Ť FORO DE LA CINETECA
El gabinete del doctor Caligari
Atendiendo al persistente espíritu conmemorativo que desde hace varias versiones domina en la primera función de Muestras y Foros en la Cineteca, la 19 del Foro arranca hoy con la proyección de El gabinete del doctor Caligari, de Robert Wiene (1919). Esta obra clave del cine expresionista alemán cumple 80 años y se exhibe en una versión coloreada, con dominantes sepia y verdes, y algunas escenas impecablemente conservadas en su forma original. Una novedad en la proyección de esta cinta es el estupendo acompañamiento musical en vivo a cargo de Proyecto Laudes de Cine Silente, con José Angel Lugo Arce en las percusiones y José María Serralde Ruiz en el piano, quienes acentúan la atmósfera perturbadora de la cinta con fragmentos de obras seriales y guías de improvisación contra imagen, inspiradas en obras de Schoenberg, Alban Berg y Varese.
En este contexto no resulta ocioso ni falto de interés descubrir por segunda o quinta vez, o para muchos jóvenes por primera ocasión, El gabinete del doctor Caligari, un cuento de locura, al estilo de Maupassant, y también una aventura fílmica de creatividad desbordante. Su relato circular nos permite acceder a diversos niveles narrativos. Un loco cuenta la historia de otro loco, y su interlocutor es a la vez su propio victimario ųel fabricante de su locura. El tema de la alucinación, del relato tal vez soñado, sigue vigente ocho décadas después, en una cinta del español Amenabar, Abre los ojos, en relatos de horror asociados a la realidad virtual, en un thriller hipnótico como El silencio de los inocentes, en alegorías de sometimiento y sadismo, en las viñetas de Seven, en la propia fantasía onírica de Kubrick (Ojos bien cerrados) y, de modo general, en nuestra aproximación finisecular al tema de la paranoia y los miedos colectivos.
Robert Wiene realiza Caligari con indicaciones previas de Fritz Lang, el director originalmente presentido por los productores Erich Pommer y Rudof Meinert. Asimila el ambiente cultural que prevalece en la Alemania derrotada y humillada de la inmediata posguerra, y mediante sus retratos desmesurados (el doctor Caligari soberbiamente interpretado por Werner Krauss), anticipa en imágenes distorsionadas, la confusión y debacle moral de los años negros de la república de Weimar, y de modo más perturbador aún, la voluntad mesiánica de la figura central del nazismo. El gabinete... prefigura también el desarrollo de un personaje fascinante y siniestro, el doctor Mabuse, de Fritz Lang, y en general los señalamientos que la literatura, la pintura y el cine expresionistas enderezarán contra las tentaciones totalitarias de la época. Los guionistas Carl Mayer y Hans Janowitz se basaron en un hecho policiaco, pero rápidamente la cinta reveló sus resonancias sociales. Si los decorados de Walter Reimann y Walter Rohrig son notables por su manera de sugerir del naufragio mental del protagonista (desequilibrio en las perspectivas, en el ordenamiento de las casas, materialización del grito Caligari como graffiti obsesivo en los muros), el impacto mayor de la cinta tal vez sea su aproximación casi clínica a la naturaleza del miedo, individual o colectivo. En esta exploración minuciosa, y en la persistencia de los vicios denunciados, reside gran parte de la actualidad de esta obra.
* Carlos Bonfil *