n Fue congruente y dueño de sí mismo, señala en una carta a los medios
El ex subprocurador no era un psicópata, asevera Raúl Salinas
n Vivió ante el "acoso despiadado, feroz, implacable e infinitamente ilegal" de autoridades, dice
n Seguramente no era un santo y debía responder por sus actos, pero no por lo que le fabricaron
Desde el Cereso de Almoloya, Raúl Salinas de Gortari reclamó "un lugar que no se puede regatear" para la carta póstuma de Mario Ruiz Massieu. En una misiva enviada a los medios de comunicación, el hermano del ex presidente Carlos Salinas se explica el supuesto suicidio de Ruiz Massieu por el "grado de desesperación" que vivió ante "el acoso despiadado, feroz, implacable e infinitamente ilegal" de las autoridades.
Ex concuños ambos (Adriana Salinas estuvo casada con el asesinado dirigente priísta José Francisco Ruiz Massieu), Raúl Salinas afirmó que el ex subprocurador de Justicia muerto en Newark "nunca encubrió a nadie, ni a mí".
Sostuvo que al ganar los juicios de extradición interpuestos por el gobierno mexicano Mario "probó su inocencia" y que el procurador general Jorge Madrazo "no puede afirmar lo contrario de lo que resultó de un juicio que perdió".
Expresó que Ruiz Massieu no era un psicópata, como han afirmado en declaraciones funcionarios y representantes del PRI. "Nos guste o no, hay absoluta coherencia en sus actos y dichos públicos de por lo menos los últimos cinco años".
A continuación el texto íntegro:
A la opinión pública
17 de septiembre de 1999.
Mario Ruiz Massieu se suicidó el 15 de septiembre de 1999.
Nunca tuvimos amistad ni participamos conjuntamente en nada.
Yo, Raúl, entiendo el sufrimiento, el grado de desesperación que vivió ante el acoso despiadado, feroz, implacable e infinitamente ilegal, que le hicieron padecer las autoridades mexicanas.
Mario, como yo, seguramente no era un santo y debía responder por sus actos. Pero no por todo aquello que le fabricaron.
Es inaguantable constatar que el procurador miente, que las pruebas falsas las fabrica quien tiene a su cargo procurar justicia para la sociedad, que a los asesinos, el gobierno los hace millonarios para que cambien sus declaraciones.
Mario Ruiz Massieu ganó todos los juicios que le formuló, con testigos pagados y pruebas falsas, el gobierno mexicano.
Sin embargo, a cada triunfo le siguió una nueva acusación fabricada.
Mario luchó hasta con desesperación, como mostró que era su carácter, para encontrar a los verdaderos asesinos de su hermano.
Nunca encubrió a nadie, ni a mí; antes mostró su decisión para atacar a quien fuera.
Encarceló prácticamente a todos los que participaron en el atentado, salvo a Manuel Muñoz Rocha, y esto era fuente de su rabia y reclamo contra el sistema político, y en particular contra las más altas autoridades, tanto de la propia Procuraduría General de la República, como del PRI.
Está probado que quienes desviaron las investigaciones fueron Fernando Antonio Lozano Gracia y José Pablo Chapa Bezanilla. Ellos pagaron 500 mil dólares a Fernando Rodríguez González para que mintiera. Ellos falsificaron pruebas.
No hay una sola evidencia en el expediente que sostenga la mentira de que Mario Ruiz Massieu hubiera retirado el nombre de Raúl Salinas de Gortari de las investigaciones. Esta es una falsedad más sostenida por la Procuraduría General de la República, tanto de Lozano Gracia, como de Jorge Madrazo (quienes han actuado de la misma manera ilegal).
Ninguna prueba existe de que Mario Ruiz Massieu hubiera torturado. Por eso la Procuraduría General de la República perdió el juicio de extradición que Mario Ruiz Massieu ganó al demostrar su inocencia.
El procurador no puede afirmar lo contrario de lo que resultó de un juicio que perdió, ni siquiera para difamar a los perseguidos políticos. Menos aún, cuando Mario Ruiz Massieu ya está muerto.
El, como en mi caso, no fue el único hostilizado, también su familia y sus allegados.
Perseguidos todos por la ferocidad del Estado y sin recursos económicos, la defensa se hace prácticamente imposible.
Y si a todo esto se agregan los intereses de las más negras agencias norteamericanas, el panorama para cualquiera es demoledor.
Es tan escandaloso como grave que la independencia de la administración de justicia de México, se entregue a manos extranjeras. Mario Ruiz Massieu no era un psicópata. Era un hombre congruente, dueño de sí mismo.
Nos guste o no, hay absoluta coherencia en sus actos y sus dichos públicos, de por lo menos los últimos cinco años.
La carta póstuma de Mario Ruiz Massieu, avalada con el peso de su sangre derramada, tiene un lugar que no se le puede regatear.
Y esto vale en el mundo de los que nos enorgullecemos de ser hombres.
La muerte de José Francisco Ruiz Massieu no ha sido resuelta, no se ha hecho justicia.
México necesita la verdad, y la familia Ruiz Massieu es lo menos a lo que puede y merece aspirar.
No se puede tratar de seguir engañando a todo el mundo. La gente espera la verdad, porque ya la sabe, pero la necesita para recobrar su confianza en las autoridades.
Urge recobrar el estado de derecho.
Raúl Salinas de Gortari