El futuro de Chiapas, y de México, es fundamental. Adicionalmente a las nuevas propuestas signadas por el gobierno federal para destrabar el conflicto de la entidad, es importante que fluyan las iniciativas tanto a nivel social como político, especialmente desde la óptica ciudadana. La participación de la ciudadanía es fundamental. Y los chiapanecos tenemos que comprometernos en un proyecto de renovación y de cambio.
Pero también es importante que el EZLN responda a la proposición generada por Diódoro Carrasco, secretario de Gobernación, para que se cree una nueva dinámica social y política a fin de lograr la paz y la concordia y no se llegue a los procesos legales que los partidos están por iniciar para renovar el poder público de la entidad.
Chiapas tiene una herencia histórica de colaboración ciudadana. Su voluntad y su vocación por la democracia fueron demostradas desde aquel 14 de septiembre de 1824, cuando mediante un plebiscito se decidió la federación de la entidad. Desde entonces, la participación de la ciudadanía es de gran trascendencia.
Conscientes de lo anterior, los chiapanecos tenemos que generar iniciativas propias para encauzar el proceso de paz y reconciliación. Por lo mismo, es importante lograr la distensión para que se pueda trabajar en paz y se consiga el bienestar. En la medida en que podamos rescatar la política como medida de convocatoria social, se habrá dado un paso adelante. La tolerancia, el diálogo respetuoso, es el camino para alcanzar la armonía social.
Por supuesto que es evidente que los diferentes actores políticos de la entidad están comprometidos con este proceso. Y convencidos de que la política es el camino a seguir, no el odio ni el rencor. La polarización social a nada conduce. Los discursos beligerantes tampoco agregan nada. Por supuesto que ya es sabido que a pesar de su riqueza natural y humana, Chiapas sigue siendo un estado con muchas asignaturas pendientes en materia de bienestar y paz social.
Es oportuno construir procesos políticos amplios, sin falsas expectativas que nos permitan avanzar hasta el nuevo siglo. Regresar a la política no sólo es la mejor solución, sino la única. La vía violenta, significa la negación para una sociedad que como la nuestra se ha propuesto la democracia como forma de convivencia. Para construir la voluntad necesaria para reiniciar el diálogo, se requiere desactivar el ambiente de confrontación, intranquilidad y provocación que prevalece, y restaurar un ánimo social y de confianza en todas las partes. Abordar la problemática chiapaneca en un ambiente de concordia y diálogo permanente con todos los grupos sociales es lo deseable.
Son muchos los pendientes que persisten todavía, pero los chiapanecos sabemos cuáles son y dónde están. Históricamente tenemos vocación democrática. Por consiguiente, Chiapas está decidida a abandonar viejas rencillas y dispuesta a trabajar para superar los problemas. Las disputas vacías, personalistas, estériles, a nada conducen, sino el diálogo social para avanzar en las soluciones. Por eso urgen las iniciativas con el concurso y la participación de los ciudadanos. La ciudadanía es la que, en forma horizontal, tiene el motor y la expresión de la democracia.
*Senador de la República