Ť La guerra por la sucesión en el GDF
Ť Lista de funcionarios entusiasmados
Desde hace dos años -- quién lo puede negar--, se empezó a deslizar en el reloj de la ciudad de México el tiempo para definir un sucesor, un nuevo jefe de Gobierno. Nadie desconocía, por más que hoy se llamen a sorpresa, las intenciones no nada más de Cuauhtémoc Cárdenas, sino de su partido y de mucha gente consciente de cual sería el final de esta historia.
El perfil de quien sustituya a Cárdenas lo iría dando el quehacer de cada quien y la circunstancia. Sin tiempo para debilidades, más que a los ataques verbales de dentro y fuera del PRD y del gobierno, se tenía que responder con hechos, con la fuerza de los hechos y con el cálculo político que no requería del acuerdo vergonzante o las concesiones corruptas, sino del apego a los lineamientos de un proyecto con base en la honestidad y la ley.
Así se marcó el camino y llegaron los ataques, los intentos por corromper y la descalificación. Muy pocas fueron las voces que marcaron altos, que aclararon, que sin medir prestigios mañosos o bien ganados, metieron al orden a los hacedores de la anarquía de dentro y fuera del PRD y el gobierno.
Por eso nada más, ahora sorprende la lista de señores funcionarios entusiasmados por la sucesión. Don Porfirio Barbosa, bien metido en esta pequeña guerra, salió a la luz hace muy poco tiempo para decir en corto, todavía, que él quiere.
Apoya su ambición en las impunes ilegalidades cometidas en el interior del PRD. Un pecado más o uno menos, a nadie escandaliza en el purgatorio.
Esto porque el señor Barbosa no podrá cumplir, para empezar, con el requisito que impone la ley a quien mande en el Gobierno capitalino: comprobar, como señala el Estatuto de Gobierno en su artículo 53 fracción segunda, su residencia por cinco años ininterrumpidos en la capital.
Pero además el funcionario michoacano, sin duda hombre bueno, seguramente no resistiría los cañonazos de la oposición en la guerra de las campañas. Hasta hoy no ha mostrado los argumentos ni la dureza necesarios para resistir, ni la firmeza para conducir al gobierno en el resto del trayecto.
Por eso tal vez, los mejores enemigos del gobierno actual se desgarran las vestiduras en su defensa. Por eso o por su ingenuidad, los sindicatos del Metro y del GDF reconocen en él la mano amiga, suave, que les apoya con prontitud.
En esa misma carrera, don César Buenrostro, un hombre muy cercano al actual jefe de Gobierno, ha sido incorporado aun en contra de su constante dicho.
No se sabe, a ningún nivel, que Buenrostro juegue a las patadas debajo de la mesa. Su comportamiento durante este tiempo ha sido el de un funcionario dedicado a su quehacer sin más distracciones.
El comportamiento de Buenrostro, entonces, hace pensar que de ninguna manera romperá su palabra y seguirá como es el deseo de Cárdenas, en el trabajo.
Es decir, junto con algunos otros fieles a este gobierno, Buenrostro estará presente para no dejar caer el trabajo del mandato de Cárdenas, lo que servirá como una de las mejores defensas ante los ataques de la oposición ya perfilados.
¿Quiénes o quién queda? No se devane los sesos, ya hay claridad al respecto. Tanta como la decisión de Andrés Manuel López Obrador por impedir el regreso del PRI o dejar pasar al PAN. López Obrador será el candidato del PRD al Gobierno del DF. A ver qué contesta Diego.
Y ya que andamos por Acción Nacional les comento la indignación de muchos guadalupanos inteligentes a quienes les quedó claro cómo Fox trató de vender a la Guadalupana como si fuera cocacola. No se vale.
Lo cierto es que frente a la caída de popularidad mostrada en las encuestas, Fox lanzó tal vez su mejor y última carta. Se está desinflando.
Y si usted, lector, no le da crédito a esto, mire cómo sus declaraciones, aquellas de que ``el gobierno le hace los mandados'', se parecen tanto a las del heroico Mosh, que uno termina por preguntarse: ¿A quién le voy? ¿A Vicente Fosh, de Acción Nacional, o al ultra Mox del CGH, Alejandro Echevarría?