Elba Esther Gordillo
Nuestro planteamiento democrático

EL PASADO MARTES 7, LA CNOP realizó un acto público para presentar el libro Memorias de un diálogo, que recoge las intervenciones de los cuatro precandidatos priístas a la Presidencia de la República.

El libro tiene como objetivo que más mexicanos se involucren en las ideas que cada uno de los precandidatos priístas tienen sobre México y el mundo, con la clara intención de que éstas provoquen el debate y convoquen a la decisión ciudadana.

Hemos cultivado un hábito que ya se volvió costumbre: el del diálogo, esto es, el de escuchar y ser escuchados, el de debatir y proponer, el de aprender y acordar.

Hoy la política se hace argumentando. Sin ideas no hay discusión y sin debate no hay lugar para la política. Ideas, valores y debate son condiciones esenciales de una política democrática.

Ese debate nos permitió no sólo conocer propuestas y programas, sino también valorar cuatro visiones del país, cuatro formas de entender y practicar la política, cuatro trayectorias. Tener una aproximación más seria a correligionarios con aspiraciones legítimas y convicciones profundas.

Para aquellos que dicen no encontrar ideas y proyectos en el debate político actual, que ponen la atención en lo secundario y pasajero, estas Memorias de un diálogo les resultarán indispensables, y a la militancia priísta y a la sociedad en su conjunto les demostrarán que es posible hacer política de otra manera, de cómo avanza y se consolida ųno sin dificultad, temores y resistenciasų el proceso democrático en el PRI.

La democracia es un ejercicio de tolerancia, inteligencia y lucidez. Por eso en el debate democrático las mejores opiniones no son aquéllas que se pronuncian más alto o se repiten más veces, sino las que nacen de ideas y reflexiones, las que proponen o corrigen, las que enriquecen y colaboran, las que convencen apelando a la razón.

En la democracia no se necesita gritar para hacerse escuchar. En la democracia todos tenemos espacio y oportunidad para exponer nuestras razones y para hacerlo a través del discurso, de la convocatoria al intercambio de opiniones: la construcción del acto comunicativo que enriquece.

Estamos comprometidos a ejercer la palabra con ideas, propuestas y programas: polemizando y compitiendo bajo las mismas reglas y con las mismas posibilidades de triunfo.

Este diálogo democrático anticipa nuestro triunfo en el 2000. Pero para concretarlo será preciso capitalizar este proceso democrático, que constituye uno de nuestros más grandes activos frente a la elección constitucional del 2 de julio.

En la democracia la ventaja no la toman quienes prometen más, sino aquellos que dejan el menor espacio entre sus promesas y sus argumentos, entre el qué y el cómo.

Sabemos que el triunfo del 2000 se define ahora. En el 2000 deben ganar la fortaleza y la unidad partidistas; las propuestas, no las ofensas; las acciones, no las excusas. En el 2000 debe ganar la legitimidad de los candidatos, la lucidez y la viabilidad de sus propuestas, y la credibilidad y la fortaleza del partido.

Por eso, el 2000 nos demanda un trabajo político fino e inteligente, sensible y con visión de futuro.

Memorias de un diálogo es el testimonio de un debate de argumentos y proyectos; es una evidencia de una competencia a campo abierto y a la luz del día. Memorias de un diálogo demuestra, finalmente, que la democracia es la táctica y la estrategia, el método y la concepción, la vía y el compromiso de los mexicanos rumbo al 2000. *

 

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