Ť Orfeu, película del cineasta que compite por la Concha de Oro en San Sebastián


Filmo como un acto de conocimiento y de amor por Brasil: Diegues

Ť El carnaval es la gran utopía de las personas que viven en las favelas, pues devienen príncipes, dice

Ť Vergüenza social, que en mi país exista tremendo abismo entre pobres y ricos, lamenta

Mónica Mateos, enviada, San Sebastián-Donostia, 21 de septiembre Ť La película Orfeu es ''una dura y directa crítica" contra los gobernantes que ha tenido Brasil durante los últimos cien años (incluyendo el presente) y que ''no han sabido solucionar" lo que el director de cine Carlos Diegues (Maceló, 1940) considera una ''vergüenza nacional": la proliferación de las favelas.

Al hablar de su gran pasión por el cine, que él considera un acto de comprensión de su país, Diegues explicó que no es pesimista respecto de la realidad que vive Brasil: ''Lo único que hago es registrar lo que veo mientras llega el momento de que la nación se consolide como heredera de la civilización occidental, es decir, que mejore lo que han hecho Europa y Estados Unidos. No hago películas para enseñar, sino para aprender a conocer mejor a mi gente. Filmo como un acto de conocimiento y, desde luego, de amor".

El cineasta brasileño fue poeta y periodista antes de dedicarse a trabajar detrás de las cámaras. Filmó su primer corto en 1960 al tiempo que se dedicaba a escribir guiones y a ''confabularse" con sus colegas Nelson Pereira dos Santos, Glauber Rocha y Joaquim Pedro de Andrade, entre otros, para fundar el Cinema Novo.

Sus trabajos siempre despiertan interés entre el público internacional, porque abordan con agudo ojo crítico no sólo la vida emocional de personajes específicos, sino la situación sociopolítica de Brasil.

Historia más allá de la muerte

La buena acogida que su cine recibe en los festivales europeos lo ha convertido en uno de los directores latinoamericanos más populares y esperados en este festival de Donostia, y se le recuerda en particular por Tieta, que presentó aquí hace tres años.

''Ahora vengo a concursar con una película delirante y poética, una historia de la que me enamoré hace 30 años, cuando vi la obra de teatro Orfeu da Conçeicão, basada en un texto del poeta Vinicius de Moraes, que después filmó Marcel Camus, pero este cineasta se centró en la historia de amor y se alejó de la realidad brutal y violenta de la que trata la obra", explicó.

En su largometraje, el realizador presenta todas las situaciones que pueden ocurrir ''tras bambalinas" en un desfile en el sambódromo, pues ''el carnaval es la gran utopía de la sociedad brasileña; son los cuatro días al año en que las personas tienen la cabeza abajo y los pies arriba, ya que es el único momento en que los seres que viven en las favelas se convierten en príncipes. moni

''El delirio poético de Orfeu radica en que ninguna de las historias que viven sus protagonistas fue inventada. En las favelas, 99 por ciento de las personas son honestas y si tienen trabajo se levantan temprano y todo es normal. También hay muchos que se la pasan buscando empleo. Para un joven hay tres opciones para volverse rico de un día para otro: ser futbolista, bailar samba o ser narcotraficante. Es decir, que quien no sabe jugar ni bailar elige lo más peligroso", detalló el cineasta quien, como en sus anteriores producciones, pidió a Caetano Veloso que realizara la música de esta cinta.

Es así como se conforma ''una historia de amor sin límites, más allá de la muerte, entre Orfeu y Eurídice, los jóvenes que se conocen en un carnaval. Y esta situación se da en un entorno de violencia, corrupción y miseria", agregó.

ƑNegar o esconder a los excluidos?

''Es una vergüenza social que siendo Brasil un país rico ųocupa el octavo lugar en la economía mundialų exista tan tremendo abismo entre pobres y ricos. Pero estamos construyendo un nuevo modo de vivir y de crear, aun contra el narcotráfico que en las favelas lo único que hace es aprovechar el abandono del gobierno hacia esas zonas.

''Y aclaro que las favelas no son una atracción, aunque hay quienes fomentan un turismo perverso y realizan recorridos por esos lugares en autos blindados. Los que viven en las favelas, como el protagonista de mi cinta Toni Garrido, que nació en una de ellas, son personas orgullosas, conscientes de su situación. Las nuevas generaciones tienen una frase recurrente: 'no quiero morir aquí como el imbécil de mi padre'.

''Por eso, mientras pueda, me dedicaré a registrar lo que veo pues es muy cruel que las autoridades hagan cosas como lo que pretendían realizar para obtener la sede de los juegos olímpicos del 2004. Pensaban construir muros para esconder las favelas y que los turistas no las pudieran ver y que no parecieran peligrosas. También intentaron crear una ley para prohibir que se filmara en ellas. Quieren negarlos, esconderlos, no conformes con tenerlos excluidos. Yo no opino igual. El mundo tiene que conocer la situación", concluyó Diegues.