Ť El sitio fue visitado por 150 mil personas durante el primer semestre del año
Se requerirán cerca de 300 mil dólares para el proyecto de Palenque, señala el PARI
Ť La ecología es otro imaginario que se suma a los mitos ancestrales de la zona arqueológica
Ť Los jeroglifos mayas desataron la atención histórica y motivaron los estudios de Linda Schele
Descubra una tumba
En la publicación de Pre-Columbian Art Research Institute (PARI) se incluye un anuncio: ''Join the friend of the Palenque project'' y la explicación en inglés de que en los próximos dos años se requerirán cerca de 300 mil dólares para continuar con uno de los más importantes proyectos en Mesoamérica, el del Grupo de Las cruces, y luego el gancho: sea parte del descubrimiento de tumbas, tronos, tableros, murales y mucho más.
Se ofrece una reseña, en la misma publicación, firmada por Merle Greene y Alfonso Morales, del descubrimiento del trono y el altar que recientemente centró la atención de los medios, como consecuencia de los trabajos conjuntos del grupo PARI y el INAH.
La atención histórica que los jeroglifos de Palenque ha generado, a lo largo de la historia, comenzó como enunció en las recientes mesas de Palenque, la propia Greene: ''Todo empezó como una reunión de amigos para tratar de descrifrar lo que significan las inscripciones". De esas sesiones se derivó el trabajo de Linda Schele, quien fue una autoridad en estudios mayistas.
La fama internacional no le ha sentado mal a Palenque u Otulúm, quizá sí para el pueblo cercano, que padece la falta de una plan de desarrollo. En los itinerarios turísticos internacionales es uno de los puntos de partida obligados. Tan sólo en el primer semestre del año fue visitada por 150 mil personas, 83 mil nacionales y 67 mil extranjeros.
Atrapa la fuerza que suponen, para resistir más de un milenio construcciones como el Castillo o el Templo del Sol, y la delicadeza que sugieren las historias en los Templos de las Inscripciones, el de la Cruz Foliada o del Conde. Fuerza fina a la que acechan los saraguatos, ruidosos, como signo de la selva que a su vez oculta otra parte de la historia de Palenque.
A la sospecha de otra ciudad igual de espectacular, a la casi seguridad académica de más datos sobre gobernantes de la zona, afectos a reinventar las dinastías para encontrarse linaje divino, al mito de los guías que aseguran que Jesucristo pasó en sus años perdidos para dejar como legado la cruz rameada, se le suma otro imaginario: el de la ecología en este final de milenio.
Bonampak
ƑValdría la pena destruir la selva para recuperar la historia? Quizás un poco, como paso en los recientes hallazgos del templo XIX, que tuvo el costo de una ceiba.
En Betel, a unos kilómetros de Bonampak, un lacandón pide la cuota de entrada: 55 pesos, 5 para el guía y 50 para la comunidad. La zona les pertenece desde que en los años setenta el presidente Luis Echeverría les otorgó 60 mil hectáreas. No existía carretera, por lo que visitar la zona implicaba un viaje con tienda de campaña. Ahora se llega en un promedio de tres horas y se pasó de 3 mil a 15 mil visitantes anuales; con este crecimiento geométrico los riesgos para la etnia se multiplican: alcoholismo, medios masivos, pérdida de los valores al tomar decisiones en asamblea.
Por lo mismo deben concentrarse los cuatro custodios en la parte de las pinturas murales, que hacen famosa a la zona, y que requieren del visitante una paciencia casi religiosa, para terminar de maravillarlo. Tienen acumulado el trabajo, y el resto de las 3 mil hectáreas, donde al parecer por cuestiones agrícolas se destinaba una gran separación entre las zonas habitacionales, quedan al amparo de quien quiera dejar plasmada su estupidez en forma de graffiti en una piedra vieja, indefensa.
Raúl Tovalín explica que están en la sexta temporada de campo, con el propósito de contar con un registro más amplio de la zona y obtener respuestas arqueológicas de la información sobre las semillas que se cultivaban. La Acrópolis es centro de un conjunto de unidades habitacionales, separadas de 200 a 500 metros, en medio del valle que alimenta el río Lakanká. La delimitación original de la declaratoria de 1993, por supuesto, ya creció.
Combinación de naturaleza y vestigios
Rumbo a la unidad habitacional Frey, con la paciencia que no permite la media hora de estancia del viaje que procede de Palenque o incluso de Villahermosa (que no deja ni el beneficio económico de tomarse un refresco), de repente salta del paisaje un tucán, por abajo un tepezcuintle, de nuevo arriba una guacamaya. El potencial turístico de la zona que combina naturaleza y vestigio, advierte el arqueólogo Tovalín, tiene varias aristas.
Por una parte la zona también es resguardada por el Instituto Nacional de Ecología, ''que construye una unidad de servicios para que el visitante pase en carro eléctrico. Creemos que es aparatoso, pero está fuera de los linderos. Por otra, la comunidad es susceptible de corrupción: aún deciden en asamblea, pero no faltará el tabasqueño que llegue con alguien de la comunidad, le ofrezca 20 mil pesos porque le deje construir en su terreno unas villitas y hasta lo haga socio. Además, con la construcción de la carretera, como ya hay un servicio eficiente, se presentaron los ex propietarios de los terrenos. La comunidad los corrió, pero la presión subsiste".
Una niña, que pertenece a los casi mil lacandones de las tres comunidades cercanas, se descuelga de un árbol, alegre, porque por la ley de la oferta y la demanda ya las maderas labradas por su padre, con forma de cabeza de aves, no se cotizan a cinco sino a 15 pesos. Incluso las más grandes, por capricho empresarial lacandón, pueden costar hasta 30 pesos. De repente llega un camión con 40 turistas. Los ojos de la niña brillan, inocentes.