Agua bendita y rosarios, para que se ''arrepientan''
Plantea un cura exorcizar a gays
Alma E. Muñoz n Para lograr el ''arrepentimiento'' de la comunidad lésbico-gay, la Iglesia católica no dudaría en rociarles agua bendita, acompañada del rezo de un rosario a fin de conminarlos a hacer el voto de castidad que les otorgue el perdón divino, advirtió el sacerdote de la Arquidiócesis de México, David Gagnon.
A pesar de las críticas que lanzó el clero ante el anuncio de la primera peregrinación de homosexuales a un recinto religioso, la Iglesia invita a este sector a ingresar a la Basílica de Guadalupe para buscar el perdón de Dios a través de la confesión y posterior penitencia, que en su caso les puedan imponer los sacerdotes de guardia en el templo.
De acuerdo con la curia, ningún clérigo recibirá a los peregrinos a su llegada al santuario del Tepeyac. Pero, de serle posible, el sacerdote Gagnon ųespecialista en sectasų les rociaría agua bendita y rezaría un rosario, ya sea el Glorioso (nacimiento de Jesús), el Calvario (sufrimientos del hijo de Dios) o Gozoso (la resurrección), para buscar su arrepentimiento, no obstante que el credo católico no acepta el derecho a la diversidad de género ni las ''desviaciones morales'', como menciona la Conferencia del Episcopado Mexicano en su carta pastoral sobre la atención a las personas homosexuales.
Siguiendo los preceptos de la Iglesia católica, ningún integrante de la comunidad lésbico-gay está excomulgado y el perdón se otorga a quienes en su infancia sufrieron algún ataque que les ''orilló'' a formar parte de este sector social y, después de un tratamiento psiquiátrico, se acercan a un sacerdote para lograr su reconversión. No sucede de esta manera con quienes insisten en ''confundir las desviaciones morales'' con enfermedad y mantienen su intención de continuar con ''prácticas permanentes de pecado''.
Aunque el Nuevo Catecismo católico reconoce que ''un número apreciable de hombres y mujeres presenta tendencias homosexuales instintivas'', y asegura que ellos no eligen esa condición, afirma que de ser así para la mayoría de los gays ello constituye ''una auténtica prueba'' y están llamados a realizar la voluntad de Dios en su vida y, si son cristianos, a ''unir al sacrificio de la Cruz del Señor, las dificultades que pueden encontrar a causa de su condición''.
Reconoce, además, que ''deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza'', y evitar ''todo signo de discriminación injusta'' para su persona. Por tanto, las puertas de la Basílica de Guadalupe estarán hoy abiertas para que en su peregrinación busquen el perdón divino, entendiendo de antemano que alcanzarlo requiere de votos de castidad, situación que para el padre Gagnon ''no es fácil''.
Como personas, los homosexuales son considerados hijos de Dios por la Iglesia católica, pero la institución no acepta que insistan en defender derechos humanos en su condición de tales, cuando recurren insistentemente a la práctica de ''acciones inmorales'' e intentan desconocer que caen en ''graves depravaciones'' al practicar el erotismo y la masturbación fuera del matrimonio y entre personas del mismo sexo.
A pesar de que el teólogo del Vaticano, Jean Louis Brugues, propuso en abril de 1997 que algunos sacerdotes se especialicen en la atención a los homosexuales y no sean aprensivos ni hostiles con ellos, en la Iglesia mexicana se recurre a las descalificaciones de estas tendencias, como ocurre con el cardenal Juan Sandoval Iñiguez, arzobispo de Guadalajara. Según el jerarca, los transexuales son ''un error de la naturaleza'' y no se se dan cuenta que los tratamientos hormonales y quirúrgicos a que se someten ''no determinan un cambio de sexo verdadero y auténtico, sino que los transforma en una especie de cuerpo neutro, ni hembra ni macho, dejando sin resolver del todo las contradicciones en el terreno sicológico''.
Del mismo modo, Sandoval insiste que el sexo para los creyentes ''no puede ser malo porque es obra del Creador'', pero debe practicarse sólo entre un hombre y una mujer en matrimonio y no ejercerse de manera ''torpe, vergonzosa o como juguete para satisfacer el ego y las pasiones''.
La peregrinación de la comunidad lésbico-gay partirá hoy a las 10 de la mañana de la ex glorieta de Peralvillo hasta el atrio de la Basílica de Guadalupe para buscar el respeto a sus derechos humanos, a la diferencia sexual, al trabajo, la libre expresión de las ideas y de sus manifestaciones culturales y religiosas. Para el sacerdote Gagnon, se trata de una situación ''curiosa y rara'' que puede resultar interesante para la Iglesia si la intención es buscar el alivio.