La Jornada Semanal, 19 de septiembre de 1999
Generación. De la semana anterior, se nos quedó en el archivo por falta de espacio el comentario de esta revista; es decir, nos colgamos, aunque no tanto como el mesecillo (este número 24 corresponde a julio-agosto) que tardó en llegar a nuestra redacción esta revista católica (por lo de Paraíso, Purgatorio e Infierno ųlas partes en que se divide) pero llena de apostasías, y si no, vea usted, lector(a) políticamente correcto(a), que cuando habla del tema central de esta publicación dice "sexoservicio" por no gritar "prostitución". En efecto, este es el asunto que aborda. Además, nos entrega un homenaje a y una vindicación
del general Francisco Gallardo Rodríguez, quien cometió el "delito" institucional de proponer la creación de un ombudsman para que vigile el respeto a los derechos humanos entre la milicia. Los textos son del propio general Gallardo y de su hijo mayor, del mismo nombre. También encontrará usted temas más "treviales" como el affaire Gloria Trevi y el satánico Doctor Andrade, así como "Los prófugos del clóset", y un tipo que grita desde Madrid "ššSeexo, seexo, seexo!!" ųno se sabe si solicitándolo, ofreciéndolo o simplemente abominando de él
(el sexo, claro).
"Limpia, fija y da esplendor". Como usted bien sabe, multimediático(a) lector(a), este no es el eslogan de un poderoso detergente o de una enérgica cera para autos sino el lema que adorna el escudo oficial de la Real Academia Española de la Lengua. Ahora, nos apresuramos a ponernos solemnes (porque, al parecer, todo acto que corresponde a la Madre Academia lo es) para comunicarle que, con motivo de la visita a México del director de la Real, don Víctor García de la Concha (mucha gente debe estar feliz por la tan ansiada visitación, pero sobre todo don Nikito Nipongo), está usted invitado a la Sesión solemne abierta de la Academia Mexicana (no de la Lengua, o de Letras, como las otras 21 academias, porque el verdadero apellido de la nuestra es "correspondiente de la Española") en torno a la publicación de la Ortografía de la lengua española, presidida por los académicos José Luis Martínez, Manuel Alcalá, Ruy Pérez Tamayo y José G. Moreno de Alba. La Solemne será este martes 21 de septiembre, a las 18 hrs., en el Aula Mayor de El Colegio Nacional (Donceles 104, Centro Histórico, junto al Templo Mayor, donde es probable que se encontrara la Academia Mexica de la Lengua Náhuatl, y cuyo eslogan pudo ser: "corta, lija y da pavor"). Ahora que si no está usted de humor mayestático el martes, pues asista el miércoles 22 a El Colegio de México, a las 17 hrs., a la Conferencia que no sabemos quién dará porque no se menciona en el cartel-invitación, pero eso ya es otro asunto. Déjeme decirle que el libro Ortografía de la lengua española, que tiene 162 páginas y tamaño media carta, viene a actualizar a su ilustre predecesor, el Prontuario de ortografía de la lengua castellana, dispuesto por Real Orden para uso de las escuelas públicas por la Real Academia Española con arreglo al sistema adoptado en la novena edición de su Diccionario, en 1844, es decir, hace apenas 155 años. Esta Ortografía, como para abreviar se le conoce, vino a su vez a reemplazar a la Ortographia de 1741. "Más vale tarde que nunca", "Lento pero seguro" o hasta "ƑQuién dice que no se puede? Dale un Madrazo a Alazraki" podrían ser otros eslogans de la Academia. Por lo menos nosotros
ya estamos tranquilos porque Planeta amablemente nos hizo llegar un ejemplar de este libro de bolsillo de la lengua panhispánica.
Post-fiestas mexicanas. Podemos sugerir a los sobrevivientes del Grito, el Puente y Playas atestadas que lo acompañan a que asistan este domingo 19 a la Alameda del Sur (calzada de las Bombas y Canal de Miramontes), donde estarán Los García, que presentan un programa músico vocal integrado por canciones mexicanas. Si le queda más cerca la Casa del Lago, acuda a oír jazz con Iraida Noriega, a las 12 hrs., en el Foro teatral; la entrada es libre.
Llámenme poeta sinochiapaneco. Óscar Wong presenta su nuevo libro, Chiapas: dimensión social de la narrativa, donde quiere demostrarnos que a) la realidad imita al arte que a su vez imita a la raíz social, y b) que Chiapas (que lo sepa el mundo entero, o Ƒya lo sabe?), pese a sus amplios recursos naturales, sigue en la marginación y el atraso (y el racismo Ƒqué?). Los presentadores serán Silvia Pratt, Roberto López Moreno y María Ribera; el lugar, la Casa de la Cultura Juan Rulfo (para cerrar la metáfora); la casa editora, Edamex; el día, miércoles 22; la hora, 19:30 hrs.
Carlos García-Tort
MIS REFUGIADOS, EL CANÓNIGO GALLEGOS ROCAFUL Y LOLITA (III)
La mayor parte de los miembros de mi generación recordamos a algún profesor español que nos enseñó mucho en la preparatoria o en la universidad. Fueron buenos y generosos esos trasterrados que, como decía Garfias, tenían a "España presente en el recuerdo y a México presente en la esperanza". Digo esto evitando el tono de discurso y sin pretensión alguna de solemnidad. En nuestras historias personales siempre aparece un español refugiado que iluminó con inteligencia un momento de nuestras vidas. El canónigo Gallegos Rocaful decía misa todas las mañanas en una iglesia cercana a su casa, daba clases en el seminario y en la universidad, dictaba conferencias y escribía sus libros sobre filosofía tomista, Vitoria, Suárez y Mariana. En ese tiempo yo estudiaba en un colegio de jesuitas y tomaba clases de ética con un sacerdote vasco que nos atiborraba con sus recuerdos de la "cruzada nacional". Nos daba a leer novelas y libros de memorias escritas por combatientes del ejército franquista (este material, casi hagiográfico, ocupaba varios estantes de la pequeña biblioteca del colegio). Todos eran iguales: el personaje central era un muchacho católico, guapo y del norte, rubio y de comunión diaria. Los otros personajes eran: la madre rezandera, hermosa, buena, cocinera y mejor pastelera; la novia, pavorosamente casta; los amigos falangistas buenos y rubios (véase Dos Españas, de Don Rafael Doble Pérez); el alcalde republicano torvo, bajito, bigotón, con tendencias asesinas y comecuras; el sacerdote oculto en la montaña que bajaba para impartir la santa comunión y, por último, un grupo de muchachas que, con el debido recato, organizaban romerías y bailecitos en los que, implacablemente, triunfaban las buenas costumbres. Venía la guerra, el personaje central se iba de piloto, ganaba, entraba en Madrid y recibía un beso en la mejilla de su novia ya próximamente señora. Con pequeñas variantes (de vez en cuando el piloto se partía la crisma y se convertía en mártir; a veces el alcalde organizaba "paseos" y, ocasionalmente, la novia sucumbía en un bombardeo) todos estos libros presentaban a los "rojos" como enemigos acérrimos de la religión y de la castidad (años más tarde el estalinismo produjo novelas y películas alarmantemente parecidas al material hagiográfico de la "santa cruzada"). Por eso llamaba la atención ese canónigo que había sido "rojo". No recuerdo que Gallegos haya intentado jamás clarificar sus posturas. Predicaba con el ejemplo y, de esa manera, nos obligaba a enfrentarnos a los múltiples matices de la historia de la República española. Su antimaniqueísmo era ejemplar, su discreción y prudencia fueron verdaderamente paradigmáticas. Don Salvador, catalán que llevaba sus eles hasta el delirio gutural, se enriqueció en México. Empezó como camarero y, gracias a su ánimo industrioso, acabó como dueño de hoteles y de fondas de lujo en un lugar de la provincia. A veces comíamos en su casa. Un día, frente a un plato de perfumadas butifarras me confesó su íntima tragedia: "Lo ve usted, amigo mío, qué dura es la vida. Yo que fui anarquista en Tarragona, mire en lo que he venido a parar, en millonario." No pude contestarle nada. Me concentré en las butifarras y evité su mirada que pedía comprensión y simpatía. Lolita, también de Tarragona y anarquista, se casó con un poeta mexicano que llevaba la bohemia a extremos hospitalizables. Pronto quedó viuda y consiguió un trabajo en la universidad. La recuerdo vestida de negro, con sus gruesas gafas y su pelo pulcramente peinado. Lolita estaba preocupada por el comportamiento de sus compañeros de exilio. Se tomaba muy a pecho todos sus logros y desaciertos. Con regocijo me informaba: "Roces ya terminó su traducción de Marx; Cernuda habló ayer en el Colegio de México; la maestra Trueta da un brillante curso de historia en el Colegio Madrid; hoy estrena una nueva obra Rodolfo Halffter; Buñuel ganó el premio del Festival de Cannes." Con pena nos daba la lista de los mal portados: "Fulano, mengano y zutano se han enriquecido; perengano habla mal de los mexicanos..." Observaba a sus compañeros de exilio para defender el prestigio de España. Estaba segura de que su presencia y su obra en México vendrían a hermanar sólidamente a los dos países. Pocas personas he conocido tan fraternales y delicadas como Lolita. Su tumba en el Cementerio Español tiene un sencillo epitafio: "Dolores, española nacida en México, mexicana nacida en España". Hugo Gutiérrez Vega
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EN EL MECANISMO DE LOS GORDOS (5) El rinoceronte blanco
Los estados de ánimo del marqués tenían efecto difusivo y pautaban la vida del castillo; es decir, si su disposición era, como de ordinario, animosa, jovial, festiva, así se sentían todos, y la existencia en el castillo latía en un allegro cómodo y optimista. Pero si el marqués estaba en desabrimiento y con cuidados, como a veces, pocas, sucedía, el tempo se frenaba a un lento y hasta un adagio, y la gente se movía despacio y hablaba en susurros, temerosa de importunar. Por eso se da a notar quién manda en un lugar o instituto: manda aquel cuyo humor es más contagioso o difusivo en el ámbito en cuestión. Y a lo largo, ancho y alto del castillo imperaba el Marqués de la Bulla. Por eso en todo el lugar se generó un estado de nerviosa expectativa. Algo se esperaba, pero Ƒqué? Nadie podía caracterizarlo. El marqués, según su práctica inveterada, dábase a razonar, y formuló el siguiente problema: "Ƒpor qué estamos en expectativa? Creemos que un suceso semejante a la triplicación del faisán se va a producir, pero Ƒqué nos autoriza a creer eso?, Ƒde qué evidencia disponemos para convalidar esa creencia?" ųMuy simple ųapuntó don Juan Corchado, eminencia médica y pozo de ciencia, como ya se dijoų, porque creemos que el fenómeno es recurrente. Si sucedió dos veces, tiene que suceder una tercera. ųƑY qué nos autoriza a cogitar que el fenómeno es recurrente? ųinterrogó el marqués. ųBueno ųprosiguió Corchadoų, todo indica que el agente, hasta ahora desconocido, es racional; su sigilo, su habilidad al introducir los pájaros en el concierto así lo indican. Por tanto, cabe juzgar que sus acciones tienen racionalidad. Ahora bien, una acción es racional, grosso modo, cuando es un medio apropiado para alcanzar un fin claro. Hasta ahora ese fin no se ha manifestado. Y tiene que manifestarse, ergo, el agente volverá a actuar. ųObjeto esta última inferencia ųdeclaró el canónigoų. ƑPor qué tiene que manifestarse el fin? Tal vez el fin resplandece ante nuestras narices y nosotros no lo hemos captado. En tal caso los desplazamientos y multiplicación de bestias podrían no repetirse ya nunca. El mensaje fue dado, pero no lo pudimos leer. "ƑCuál fin?", caviló el marqués en silencio, "Ƒy de quién? ƑPara qué y quién?" Oía sutilizar a los doctos, pero estaba cansado y distraído: habíase desvelado calculando la distancia a la que podía estar Sirio utilizando el método que ya había empleado Huygens, es decir, usando la propiedad de la luz que dice que su intensidad disminuye inversamente en relación al cuadrado de la distancia. (Este cálculo supone, desde luego, que el Sol y Sirio brillan con la misma intensidad.) La distancia hallada por Huygens, 28 mil veces mayor que la del Sol, le parecía pequeña. Y una parte de su seso permanecía ocupada en esos cálculos. Cuando el marqués se engolfaba en la astronomía tardaba en poder pensar cumplidamente en otras cosas. Pero al mediodía la discrepancia entre Corchado y el canónigo y prebendado se zanjó por las vías de hecho a favor del protomédico. El agente desconocido volvió a actuar. Algunos criados entraron poniendo gritos de espanto y alarma. ųUn monstruo, señor marqués, en la sala de audiencias hay un monstruo grande y feroz ųclamaban. El marqués se desplazó aprisa, presidido y seguido por sus perros alanos, de lustroso pelaje. Y sí, en medio de la sala lo miró muy quieto, con sus pequeños ojillos paleontológicos, un enorme rinoceronte blanco. Los perros empezaron a ladrar, pero no se acercaron al monstruo. La "Sala del rinoceronte", como sería conocido de ahí en adelante ese lugar, había sido edificada por el abuelo del marqués; era de nobles y generosas proporciones y fue descrita en un viejo libro como "provista de tapicería muy rica y ennoblecida con infinitos bultos de los antiguos de mármol y de bronzo, de pinturas singularísimas, y de todas maneras de instrumentos músicos, y en todo ello no se pudiera hallar cosa común, sino escogida y excelente". Ahí, entre los mármoles y bronzos, como una escultura más, pero viva, la contundente bestia unicorne y contundente. Y más modestamente, pero también conspicua, sobre el clavecín se asentaba una caja roja. El marqués la tomó en sus manos y la examinó, sin perder del todo de vista al rinoceronte. La caja contenía un pequeño libro, unos frascos y un papel escrito. El libro era Arte curativa ad Glauconem de Galeno. El papel decía escuetamente: "La cabeza tiñosa se lavará con orines. Después se pondrá en ella una mixtura de raíces de huitzquiltl, tezonpahtli, tecuammaitl, tetzmixochitl, con cortezas de copalcuahuitl y atoyaxocotl, trituradas." Los frascos, al parecer, guardaban las raíces mencionadas en el escrito. Don Juan Corchado está furioso por la intromisión del agente desconocido en sus terrenos. Sobre todo lo indigna la inopinada presencia del volumen de Galeno. ųQué desfachatez, este libro es un vejestorio más transitado que el camino a Veracruz ųproclama muy moderno blandiendo el tratado. Pero la herbolaria arcaica y autóctona llama su atención, se calma un poco y ensaya a pronunciar en voz alta la difícil fonética de las prescripciones (todas las palabras terminan en "itl")ų. Yo no respondo de estos remedios. ƑTendrán la mínima "akribcia"? ųEsta palabra es voz griega que dice "precisión" (uno de los cuatro requisitos del arte médico antiguo). Como se ve, el protomédico opone a la intromisión y desconocimiento del náhuatl, su suficiencia en griego clásico. ųƑNos picaron la vanidad, Juanito? ųle dice socarrón y confianzudo el canónigo a Corchado. Mientras disponía la estrategia de traslado de la peligrosa bestia y su enchiqueramiento en las cuadras, reforzadas, del castillo, el marqués resolvió que era hora de llamar y hacer venir a su amigo Ifesto Takelotis, a quien siempre recurría, contra la opinión de todos los demás, en casos de grave apuro. ųAy, no, ese Takelotis otra vez aquí ųse quejaba después la esposa. ųEs necesario, hija, es necesario ųporfiaba sonriente el marqués. |