Hermann Bellinghausen
Agitación de gitanas

Las gitanas acaban de pasar. Un poco antes había llegado el tintín de su pandero, el tintín de sus medallas, collares y arracadas, y un rebuzno.

Traían consigo al burro, y lo venían consintiendo. Traían también un canto líquido en la boca y pequeñas flores del valle, frescas, de tallo al dente.

Al pasar a cada hombre o mujer en los zaguanes, o cruzarlos, ofrecían lectura de mano y la buena ventura. Gente tendía la palma, gente se hacía a un lado.

No todas hermosas, pero si rutilantes todas, reían colmillos de oro, la velocidad frenética de sus lenguas, y su adivinación que tanto impone a las monedas.

Pensé que era cuándo, que me leyeran la mano, y la puse al paso. Las gitanas se detuvieron, la miraron y tocaron, le apretaron los dedos con sus dedos expertos, la sopesaron, deliberaron.

Intercambiaron miradas lacónicas y gestos de extrañeza o burla. Una me miró a los ojos, reventó la bomba de su chicle, y meneó la cabeza, negando.

Otra dijo que sí, pero luego. Insisto y, sorprendido de hacerlo, doblo la oferta de pago. Ni que me interesara tanto. Les viene cara de susto, y todas a la vez, coreográficas, agitan los brazos señalando adelante, inhibidas de súbito según las reglas del juego.

Apresuraron el paso. Una joven montó a vuelo de faldas el lomo del burro, y se ajustó al cuelo una mascada roja. Una gitana mayor picó el costado del animal con una vara y entonces burro y gitanas recobraron velocidad.

Tan acaba de ser que, dos calles más abajo, alcanzó a verlas todavía. Hay algo de liberador en mi palma desairada, algo de vaga promesa en la parvada alejándose. De pronto me parece que agitan, no estoy seguro, un pañuelo blanco. No sé para qué tendí la palma a las quirománticas, si me falta la curiosidad de conocer el futuro de antemano. Los profetas son los otros.

``La vida es corta'', decía aquel joven amigo que todos hemos tenido, ``y si se alarga, lo mismo da'', le corregía un amigo viejo, desechando la preocupación de un manotazo, de esos que uno da para ahuyentar las moscas.