Los mapas del oro negro chiapaneco

El petróleo

que no existía

Andrés Barreda y Rolando Espinosa

ƑCuánto petróleo hay en la zona del conflicto de Chiapas? A pesar de que existen muchas evidencias -a partir de estudios de campo, reportes especializados y testimonios-, las autoridades petroleras insisten en minimizar hallazgos que se han documentado desde los setenta. ƑPor qué razones, entonces, se incrementa la presencia militar en diversas zonas señaladas como potencialmente ricas en yacimientos petroleros? A partir de diversas fuentes, los autores elaboran los mapas del petróleo en la zona de conflicto: las evidencias científicas de la riqueza debajo de las comunidades zapatistas en el norte, el centro y el sur de la selva Lacandona. Manchas petroleras, pozos en explotación y comunidades zapatistas comparten espacio en una región donde la presencia de la fuerza pública crece día con día. Es, sin metáforas, la geografía del conflicto

Cuál fue una de las razones por las que el gobierno restringió la colonización de la selva Lacandona a 600 mil hectáreas para 66 familias en 1972?

La clave puede estar en un estudio acerca de la zona Lacandona, elaborado por la Comisión de Estudios del Territorio Nacional, publicado en 1974 -año del célebre congreso indígena-, que contiene dos mapas de gran visión -de 11 en total- de la selva, que reflejan la percepción que los geólogos tenían sobre las posibilidades petroleras del lugar (aunque según la lectura de esos documentos, la región carecía de posibilidades petroleras, por lo cual bien podía convertirse en la principal reserva forestal del país).

En 1975, José López Portillo, entonces secretario de Hacienda, redactó para el Instituto de Estudios Políticos, Económicos y Sociales del PRI un informe global sobre la riqueza de Chiapas, en el cual sólo reconoce, además de la zona de Reforma, algunas posibilidades petroleras para las regiones de la Trinitaria, Las Margaritas y los Altos.

Hacia fines de los setenta -cuando el precio internacional del petróleo llega a su cima (de 15 dólares por barril en 1978 a casi 40 en 1980) y las empresas transnacionales comienzan a explotar la zona fronteriza de Guatemala con Marqués de Comillas- el gobierno mexicano replantea su política de protección ambiental en la región, mediante el establecimiento de una zona dura de conservación de 331 mil 200 hectáreas en Montes Azules.

Al mismo tiempo, el gobierno emprende acciones destinadas a regular los intensos movimientos indígenas de colonización desatados en las cañadas que colindan o se superponen con los anticlinales potencialmente petroleros (los anticlinales son formaciones rocosas que "atrapan" el crudo).

En esos años, la desconfianza económica y militar del aún nacionalista gobierno federal se expresa en el impulso de la colonización mestiza en Marqués de Comillas, no sólo por lo que sucede en Guatemala, sino también por su desconfianza frente al avance de las comunidades indígenas que no cesan de colonizar la selva y exigen el cumplimiento de las postergadas promesas de reparto agrario. La presencia india, pues, podría estorbar la inminente explotación petrolera de esta región.

Sobre todo entre 1975 y 1986,1 Pemex examina varias áreas de prospección en la selva Lacandona, que comprenden los anticlinales con posibilidades de entrampamiento de petróleo. Esos estudios quedaron consignados en tesis de licenciatura -logramos reunir 18-, de estudiantes de las carreras de geología de la UNAM y el IPN, quienes participaron en brigadas de prospección de Pemex.

Estos documentos registran de manera cuidadosa cuáles son los anticlinales más cercanos a las regiones donde supuestamente pudo acontecer hace cientos de millones años la formación del petróleo (rocas madre), cuáles son los segmentos precisos de los anticlinales y fallas dónde éste pudo haber sido entrampado, así como el sustrato geológico y la profundidad tentativa en la cual pueden ubicarse los depósitos de petróleo.

(Esto, dicho sea de paso, muestra claramente una pequeña parte del enorme valor económico de los trabajos de investigación realizados por los estudiantes de nuestros centros de enseñanza superior, que con ello retribuyen a la nación los gastos que el pueblo de México realiza financiando la educación pública y gratuita).

 

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De los 94 anticlinales y 60 fallas de Chiapas consignadas a fines de los setenta por el Instituto de Geología de la UNAM, 35 anticlinales y 14 fallas resultan con altas posibilidades petroleras, y se establecen en ellos 29 áreas más precisas en las cuales podrían existir yacimientos.

En el mapa que representa los diagnósticos de estas brigadas de prospección (mapa 3) puede observarse la siguiente distribución de áreas con mayor potencial petrolero: ocho están agrupadas en la región noreste (prospecto Champa), seis en la región este (San Fernando), trece en la región sur (provincia Miramar), mientras dos quedan incluidas en la región Ocosingo, en el centro de la selva.

Por ahora nos limitamos al análisis del prospecto San Fernando y a la gran región de Ocosingo.

Actualmente se puede apreciar el enorme tino de estos tempranos diagnósticos por la coincidencia que estas áreas han mostrado con otro tipo de pruebas reunidas por nosotros, en las cuales se refiere la presencia de pozos petroleros exploratorios, la posible presencia de yacimientos descritos en los mapas de proyectos de desarrollo como el Río Salinas Project, o en mapas de revistas especializadas como Oil and Gas Journal, o en mapas de instituciones de investigación como el US Geological Surbey, o la Energy Information Administration, así como por numerosos testimonios directos recogidos en la región.

Aunque no todas estas prospecciones han sido exitosamente confirmadas resultan de enorme importancia para comprender la historia de la organización del espacio en la Selva Lacandona. Es el caso de las prospecciones efectuadas durante los ochenta en la llamada región de San Fernando, que permiten entender cómo en esa época el gobierno federal tiene expectativas muy altas de encontrar hidrocarburos en las seis áreas correspondientes a los anticlinales Yaxchilán, Gavilán, Bonampak y El Cedro, así como las empresas transnacionales que operaban en Guatemala tienen expectativas parecidas para regiones correspondientes del otro lado del río Usumacinta.

Por esta razón se observan intensos y sucesivos trabajos exploratorios en ambos lados de la frontera, que en el caso de Guatemala llevan a la proyección de un posible oleoducto e incluso a la construcción de una carretera petrolera que permita el acceso a la cooperativa Bethel, en los márgenes del río fronter izo.

 

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Es hasta 1992 cuando se decreta la conservación de una nueva área de 61 mil 873 hectáreas, añadidas a Montes Azules como reserva de la Biosfera del Lacantún, y de 4 mil 357 hectáreas como Monumento Natural Bonampak, así como otro islote de 12 mil 184 hectáreas decretado como Refugio de Flora y Fauna Silvestres Chan Kin y de 2 mil 621 hectáreas como Monumento Natural Yaxchilán.2 Esto sugiere un muy tardío esclarecimiento de una baja o nula presencia de petróleo en esta franja fronteriza originalmente incluida en la Comunidad Lacandona, pero posteriormente excluida de los límites de Montes Azules.

El resultado final en los noventa deja libres estrechos espacios para un incierto uso petrolero, que más bien se orienta al uso económico y militar de la carretera fronteriza del sur, al tiempo en que se aprovechan las regiones no protegidas pero conservadas para el establecimiento supranacional de un corredor biológico de semiconservación que garantice el tránsito de las especies entre las selvas Lacandona y del Petén.

 

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La enorme importancia que aún mantienen muchos de estos diagnósticos tempranos de Pemex estriba en la forma en que varios de ellos, confirmados hoy como certeros por varios caminos, coinciden espacialmente con numerosas regiones habitadas por las comunidades indígenas zapatistas en el norte, el centro y el sur de la selva Lacandona. Punto clave para sopesar las recientes declaraciones del director de Pemex, Adrián Lajous, cuando descalifica una nota periodística (La Jornada, 22 de agosto) sobre el trabajo de los geólogos de Pemex Pablo Cruz y Javier Meneses en torno de la Sierra Chiapas (en el noreste de la entidad), publicado recientemente por la revista Oil and Gas.

Lajous pretende cerrar la discusión en torno a la presencia de yacimientos petroleros en la región del conflicto cuando indica que la región del norte de Chiapas (para la que sí acepta la presencia de reservas) en realidad no está conectada directamente con la región Ocosingo. Aunque en entregas posteriores habremos de comentar algunas evidencias en torno a la presencia de yacimientos en la región noreste (que hay que distinguir de la región noroeste, donde se ubican los conocidos yacimientos de Reforma), vale la pena observar desde ahora que esta zona fronteriza con Tabasco también es una región zapatista que, por lo mismo, ha sido duramente castigada por medio del grupo paramilitar Paz y Justicia.

Como explicamos en otro artículo (La Jornada, 28 de agosto de 1999), el Diagnóstico de instalaciones petroleras en la zona de la Selva Lacandona. Proyecto Ocosingo Lacantún confirma la enorme importancia de dos de las áreas diagnosticadas por estas tempranas brigadas en la región Ocosingo.

Incluso otros estudios de Pemex en torno a los efectos económicos, sociales y ecológicos ocasionados por sus actividades exploratorias, así como los compromisos de la paraestatal con la Sedue para la conservación de la riqueza biológica del lugar también dan testimonio sobre la enorme importancia petrolera de la región.3

David Candelario Rodríguez, ingeniero de la superintendencia local Zona Sur de Pemex, en 1986 delimita en su estudio4 sobre Las estrategias ambientales de Pemex en la selva Lacandona lo que hoy se conoce como la región Ocosingo, siendo él quien por primera vez da a conocer al público un diagnóstico cuantitativo preciso del monto de las reservas petroleras en Ocosingo y Marqués de Comillas. Por su parte, las geólogas Santamaría Martínez y Sotelo Arredondo realizan un diagnóstico técnico sobre el desarrollo de los principales pozos en la región de Ocosingo (su profundidad, cuáles han sido taponados, etcétera), así como sobre la contaminación ambiental que han ocasionado.5

Es este contexto adquieren enorme importancia tanto el informe de la General Accounting Office notificando al gobierno de los Estados Unidos diagnósticos de geólogos de Pemex sobre la existencia de grandes campos petroleros en Ocosingo, así como los testimonios de campo recogidos entre algunos trabajadores petroleros por Fabio Barbosa, en 1993, sobre la presencia de yacimientos de gas y crudo de alta calidad, así como en torno a irracionales taponamientos de pozos al parecer muy productivos.

Las recientes declaraciones de Adrián Lajous sobre la baja calidad y escaso potencial de los pozos petroleros Nazareth y Ocotal contrastan no sólo con los testimonios, sino también con informes técnicos como la Evaluación económica petrolera del pozo exploratorio Nazareth I, efectuada por Romeo Solís Estrada: "De acuerdo con la evaluación geoquímica practicada al pozo de estudio, y por la calidad del hidrocarburo (de tipo ligero) allí encontrado y la extensión del bloque, podría considerarse como un yacimiento importante".6 La evaluación precisa que "el descubrimiento de gas y condensado encontrado en este pozo abre nuevas perspectivas económicas petroleras para esta región". El detalle de que se hable de hidrocarburos ligeros resulta esencial, porque los funcionarios de Pemex han querido restar importancia a los descubrimientos de Marqués de Comillas arguyendo que se trata de hidrocarburos pesados.

Como parte de esta discusión hay que tener en cuenta que el territorio donde se ubican nueve de estos pozos exploratorios está en la sierra Corralchen, justo aquella que separa físicamente los dos Aguascalientes zapatistas de Morelia y Francisco Gómez (antes La Garrucha).

Mientras el director de Pemex se esmera en declarar que en esta región no se han encontrado "por lo pronto" yacimientos de potencialidad comercial, en este mismo lugar de la selva se emplazaron recientemente nuevos campamentos militares (La Jornada, 15 de agosto 1999), la mayor parte de los cuales quedan en áreas cercanas a los pozos Ocotal I y Damasco I, así como al campamento de trabajadores petroleros Ocotal. Diez de estos nuevos destacamentos están en la considerada región Ocosingo (Taniperla, Monte Libano, Ocotalito, Santa Rita, La Culebra, Jardín, Sival, Arrollo Granizo, Obilio García, Arena y Nuevo Jerusalén) y cinco en sus inmediaciones (San José Panhuitz, El Limonar, Cintalapa, Laguna Ocotal y Santo Domingo, éste último al sur del Aguascalientes de Morelia).

Estas posiciones militares vienen a reforzar la línea de nueve destacamentos de militares y policía ya emplazados en la Sierra Infiernillo (cinco de los cuales ya estaban también en la región petrolera Ocosingo, y los restantes en la reserva de la Biosfera Montes Azules, muy próximos a las instalaciones de un importante centro de bioprospección del grupo Pulsar). También refuerzan otros tres campamentos apostados en las faldas de las sierras Cruz de Plata y Livingstone, en la cañada de Las Tazas.

 

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Hace veinte años, la región de Ocosingo comenzaba a percibirse como la zona donde debería establecerse la frontera entre una posible exploración petrolera y la conservación forestal de Montes Azules. Hoy, el desarrollo de la exploración de los hidrocarburos y la inesperada irrupción de la ingeniería genética terminaron por hacer de este lugar uno de los puntos de control militar y paramilitar más importantes de la selva.

Frente a la amenaza neoliberal de privatizar todos los bienes estratégicos de la nación, muchos nos preguntamos por qué el Congreso de la Unión autoriza presupuestos militares crecientes destinados a custodiar bienes que ningún mexicano amenaza destruir, pero sí algunos gobernantes amenazan con subastar en los mercados internacionales.

Datos y realidades dramáticas que, en el mejor de los casos, dejan a las respuestas oficiales del secretario de Energía, Luis Téllez, y del director de Pemex, Adrián Lajous, como meras coartadas encubridoras de todas las agresiones que los gobiernos federal y estatal han perpetrado en contra de estas comunidades. b

 

Notas

1 Tenemos evidencias de que entre 1953 y 1961 Pemex realizó las primeras prospecciones en el noreste de la sierra de Chiapas y en Palenque.

2 De las 25 mil o 30 mil hectáreas de la Reserva Comunal Cojolita, desconocemos la fecha en que se decreta el reconocimiento de su estatuto.

3 Cfr. Plan Maestro, el informe ejecutivo y el diagnóstico del Propuesta de proyecto para el desarrollo y preservación de la selva Lacandona elaborado por Pemex entre 1984 y 1986. Marco de referencia ambiental de la selva Lacandona en el entorno a las actividades petroleras. Zona Marqués de Comillas y reserva de la Biosfera Montes Azules, junio de 1986.

4 Tesina presentada en el diplomado en protección y mejoramiento del ambiente en América Latina, impartido en la UACh. Enero de 1992.

5 Control del impacto ambiental en la perforación de los pozos del distrito Ocosingo. Tesis en ingeniería petrolera. México: ESIA-IPN, 1992.

6 Tesis de Ingeniería en Geología. México: ESIA- IPN, 1989, p. 23.

...Y se hizo el petróleo

Cuando cientos de millones de años atrás aconteció la progresiva separación de los continentes del mundo, en el extremo sur de lo que ahora es América del Norte, sobre tierras que actualmente son el subsuelo de Chiapas, nacieron y murieron regiones marinas que inundaron y se retrajeron de llanuras, con la consecuente creación o destrucción continua de mares poco profundos.

En un periodo que comienza hace 120 millones de años y termina hace 75, estos mares rebosan de microplancton que, se supone, es constantemente sepultado bajo sedimentos (depósitos) de bancos de arena marinos poco profundos. Según esta hipótesis, los científicos imaginan que las sustancias atrapadas realizan su metamorfosis química en petróleo durante millones de años, con condiciones de falta de oxígeno, alta salinidad y enorme presión y temperatura, debidas al amontonamiento de sucesivas y gigantescas capas de sedimentos.

Resulte cierta o falsa esa hipótesis, el caso es que hoy más de la mitad de las reservas petrolíferas mundiales corresponden a yacimientos originados en regiones donde anteriormente estuvo localizado el intermitente mar de Thetis, es decir, en el Golfo Pérsico, el norte de Africa, Venezuela y la extensa plataforma continental del Golfo de México, a la cual pertenecen Tabasco, el noroeste de Chiapas y la selvas Lacandona y del Petén, en Guatemala y Belice.

Quienes se dedican a la búsqueda del petróleo saben, sin embargo, que no basta con descubrir las grandes áreas y la profundidad de las rocas madre donde pudo haberse originado el petróleo, pues una vez que éste termina de formarse, la elevada presión del subsuelo empuja el aceite y el gas por los microscópicos vasos capilares de las rocas, ocasionando su migración hacia otros sitios y estratos, llegando en ocasiones a abrirse paso hasta las chapopoteras de la superficie. Mientras las rocas porosas favorecen el flujo migratorio o la acumulación del petróleo en rocas almacenadoras o trampas, otras rocas impermeables, las rocas sello, favorecen su almacenamiento.

Los anticlinales son de entre varios tipos de trampas las más importantes. Estos son los pliegues convexos en las capas de terreno, algo así como bóvedas que al contar con capas impermeables, acumulan en las rocas porosas de su interior microscópicas gotas de petróleo y burbujas de gas natural. La mayoría de los grandes campos petroleros del mundo se ubican en las culminaciones de estos anticlinales. Por eso ha tenido un papel relevante la búsqueda de estas formaciones ocultas. Los mejores segmentos para atrapar petróleo se localizan en el subsuelo de Oklahoma, el norte y las costas de Texas, Kansas, el Medio Oriente, el norte de Africa y muchas regiones de la ex Unión Soviética.

Chiapas resulta importante, entonces, no sólo porque cuenta con importantes estratos del cretácico (el último periodo del mezosoico), en los cuales pudo haberse originado abundante petróleo, sino también por el hecho de que la mayor parte de sus numerosas sierras del centro, norte y este de la entidad son expresión directa de anticlinales que posiblemente contienen petróleo.