En este volumen, 16 investigadores comparten el propósito de dar valor histórico especial a los relatos testimoniales de viva voz; a la suma de anécdotas vividas vueltas narración; a las imágenes memorables de los pequeños universos familiares, sectoriales, gremiales o pueblerinos; a las historias orales, y a los escritos privados de hombres y mujeres cuya principal virtud es haber dado forma ųcon la palabra que recuerda y sus propias vidasų a eso que llamamos "corrientes de la historia".
En la primera parte, "Otras formas de ver la historia", están los estudios de Graciela Garay, del Instituto José María Luis Mora: "La construcción y deconstrucción de un proyecto de historia oral de la arquitectura moderna en la ciudad de México", y Laura Espejel López, de la Dirección de Estudios Históricos del INAH: "Historiografía en primera persona".
En la segunda parte, "Cada pueblo escribe la historia", encontramos el trabajo de Gabriela Cano, investigadora de la UAM Iztapalapa, sobre "Los territorios de la memoria en Iztapalapa, DF", en el cual se logró un registro de la memoria colectiva de algunos de los antiguos pueblos de ese lugar, a partir de un concurso de relatos populares convocado por la investigadora y Ana Lidia García.
Entre los textos de la tercera, "Actores y testigos de la vida cotidiana", están los de Rebeca Monroy, de la DEH-INAH: "Soy espejo y me reflejo: riqueza y limitaciones de los archivos fotográficos como fuente documental", y "El discurso moral de los noticieros fílmicos de 1940 a 1960", de Ricardo Pérez Montfort.
En la última parte, "Libertad para concebir la historia de otra manera", se exponen los trabajos de Dolores Pla Brugat, "Algunas consideraciones acerca del uso de los testimonios en la investigación histórica"; Beatriz Lucía Cano, "La memoria de las palabras"; Eugenia Mayer, "Historia como creación permanente", y Alicia Olivera de Bonfil, "Los restos de Cuauhtémoc y la política de los años setenta".