Ya está en México Thick, su más reciente disco


Tribal Tech ofrece un jazz divertido, suelto, pero grueso

José Galán n Desde que la guitarra eléctrica en el jazz adquirió el estatus de ingrediente básico hacia la fusión, primero quizá con Wes Montgomery, y sobre todo en ese discazo de 1970 que es Bitches Brew, del imprescindible Miles Davis, el camino ha sido largo pero prendido, conciso y macizo.

En aquella producción saltó a la palestra el guitarrista británico John McLaughlin, que llevaría el virtuosismo de la lira eléctrica hacia nuevos caminos, sobre todo en la fusión con el rock y la música hindú, a través de los inolvidables discos de The Mahavishnu Orchestra, en los que por cierto se diera a conocer el violinista Jean Luc Ponty, entre otros músicos prendidos.

Y ahora los guitarristas eléctricos en el jazz-fusión abundan, aunque con resultados disparejos: allí están, por ejemplo, Jeff Beck, Al DiMeola, Allan Holdsworth -salido del grupazo alemán Soft Machine- y el destacado Earl Klugh, entre otros, o Pat Meteheny, que va del pop autocomplaciente a colaboraciones de peso y profundidad con el saxofonista tenor Michael Brecker sin el menor empacho.

Y ahora toca el turno a Scott Henderson, guitarrista excelso de jazz-rock, que junto con su grupo, Tribal Tech, se ha hecho de un nombre en los ambientes de jazz de Estados Unidos y Europa, luego de varios años de inundar el aire con un requinteo pesado que no deja nunca de lado el sincopeo que hace del jazz la música que mueve y agita.

Hace 15 años Scott Henderson y el bajista Gary Willis decidieron en Texas conectarse a los amplificadores y no soltarse hasta lograr construir un proyecto musical decididamente eléctrico. Con el virtuosismo como principal bagaje musical, se instalaron en la fusión y comenzaron a construir estructuras de jazz, influenciadas directamente de The Weather Report de Joe Zawinul, sin olvidar que el rock es un género seminal en su formación artística.

Conformaron su grupo-bandera, Tribal Tech, la Tribu Tecnológica, y ahora, junto con sus compañeros de años, el batería Kirk Covington y el tecladista Scott Kingsey, promueven su última producción, Thick (Grueso), que publica la disquera Zebra y está a la venta en Tower Records, producción nueve en una colección poco comercial pero de increíbles alcances e influencia dentro del jazz-fusión.

Con nueve temas que llevan de la mano al escucha por las raíces del blues y el rock, pero con el alcance de un jazz que alarga los temas hacia una construcción quizá la más suelta de su producción, este álbum está de pocas maneras, catalogado incluso en Estados Unidos como una de las producciones de 1999 quizá más reveladoras, ya que considera que la corriente de la fusión, difícil realmente de definir, se mantiene bien y con vida, en su improvisación, sin perder el groove y el instinto jazzístico.

Esta banda, que se cataloga a sí misma como underground, lejos del nefasto ambiente comercial y cerca de las corrientes llamadas de culto, comenzó su primera gira en tres años por Estados Unidos, para presentar su última producción a un público que ha permanecido fiel, en pequeños locales, sin grandes audiencias, pero constantes.

Esta banda es, sin duda alguna, una apuesta de calidad para el escucha de jazz o de rock. Al escuchar rolas como Sheik of Encino, Jalapeño, Thick o You May Remember Me..., uno se da cuenta de otro detalle: tienen sentido del humor. En sus juegos y tretas, proponen con soltura un divertimento. Eso sí, bien grueso .