de qué imagen y depende de quién diga o escriba las palabras.

La nueva figura que propone Sartori se llama videolíder: un personaje televisado que convence a sus espectadores (primero) con su imagen y (después) con su mensaje. Para ser justos con la idea de la imagen que dice más que mil palabras, sería conveniente establecer que la imagen más pichicata es capaz de decir más que los millones de palabras que pronuncian la mayoría de nuestros políticos y, por otra parte, que hay haikús que guardan miles de imágenes en unas cuantas sílabas.

Las cosas van siendo claras a medida que ese invento, la televisión, crece y se expande. Hoy, la realidad que no pasa por la pantalla existe menos, aunque sea tan importante como aquella que sí pasa. Recordemos la golpiza que propinaron los agentes de migración estadunidenses a los inmigrantes mexicanos en Riverside. Las tomas aéreas de aquel suceso atroz dieron la vuelta al mundo por los canales de televisión, mientras los agentes de migración mexicanos, en la frontera entre Guatemala y México, infligían palizas similares a los inmigrantes centroamericanos. Las dos golpizas son igual de graves, son un abuso vergonzoso de autoridad, entonces, ¿por qué una realidad es más realidad que la otra? Detengamos entre las dos fronteras, en el centro, en la ciudad de México, la tarde del debate de los cuatro priístas que son candidatos a ser candidatos.

Antes, dos ideas del ensayo de Sartori: ``En la pantalla vemos personas y no programas de partido; y personas constreñidas a hablar con cuentagotas. En definitiva, la televisión nos propone personas (que algunas veces hablan) en lugar de discursos (sin personas)''. Más adelante dice: ``Los políticos cada vez tienen menos relación con acontecimientos genuinos y cada vez se relacionan más con acontecimientos mediáticos, es decir, acontecimientos seleccionados por la videovisibilidad y que después son agrandados o distorsionados por la cámara''.

Siguiendo la línea de Sartori, se pueden esbozar algunas ideas acerca del debate de los cuatro del PRI; no hay que olvidar que la abrumadora mayoría de este país se entera de la realidad por televisión. Por ejemplo, la mayoría ignora (y así seguirá mientras Televisa o Televisión Azteca no hagan un reportaje especial sobre el tema) que los agentes de migración mexicanos son tan excedidos en sus deberes como los estadunidenses. Los que se enteran de la realidad por radio son menos y los que leen periódicos son una minoría francamente ridícula. ¿Por qué si, según los especialistas, Bartlett fue el que habló con mayor coherencia, las encuestas favorecen a Madrazo y a Labastida? Puestos en la frecuencia de Sartori, podríamos decir que probablemente porque Labastida y Madrazo se veían mejor, independientemente de lo que dijeran. En este tipo de debates, como en la mayoría de lo que se transmite por televisión, importa más lo que se ve que lo que se dice. A este paso, en el futuro, las campañas políticas serán un programa más de tv y los candidatos tendrán que someterse a un proceso de casting, ser guapos y con personalidad; la inteligencia y la capacidad para gobernar serán (¿o ya son?) detalles prescindibles. Es más, el videolíder que nos gobierne en el futuro no tendrá necesariamente que existir, será un presidente virtual, un torso son cabeza de aspecto confiable que aparezca en la pantalla y que diga (dirigido por un staff con floor manager y maquillista) las bondades de su gobierno.

La ventaja política será para el que más y mejor se exhiba por tv sin importar lo que diga, ¿o desde cuándo se entiende lo que dice un político mexicano? Por lo pronto la ventaja es del PRI, que en un golpe mediático digno de su experiencia metió la imagen de sus cuatro gallos, con promoción ``triple A'', en todo el país. Habría que reflexionar si ese debate no tuvo más de mercadotecnia que de intento democratizador. Al final, la manera más efectiva de exhibirse es peleándose contra el otro. Quizá asistimos a la metamorfosis del ``dedazo'' en ``dedazo por etapas''.

Cárdenas tendrá que hacer algo que lo sitúe más en el plan de videolíder, porque Fox ya enarboló a la virgen para no perder puntos en esta ronda de exhibición.