Octavio Rodríguez Araujo
Ojalá me equivoque

Tanto en el Consejo Universitario (CU) como en el Consejo General de Huelga (CGH) hay quienes no quieren que el conflicto en la UNAM se resuelva por la vía de la negociación y el entendimiento. ¿Por qué? ¿Por qué en el CU hay una línea dura que insiste en poner obstáculos a todo intento de salida negociada con el CGH y, en cambio, apela a medidas de fuerza cada vez que tiene oportunidad de hacerlo? ¿Por qué en el CGH hay una línea dura que lejos de engrandecer el movimiento estudiantil (inclusión) recurre a posiciones irreductibles y excluyentes cada vez que se intenta imprimirle un sello democrático y racional?

En una apretada síntesis, una posible explicación sería la siguiente: al principio, el rector y sus grupos afines en el Consejo Universitario quisieron imponer la ``actualización de las cuotas'' en un proyecto de universidad pública que se corresponde más con los lineamientos del Banco Mundial al respecto que con la opinión de los universitarios. El tema de las cuotas fue la gota que derramó el vaso que ya había estado llenándose con las reformas del 97, con la vinculación al Centro Nacional de Evaluación y con reformas a los planes de estudio (especialmente en las ciencias sociales y las humanidades).

El tema de las cuotas provocó, por lo mismo, un movimiento de protesta de algunos académicos y de muchos estudiantes. Estos emplazaron a huelga y la línea dura del CU (que es mayoritaria), aprovechando los titubeos del rector, no hizo nada en el tiempo (entre el 8 y el 20 de abril) que pudiera efectivamente impedirla. La huelga estalló, y al principio tuvo grandes apoyos dentro y fuera de la UNAM. Rectoría hizo que las cuotas fueran voluntarias (7 de junio), pero para entonces ya se habían endurecido las posiciones del CGH. En éste, con tácticas bien conocidas en los movimientos sociales, se fueron imponiendo las posiciones sectarias e intransigentes, que en los medios han sido calificadas como ultras. Estas posiciones impidieron, con insultos y descalificaciones, que la huelga fuera un medio para negociar salidas inteligentes entre el CGH y rectoría y que pudiera llevarse a cabo una discusión de la universidad por universitarios, en un ambiente democrático y racional. Rectoría, por su lado, fue poco sensible a la dinámica del conflicto, y en lugar de recurrir al CU y que de éste surgiera una comisión para el diálogo, nombró una comisión del rector que no pudo romper el muro de intransigencia de quienes entonces ya dominaban el CGH, después de excluir y estigmatizar a muchos de los estudiantes democráticos.

En este momento, lamentablemente, dominan las posiciones poco flexibles tanto en el CGH como en el CU, y con este tipo de actitudes, el diálogo y la negociación se antojan imposibles. Daría la impresión de que los duros de ambos lados (¿de veras estarán en lados opuestos?) no quieren que el conflicto se resuelva, que no sea mediante el uso de la fuerza. ¿Por qué?

Si acaso es cierto que tanto el gobierno como rectoría y los aliados de ambos quieren imponerle a la UNAM los lineamientos del Banco Mundial o algo semejante, nada mejor que una huelga prolongada que lleve a una profunda crisis de la universidad y que el conflicto termine en un callejón, cuya única salida sea precisamente el uso de la fuerza pública, para así terminar con toda intención democrática y mandar para el futuro lejano el debate sobre la universidad que queremos los universitarios. ¿Soy pesimista?

Si el conflicto se resuelve por la vía de la negociación, el paso obligado siguiente tendría que ser la discusión de la UNAM, es decir, el cuestionamiento de sus formas de gobierno, de las cuotas, de los vínculos con el Ceneval, del pase reglamentado, de los planes de estudio, de si se desconcentra o no (como ya lo propuso un ex rector), etcétera. Y es evidente, hasta ahora, que los duros, dentro y fuera del CU, no quieren este debate, razón por la cual prefieren que la universidad siga cerrada o que, en última instancia, sea reabierta después de una represión que desarticule de tal forma a las fuerzas democráticas que por varios años no haya movimientos. Este expediente tiene antecedentes ``exitosos'' con los obreros ferrocarrileros, electricistas y de la Ford, con los normalistas, con los estudiantes del Politécnico y con los de la misma UNAM, y con otros sectores sociales que largo sería citar.

Ojalá esté equivocado, y hoy, en la reunión del CU, la ecuanimidad y la razón dominen sobre la intransigencia. Y lo mismo deseo que ocurra en el CGH.